El no se expresa por palabras.
En cada presentación el demuestra lo que siente por cada nota, cada ritmo, cada paso de baile.
El es mi hermoso violinista, mi músico.
Pero así como a una cuerda de violin gastado termino rompiéndome. Su voz se volvió...
Mientras los días transcurren, me doy cuenta que, nadie en este mundo... NADIE. Se encuentra bien.
Los maestros con los que comparto edificio están cansados, al igual que yo. Pero... Los niños. Los niños son tan mágicos, tan brillantes como estrellas, acogedores, especiales, y con secretos al igual que los adultos. Pero... ¿que tan malos podrían ser los secretos de los niños?. Son solo estrellitas, no le hacen mal a nadie.
O eso pensaba.
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ㅡ Maestro Felix, Nina no me regresa mi lápiz...
ㅡ Es mi lápiz maestro Felix, tiene mi nombre...
Siempre lo mismo...
ㅡ "Keiju, puedes decirles que ese lápiz no es de ninguna de las dos." ㅡ Keiju solo asintió. Ya no sonríe...
ㅡ Dice el maestro Felix que no es de ninguna de ustedes, ahí no dice Nina, dice Mina...
ㅡ Con razón no encuentro mi lápiz!! ㅡLa niña se levanto de su lugar y les arrebato el lapiz, es mayor, no pueden quejarse. El silencio regreso, las niñas regresaron a sus lugares y Keiju siguió con sus apuntes, miranda fija en esa hoja que lleva toda esta media hora de clase vacía, solo un par de letras descansaban ahí.
"Si no hablas de ello antes, puede empeorar y tú niño terminara bajo la misma estrella muerta, donde tú estas."
La clase siguió. Los niños aportaba sus opiniones, preguntas y yo yo les daba una respuesta. Simple, pero difícil.
Un alumno levanto su mano. Asenti y el comenzo.
ㅡ Que pasa si alguien que no puede hablar, se encuentra en problemas... ¿como puede pedir que alguien le ayude?...
Como pide ayuda alguien mudo?... los tiempos han cambiado.
ㅡ "Keiju..." ㅡ El asintio preparado para lo que diria, mejoro y aprendio mucho. Sin duda, el llegara muy lejos, pero si su luz se va... no puede salir completamente bien. ㅡ "Ahora, los tiempos son distintos, los mudos y personas sordomudas tienen aparatos muy útiles que les ayudan en su vida diaria."
Keiju hablaba cada que yo terminaba una palabra. Su vista fija en mi, pero... era como si me tuviera miedo. O tal vez pena.
ㅡ "Han creado aparatos con sonido, tipo alarma de incendio, incluso algunas tienen luz parpadeandoqué ayuda a ser notado aun más." ㅡ Los niños asintieron, no solo mirando mis manos, si no también mis gestos y estando atentos a la voz del menor. ㅡ "En la próxima clase les dare un llavero de seguridad a cada uno de mis alumnos, no lo tomen a broma, estos salvan no solo una vida, si no tambien la de muchos que nos rodean."
Al terminar, el timbre sono y todos comenzaron a salir entregando tareas o pedidos que habia echo las clases anteriores. Es tan magnífico como una persona, puede ser tan diferente a las de más, puede cambiar la letra, la voz, la cara, los ojos, la personalidad, e incluso ese brillo en los ojos.
ㅡ Maestro Felix.ㅡ Keiju llamo mi atención, estaba aun en su lugar. Sus materiales estaban ya en su mochila listo para irse. Pero seguía ahí. Como si no quisiera salir, como si estuviera atado con miles de cuerdas en aquella banca de madera tan incomoda. ㅡ No tendrá uno de esos llaveros ahora... no, no es para mi, es para un amigo y-
ㅡ "Tengo el mio justo aquí, si gustas puedo dártelo. Será un secreto entre tú y yo, a los de mas les dare mañana, y si es para tú amigo. No veo ningún problema. " El solo nego.
ㅡ No!!, puedo.. puede esperar hasta mañana, yo le diré. Gracias por la clase.ㅡ Dio una reverencia y se marcho. Sus palabras eran tan frias que mi piel se erizo cuando salio del salon, la puerta se cerro y yo mire esta esperando que algo o alguien entrará por ella. Pero no fue así, minutos después de mirar la puerta en espera de alguien que tal vez me ha olvidado, me levante y comenzó a juntar mis libros, las tareas, los dibujos y las notas de los niños.
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Estando en casa me digno a respirar tranquilo, me miro al espejo y quito las prendas de la parte superior de mi cuerpo, dejando que el frío viento de la ventana de mi habitación me cubra por completo. Cicatrices que me han rodeado todos estos años de mi vida siguen ahí. Paso una mano por la parte de mi cuello, recordando el frío metal entrar poco a poco por dejando una marca que me marcaría toda mi vida. Un leve recuerdo de lo que una vez fue lo peor de mi vida, paso por mi abdomen, una cicatriz más grande, en mi espalda descansan siete marcas de cigarrillo, marcando las veces que sufrí dejando una huella que no se borrara aunque lo quiera.
Son mis estrellas apagadas, descansando en mi piel. Son lo que me marca. Lo que me distingue de los de más.
Entrando a la ducha me quito la de más ropa, aun hay marcas pero en esa parte no son tan notorias. El sabía que si dañaba la parte que más amaba de mi, nadie más me querría. Por lo sucio, marcado y usado que estaba. Cubierto de un manto de estrellas muertas qué están terminando conmigo también, no les gusta verme brillar entonces me recuerdan todos los días lo sucio que estoy.
Ya en la bañera, tallo con fuerza cada parte de mi piel, los sollozos son fuertes, pero no tanto como para que me escuchen.
Un mudo hablando, no es un mudo.
Un mudo, es una muñeca rota.
Un mudo es el mejor premio para alguien.
Un mudo oculta el dolor causado en su infancia. No puede gritar de dolor, no puede llorar y llamar a su mamá.
Eso era Felix. Un mudo que nunca hablara.
ㅡ Pero te extraño tanto, que solo espero que cuando mires las estrellas te acuerdes de mi. Decías que mis pecas eran estrellas, déjame mostrarte que lo son... no hagas que se paguen. No hagas que mueran al extrañarte.