Ian se despertó cerca de las doce, pero la pereza era tanta que se quedó acostado una hora más, luego se levantó y se duchó. Como no tenía nada más que hacer comenzó a jugar con un videojuego que su madre le había dado cuando tenía doce años, claro que no era tan moderno como los de ahora, pero para él aquel videojuego significaba mucho. Cada vez que jugaba con el recordaba a su madre, la forma en como lo aconsejaba, sus abrazos y sus ojos color miel.
Luego de pasar algunos niveles se acordó de Sasha, tenía que verla. Apagó la televisión y guardó el videojuego en el estante de siempre, tomó su chaqueta y las llaves de su moto. Bajó corriendo por las escaleras y saltó los dos últimos escalones, estaba apurado y ni él sabía por que. Se subió en la moto y arrancó.
Solo faltaban dos cuadras y aunque iba rápido sus ojos reconocieron una hermosa cabellera rubia, que cubría el rostro de una chica que se encontraba leyendo. Paró de golpe y estacionó su moto, bajó y corrió hacia donde ella se encontraba, Sasha al escuchar pisadas elevó su rostro y lo vio a él parado sonriéndole, le devolvió la sonrisa y cerró su libro.
—Hola —saludó Sasha. Ian pensó que se veía hermosa, igual que todos los días que la había visto, solo que ahora le parecía más perfecta que nunca. Pero eso no se lo diría.
—Hola —respondió—, al parecer pasas mucho tiempo aquí.
—Me gusta mucho este parque —Ian asintió luego se sentó junto a ella. Sasha contuvo la respiración un momento al verlo tan cerca de ella.
—Iba a ir a tu casa.
— ¿En serio? —en realidad estaba sorprendida, podía imaginarse miles de razones por la que él estaría allí, pero jamás esa.
—Sí, me olvidé de tu regalo de cumpleaños.
—Ah... No es necesario que me des un regalo.
—Pero yo te lo quiero dar —Sasha giró la cabeza porque no quería que él se diera cuenta de la sonrisa, que sin planearlo, le había sacado—, pero será mañana.
—¿Y qué me vas a dar?
—Eso es una sorpresa.
—Pero dímelo y ya.
—Si te lo digo deja de ser sorpresa —tocó la punta de la nariz de Sasha y sonrió.
—Solo una pista.
—No.
— ¡Por fis!
—No.
—Dime.
—No, espera a mañana.
—Okay —dijo cruzándose de brazos y soplando un mechón de cabello que se le cruzaba por el rostro.
— ¿Quieres ir por un helado?
—No.
—Está bien.
—Es mentira, si quiero.
—Ya lo sabía —se levantó y le tendió la mano para que ella lo hiciera. Ella la tomó y ambos sintieron un hormigueo por todo el brazo.
—Gracias —dijo y soltó la mano de Ian.
—De nada —sonrió—. Vamos.
Caminaron hacia la salida del parque y luego hacia la moto.
—¿Vamos a ir en eso? —preguntó señalando la moto.
—No me digas que le tienes miedo.
—No es eso, simplemente no me gustan.
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A través de los siglos
RomansaElla tiene muchos amigos. Él está completamente solo. Sasha siempre ha vivido rodeada de lujos y comodidades, tiene los mejores amigos que una chica de dieciséis años puede desear y un talento innato para la música, pero se siente vacía. Ian des...