Capítulo 38: Límite

180 23 1
                                    


—Drake. ¿Qué pretendes hacer ahora?—susurra Sam—No puedes enfrentarte a esos dos solos.

Alzo la mirada hacia el edificio donde nos citaron.

—Pero debo hacerlo así, Sam.—lo hago entrar en razón.—Si ven que estoy con alguien, no sé lo que pueda llegar a pasar y Grace está en peligro.

Sam a regaña dientes termina por entender la situación y obediente decide quedarse en el auto, indicándome que si escucha que hay peligro, no dude en subir.

—Escucha Sam—me acerco a él y procuro hablar lo más bajo posible—Hace una hora hablé con el detective O'Neil, de homicidios, y le conté todo lo que estaba pasando. Está siguiendo mis movimientos por el GPS para encontrar a los Montecarlo. Solo necesito tiempo y eso pretendo conseguir.

Sam se cruza de brazos y capta la idea.

—Solo ten mucho cuidado con esos lunáticos.—acepta de malagana.

Asiento y entro al edificio.

Con sumo cuidado me abro paso en un acogedor pero desesperante vestíbulo, preciosamente decorado y retocado con madera de roble, que le aporta un toque tradicional bastante elegante. Subo las primeras escaleras de la entrada y me asomo al pequeño espacio habilitado para el portero, veo como este no se encuentra y sigo avanzando.

Subo las escaleras lentamente, mirando para todos lados, porque no, no puedo negar que estoy nervioso ahora mismo y que en realidad no quisiera estar aquí, desprotegido.

Llego al primer piso y me asomo a ver el pasillo. Nadie, vacío. Todas las puertas cerradas de igual manera y un silencio...Un silencio que retumba en todo el edificio, como si todos los que vivían aquí hubiesen sido evacuados, o peor aún... Raptados. Hago lo posible por omitir esa posibilidad y continúo por las escaleras directo al segundo piso. He preferido no subir al ascensor porque me siento más seguro no estando encerrado.

Al llegar al segundo piso, la situación se torna insostenible debido al silencio ensordecedor que me acosa, que hace que mire indiscriminadamente a todos lados, como si alguien me estuviese acechando en los alrededores.

Súbitamente, escucho el cerrojo de una puerta abrirse y alarmado miro en dirección al sonido para ver como una de las puertas del piso se abre lentamente. Velozmente me arrojo a un costado y me cubro con las escaleras al tiempo que un anciano sale del apartamento y tras cerrar la puerta, llama el ascensor. La tensión en mi cuerpo es nuevamente estabilizada y consigo relajarme. Suspiro y me levanto. Cuando el señor aborda el ascensor, paso por delante y continúo subiendo las escaleras hasta el tercer piso, y al verme de nuevo a solas, me cuestiono si realmente Logan y David estarán en alguna parte del edificio. Al subir al tercer piso, veo como la bombilla parpadea intermitentemente como si estuviese a punto de quemarse.

A mitad de camino, la bombilla termina se apaga de repente y me veo totalmente a oscuras.

—Genial...—susurro—Como si no fuese suficiente el silencio no fuese suficiente.

Sin previo aviso, siento un contundente golpe en la nuca.

(...)

Me invade un dolor en la nuca que me hace sentir mareado, mientras siento todo mi cuello caliente, siento como un cardenal toma forma en la nuca, al tiempo que empiezo a recordar levemente haber sido golpeado, empiezo a notar parte de mi rostro frío y cuando abro los ojos, no veo nada en absoluto. Al principio asumo tener algún tipo de venda en los ojos. En ese mismo instante recuerdo como el pasillo estaba hasta hace algunos momentos a oscuras y asimilo que continúo en el mismo lugar.

Cartas de desamor a la chica equivocadaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora