Capítulo 25

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Sasha abre los ojos de a poco para acostumbrarse a la luz, está rodeada por los brazos de Ian. Inspira y absorbe su olor. No se cansa de él. No se cansa de sus brazos, de sus besos, de sus caricias, y tal vez, nunca lo haga. Se aferró más a él y alzó la cabeza, Ian la miraba.

—Buenos días, hermosa.

—Buenos días —dijo con una sonrisa.

Se quedaron un rato más en la cama, acostados y abrazados. No había lugar mejor que los brazos del otro, Sasha pensaba en todo por lo que estaban pasando, simplemente un cuento de hadas, a veces hasta le daba miedo que todo fuera tan perfecto, ella está acostumbrada a las historias de los libros en los que todo es perfecto hasta que llega el antagonista y arruina la relación de la pareja ¿quién será el malo de esta historia? ¿Será tan fuerte el amor que se tienen que lucharán contra todo? Prefiere no pensarlo más, no quiere estresarse.

Vuelve a cerrar los ojos, a pesar de haber dormido mucho, aún tiene sueño. Ian nota que está a punto de dormirse de nuevo y comienza a hacerle cosquillas.

—Déjame —se retuerce de un lado al otro en la cama—. Por favor—. Da una vuelta en la cama y trata de zafarse, pero Ian es más rápido y la toma del pie. Sasha sigue riendo como loca, mientras se retuerce, intenta hacerle cosquillas a él, pero es imposible.—Suéltame.

—No. —Sasha da una vuelta y trata de escapar nuevamente, pero Ian no la deja y se sube sobre ella.

—Ian, para. Ya me duele el estómago.

—No porque te vas a dormir de nuevo.

—Claro que no, ya no tengo sueño.

—Estabas a punto de dormirte, no me mientas.

—Pff. No iba a dormir, solo descansaba los ojos.

—Claro y yo te creo eso.

—Deberías —sonrió inocente.

—Ya levántate, vamos a preparar el desayuno.

—Pero tengo pereza.

—Nada de pereza. Eres vaga.

—No es eso, solo tengo pereza.

—Eres vaga y punto. No sé qué haré contigo cuando nos casemos.

—Tendrás que aguantarme y servirme el desayuno en la cama.

—Oh, sí claro princesa.

—Deberías ensayar, tienes que aprender cómo me gusta el desayuno.

—Nada de eso, tú vas a cocinar conmigo.

Se bajó de la cama y antes de que Sasha pudiera decir algo, la cargó y la sacó de la habitación a la cocina. Cuando ya estaban en la cocina la bajó y le plantó un beso en la frente. Sasha negó con la cabeza pero luego sonrió. Registraron los anaqueles de la pequeña cocina, encontraron: huevos, salchichas, panes de sal y queso.

Con todo eso prepararon huevos revueltos, salchichas fritas y sándwiches, colocaron todo en unos platos y los pusieron en la mesa, se sentaron y empezaron a desayunar.

Las horas pasaban rápido estando juntos, después de desayunar, se cambiaron de ropa y recorrieron el lugar. Junto con otros campistas realizaron una excursión.

—Ya no puedo —dijo Sasha por enésima vez. Estaban caminando por el bosque desde hace ya una hora, Ian sujetó la mano de Sasha.

—Vamos amor, ya falta poco.

—Ok —suspiró y siguió caminando. Las piernas le pesaban, cada paso que daba era como cargar dos costales de papas.

El guia hizo una pausa y se puso a explicar algo sobre los árboles de esa zona. Ni Ian ni Sasha le estaban tomando en cuenta, casi nadie lo hacía, solo algunos que parecían no haber visto nunca en su vida un árbol, tomaban miles de fotos desde distintos ángulos.

A través de los siglosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora