Capítulo 3: Peligrosa Resaca

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—¡Vamos hombre levántate! ¡Haz un esfuerzo al menos!—oigo como una voz me grita al oído.

Dios, ese grito retumba toda mi cabeza. Siento como me perfora los oídos.

¡Qué dolor de cabeza!

—Ngg....No grites...Idiota...—balbuceo mientras abro los ojos.

Al abrir los ojos me encuentro en el suelo del estudio, babeando y con arcadas. Siento el cuerpo completamente adolorido y como si me hubieran dado una paliza en un callejón.

—Mierda, sabía que te habías pasado de copas, Drake.—ahora reconozco la voz, es de Sam.

Al girar la cabeza veo como me ayuda a levantarme.

Ahora lo recuerdo perfectamente, la noche anterior me había emborrachado.

—¿Queé... Pero...solo bebí cuatro copas...?—más que afirmar, le pregunto mientras hago un esfuerzo por seguir de pie.

—¿Cuatro? ¡Joder, Drake! ¡Vomitaste cuatro copas! ¡Pero te bebiste al menos ocho!—me reprende—Pensé que eras un genio en matemáticas, como en la primaria, estúpido.

Lo ignoro completamente, me dirijo hacia el baño y cierro la puerta. Al mirarme en el espejo, noto lo que cualquier persona normal notaría. Doy asco. Mis ojos azules no se ven tan bellos cuando debajo de los parpados hay unas ojeras tan horribles.

Mi cabello también es un desastre. Estoy completamente despeinado y lo siento sucio. Mi cabello castaño no me perdonará otra noche como esta. Entro en la ducha y abro el grifo mientras el agua cae a cántaros sobre mi piel. Está súper fría, me estremezco y al final me acostumbro.

—¡Todavía no me creo que le pidieras el número a aquella chica y después le vomitarás toda la copa encima!—oigo gritar a Sam detrás de la puerta.

Dios, ahora lo recuerdo. Qué vergüenza por Dios.

—Drake, no puedes estarte emborrachando como una cuba cada vez que se te parte el corazón...—me sermonea—¡Joder sí, debes levantar cabeza! Pero no así.

Agarro una de las toallas y me la envuelvo alrededor de la cintura.

Abro la puerta y salgo hacia el pasillo.

—¡Bien, por lo menos te quitaste ese desastre de encima!—me mira de arriba abajo—¿Qué piensas hacer?

Me tambaleo de un lado a otro.

—Ugh...No me encuentro para nada bien, pero debo llevar una carta al puesto de correos de la 52—le contesto mientras me pongo la mano en la cabeza, todavía me duele.

Sam abre los ojos muy sorprendido.

—¿Carta? ¿Estás volviéndote loco? ¿Piensas que te dejaré conducir hasta la 52 con la octava, en ese estado?—reprocha Sam cruzado de brazos.

—Debo enviarla cuanto antes.—le digo

Arruga la frente y me mira curioso.

—Es para Karla—pongo los ojos en blanco.

—Ah...La rubia derrochadora—se lleva las manos a la cabeza y hace un gesto y ruido de como si explotara—¿Para qué quieres mandarle una carta?

—Es una carta de ruptura—resoplo.

Sam me mira atónito y menea la cabeza de un lado a otro.

—Definitivamente...Estás chiflado.—pone los ojos en blanco y al final cede— Yo la llevaré. Tú acuéstate a dormir, ¿dónde está?

Cartas de desamor a la chica equivocadaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora