Inspiró profundo y asomó la cabeza, la sala estaba repleta como cada año; sus amigos estaban en una esquina conversando y riendo; los socios y amigos de sus padres a lado del piano con una copa de champagne en sus manos; algunos vecinos con sus hijos; sus padres sonriendo y sus pequeñas hermanas correteando junto a Dylan y Francesca, sus mejores amigos.
Se alisó el vestido y empezó a bajar por las escaleras, nadie la veía aún y mentalmente lo agradeció porque no le gustaba ser el centro de atención ya que eso significaba que debería mostrar "perfección" lo que para ella era casi imposible. Ya cuando pisaba los últimos escalones todos se giraron a verla, con una sonrisa trató de mostrarse tranquila. Al llegar al centro del salón los invitados se acercaron a saludarla, unos mencionaban lo grande y hermosa que estaba, otros le pedían el número.
Cuando todos dejaron en paz a Sasha, Alia se acercó.
-Feliz Cumpleaños Sasha, estás preciosa -la abrazó con fuerza y luego colocó sus manos sobre los hombros de Sasha.
-Gracias Alia. Tú también estás preciosa -era completamente cierto, con un vestido morado que se ajustaba a sus curvas y zapatos de tacón plateados parecía toda una modelo.
-Gracias -dijo y se dio una vuelta completa.
Enganchadas del brazo se reunieron con el resto de sus amigos, todos la felicitaron y la abrazaron. Después de unas palabras por parte de su padre, las luces se apagaron para luego regresar de diversos colores y la música inundó la casa por completo.
-Digamos que le di unas pequeñas recomendaciones a tu mamá -le susurró Alia al oído.
-¡Te amo! -dijo y la abrazó.
-No podía permitir que pases tu cumpleaños diecisiete aburrida por el protocolo de tu madre.
Aún sin saber cómo Alia había logrado que su madre dejara el protocolo a un lado, Sasha se propuso disfrutar de la fiesta. Bailó, cantó y saltó con cada canción, le encantaba la música porque la hacía olvidarse de todo y a la vez le hacía recordar.
La cabeza le dio vueltas por un segundo. Todos sus amigos estaban bailando cuando ella se alejó, caminó hacia la ventana de su casa y se sentó en un sofá, con sus pulgares masajeó su sien, pero el dolor en vez de bajar se intensificó y empezó a sentirse sofocada. Sin avisar a nadie, se escabulló y salió de su casa, necesitaba aire. Inhaló profundo y se sentó en la vereda, ya ni siquiera le importaba el vestido o lo que pudiese decir su madre, solo quería que el dolor cesara. Pasaron unos minutos y el dolor seguía ahí, se levantó de la vereda y empezó a caminar en dirección al parque, que en ese momento era el único punto iluminado.
No sabía que estaba haciendo, era de noche e iba caminando hacia el parque, solo a ella se le ocurrían cosas así. Entró al parque y se sentó bajo un árbol, apoyó su cabeza en el tronco del árbol y cerró los ojos por un momento, pero los abrió enseguida porque el sueño que hasta ese momento había olvidado empezó a reproducirse y el dolor se intensificó; le daba coraje que un simple sueño la tuviese así porque solo era eso: un sueño. Tal vez el chico que había visto la vez pasada solo era alguien muy parecido al del sueño o era alguien que había visto antes.
Escuchó un ruido y abrió los ojos de par en par cuando lo identificó como pisadas, el corazón le dio un vuelco cuando al alzar la mirada se encontró con unos penetrantes ojos verdes, la piel se le erizó al reconocerlo y se quedó sin habla, era él, era el chico de sus sueños.
El mismo efecto había causado Sasha en Ian, sus ojos azules fijos en los de él, lo hacían sentir descubierto e indefenso, pero a la vez tan sereno. Había confusión en ambos y se notaba en aquellas miradas, Ian humedeció sus labios y se obligó a hablar.
-Hola -sonrió para no mostrarse nervioso. Ella bajó la mirada y mordió su labio inferior.
-Hola -respondió apoyándose del tronco para levantarse, pero sus manos y piernas temblaban y no estaba segura si era por el frío o por la presencia del chico. Ian extendió su mano para ayudarla, pero en el momento en que sus dedos se rozaron ambos sintieron una electricidad recorriéndoles todo el cuerpo, sus respiraciones cesaron y sus ojos quedaron fijos el uno en el otro.
-Eh... yo... -la voz de Sasha salió entrecortada- ¿Cómo te llamas?
-Ian -dijo y miró sus manos aún unidas-. Yo... lo siento...no.
/əˈgɛnst/USA pronunciation-No te preocupes -sonrió y soltó su mano.
-¿Cómo te llamas?
-Sasha.
-¿Qué haces aquí a esta hora?
-Estaba en mi fiesta de cumpleaños y me empezó a doler la cabeza -se encogió de hombros.
-Así que decidiste venir sola al parque a esta hora.
-Exacto. ¿Y tú, qué haces aquí?
-Me gusta venir a este parque por las noches a pensar -ella asintió-. Te puedo decir algo y me prometes no salir corriendo o llamarme loco.
-Eso depende -Ian levantó una ceja y ella rio-. Está bien, lo prometo.
-He soñado contigo. Sé que recién nos conocemos, pero es cierto -ella lo miró incrédula, eso era imposible- ¿No me crees cierto? -dijo y estaba a punto de marcharse, pero ella lo tomó de la mano para que no se vaya.
-Te creo porque... yo también he soñado contigo.
En ese instante Ian la miró fijamente buscando alguna señal de que estaba mintiendo, pero no la encontró; se acercó más a ella, tan solo un paso los separaba. Los ojos de ambos brillaban, describir lo que estaban sintiendo en ese momento era imposible, lejos de sentirse incómodos, se sentían como en casa, la calidez de sus cuerpos, sus ojos, su tacto, todo era sumamente familiar, era como si se conocieran desde siempre.
Pasaron unos segundos y ellos aún seguían tomados de la mano, mirándose fijamente como si se compartieran algún secreto. Cada vez estaban más cerca, las puntas de sus zapatos se tocaban y sus alientos eran uno solo, Sasha cerró los ojos y volvió a abrirlos cuando se percató de que Ian se había alejado y ahora tomaba su mano más fuerte, siguió la mirada de Ian y casi pega un grito cuando descubrió lo que él miraba.
-Corre -susurró él. Pero era imposible, ella seguía estática observando como aquellos chicos estaban cada vez más cerca de ellos, aunque lo que más llamó su atención fue el objeto que se asomaba por la mano de uno de ellos, plateado, brillarte y filoso.
Ian la jaló para que saliera de su trance y empezaran a correr. Ella aún se encontraba en aquel estado, pero sus piernas parecieron cobrar vida propia y empezaron a correr. Corrían lo más rápido que podían, pero los tacones de Sasha no ayudaban. Él pareció darse cuenta de eso y tomándola por la cintura la cargó, pegó un gritito por la sorpresa, pero no dijo nada, con Sasha en sus brazos logró divisar la salida del parque y en la calle de al frente su moto estacionada, corrió un poco más rápido y sonrió al llegar a ella.
Puso a Sasha en el piso con cuidado para no hacerla caer, ambos subieron a la moto y él le colocó el casco. Sasha nunca se había subido a una moto y no sabía cómo sujetarse, Ian sintiendo su nerviosismo tomó sus manos y las colocó sobre sus hombros.
-Tranquila Linda -susurró-, esto no es tan peligroso como parece -ella solo asintió, pero por dentro moría de miedo.
Encendió la motocicleta y arrancó, por el retrovisor pudo observar como dejaban atrás a esos chicos. Iba rápido, pero al sentir como Sasha temblaba bajó la velocidad. Por un momento se distrajo con el cosquilleo sobre sus hombros, justo donde ella tenía sus manos.
-¡Ian! -gritó Sasha. Él centró su vista de nuevo en la calle y por un segundo se cegó con las luces del auto que venía directo a ellos.
Sasha deslizó sus manos a la cintura de Ian y se aferró a él, el corazón le iba a mil y su respiración era entrecortada, cerró los ojos y esperó el impacto.
ESTÁS LEYENDO
A través de los siglos
Storie d'amoreElla tiene muchos amigos. Él está completamente solo. Sasha siempre ha vivido rodeada de lujos y comodidades, tiene los mejores amigos que una chica de dieciséis años puede desear y un talento innato para la música, pero se siente vacía. Ian des...