Capítulo 9

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Richard

Y cuando piensas que todo estará bien. ¡Boom! La vida te lanza una bomba que termina destrozándote. No destroza tu exterior, no, de eso te encargas tú. Es tu interior lo que destroza esa bomba. Tu corazón, tu mente, tu alma. Todo destrozado en un segundo.

Todo había ido muy bien en las últimas semanas. Melanie había aceptado salir conmigo. Era un hombre feliz. Finalmente, después de estar interesado en una chica que no sentía lo mismo que sentía por ella. Había sido su amigo por años, salimos por un par de meses, las cosas no funcionaron por lo que pase a llenar el espacio de hermano y protector, cuando su hermano volvió a ser el mismo de antes fui cambiado a mejor amigo. No estaba enojado con ella, claro que no. Ella era una persona única que merecía tener todas esas personas que la amaban a su alrededor, solo estaba un poco celoso. Antes solo éramos su mejor amiga y yo a quienes recurría. Era egoísta esperar que las cosas se mantuvieran así. Eso ya lo había aceptado o lo estaba aceptando. Todo gracias a Melanie.

Pensar en Melanie me llenaba de alegría, su hermosa sonrisa, esos ojos azules a los que sería capaz de pasar horas mirando. La pequeña pizca de alegría que me traía pensar en ella se desvaneció al imaginar cómo de decepcionada luciría si me viera ahora.

Pero estaba devastado, quería olvidar, no pensar en lo que había ocurrido. Volví a levantar la botella de licor que estaba bebiendo. Así había pasado los dos últimos días, bebiendo para apartar el recuerdo que se abalanzaba sobre mí siempre que estaba un poco sobrio. Pero esta vez no fue suficiente. Los recuerdos llegaron.

Una semana después de empezar el nuevo año había estado en casa de mis padres conversando con ellos y Jillian, la esposa de Robert. Robert, mi hermano mayor falleció dos años atrás, era un soldado y había muerto durante una misión. Fue un golpe duro para la familia, pero era algo que sabíamos que podía ocurrir, algo que temíamos cada día que Robert estaba lejos. Lo que estaba por llegar no lo esperábamos, no era algo para lo que estuviéramos preparados. El teléfono de la sala sonó, Jillian contestó, su rostro cambio. Reconocí de inmediato su expresión. Era la misma que tuvo el día que le anunciaron la muerte de mi hermano. Corrí a su lado justo para tomarla en mis brazos y tomar el teléfono.

– ¿Señora Patterson? – Llegó la voz grave de un hombre a través de la línea.

– Jillian, no se encuentra bien. – Respondí.

– ¿Es usted el señor Patterson? – Sonidos de sirenas y muchas voces se escuchan desde donde estaba el hombre.

– Mi nombre es Richard Patterson, pero no soy su esposo. ¿Podría decirme que esta ocurriendo? – Se escuchaban sirenas de ambulancias, lo que sugería algo grave y todas las preguntas de este sujeto me estaban haciendo perder tiempo.

– Ocurrió un accidente, el auto de la familia McKnight fue colisionado por otro automóvil. – Seguí escuchando la información que me daba el oficial que nos había llamado. Pero mi cuerpo estaba actuando en piloto automático desde que escuché las palabras accidente y McKnight en la misma oración. Gilbert, mi sobrino de siete años estaba con los McKnight hoy, él y el hijo de los McKnight habían ido hoy con ellos a casa de otro de sus amigos.

El accidente había ocurrido cuando volvían, un auto los había chocado sacándolos de la vía, el auto de los McKnight había quedado contra un árbol, el mayor impacto siendo del lado del pasajero en donde la señora McKnight iba, y en el puesto de atrás, en donde iba mi sobrino. Cuando llegamos al hospital estaban operándolo, pero los esfuerzos de los doctores fueron en vano. Gilbert falleció cerca de la medianoche.

La señora Gilbert también tuvo que ser operada por las heridas que había recibido, al igual que su hijo mayor al que tendrían que someterlo a varias cirugías para tratar de reestablecer la movilidad en su brazo derecho.

Increíble (Una historia sobre Quimeras 2)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora