Capítulo 8: Nuevos obstáculos

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Querido Drake:

Tú no me conoces, ni yo a ti. Lamentablemente, la carta que escribiste para la que parecía ser tu novia, me llegó a mí, me apena mucho el tener que estar escribiendo una carta para informarte de ello, ¿gracioso no? Por Dios, soy patética, no puedo creer que esté escribiéndote esto. Bueno, el caso es que te diré la verdad: Soy muy sincera y siempre digo lo que pienso, y realmente me llamó la atención tu manera de dirigirte a esa chica que no merecía nada de ti.

Estoy segura de que eres una gran persona. Eres un hombre sensible, que no se merecía lo que esa chica te hizo. Quiero que sepas que te brindo mi apoyo a través de esta carta. Tranquilo, sé que te expresaste abiertamente en esa carta, no le diré a nadie. Creo...Que será un secreto. Nuestro secreto. Es probable que te avergüences y no vuelvas a escribirme, quizá no abras siquiera esta carta por el hecho de no conocer su remitente. No te culparé por eso. Pero me haría muy feliz, volver a tener una de tus cartas en mis manos, esta vez, dirigida hacia mí.

Espera respuesta tuya,

Christine Monroe.

Dejé la carta después de leerla y releerla, encima del escritorio del despacho.

Primero Grace y ahora la chica misteriosa Christine.

Ha sido un día largo para mí.

Salgo de la habitación y me dirijo a la cocina, para cocinar algo.

Cuando termino de hacer las tortitas, las apilo en un plato y me voy hasta el comedor para empezar a comer, antes de que se enfríen mucho más de lo que deben, enciendo la televisión y empiezo a comer.

Cuando termino me levanto y pongo todo lo que este sucio en el lavavajillas y lo enciendo. Oigo como la puerta suena y me giro para ver a Sam entrando por ella.

—¿Dónde estabas?—le pregunto curioso.

—Eh...—duda un momento.—¿Pagando la factura del banco?

—¿Me estás preguntando o me estás afirmando, idiota? Además la factura del banco está ahí arriba, no revisaste el buzón cuando te fuiste a la universidad.—digo mientras busco una sartén para freír algo para el pobre. Se le ve el hambre en la cara.

—Oh...Es que vi el balance en línea—dice, tirando sus llaves en la mesa.

—¿Cuánto pagaste?—le pregunto de espaldas a él.—No vale que mires la carta...Sam...

Me doy la vuelta y lo encuentro a punto de abrir y ver la carta del banco.

—Aprende a mentir, cabrón.—me burlo de él.—Gracias a Dios que no eres político...

—Joder sí, estaba con Verónica.—me confiesa desplomándose en el comedor.

—¿Verónica? ¿Tu novia?—arqueo una ceja.

—No es mi novia, solo somos amigos.—me responde.

—Mmm, "amigos", ya.—digo irónico, mientras le frío unas patatas que ya tenía preparadas.

—Bueno, ¿Qué hiciste en tu día?—pregunta

—¿Yo? Compré las camisetas, regresé a casa, las dejé y me fui a comer con Steve y Jason, después de clases.

—¿Has sabido de Jeremy?—me pregunta con el ceño fruncido.

—Eso hablamos los chicos y yo hoy, Jeremy y Rebecca están muy ocupados con los preparativos de la boda, así que no ha habido señales de ellos por el momento.

—Eso de casarse es duro.—arruga la frente.

—Pero lo vale.—le digo, poniendo las patatas en un plato.

Cartas de desamor a la chica equivocadaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora