Capítulo 36

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Ya habían pasado dos semanas y la madre de Sasha aún no regresaba, apenas y llamaba a comunicar que todo estaba bien, pero que ciertos inconvenientes le impedían volver. Sasha había aprovechado cada uno de esos días para disfrutar de la compañía de su esposo, quien se había quedado casi todos los días a dormir, Thomas no había tenido mucho problema con ello, pero sí pidió que nada de hijos aún 《Un paso a la vez》Había dicho, a lo que Ian y Sasha solo asintieron y decidieron hacer caso.

Cada amanecer era perfecto a su lado, siempre se encontraba con unos fuertes brazos calentándola del frío que empezaba a hacer, ya era diciembre. Este día no era la excepción, al abrir los ojos se encontró con el pecho de Ian, tan cálido como siempre, su respiración serena y confiada hacía que ella se sintiera segura. Se quedó observándolo un rato, luego con su mano acarició su mejilla, sus ojos y por último sus labios.

Ian sonrío.

—Buenos día preciosa —le susurró al oído, obteniendo que Sasha se estremeciera al sentir su aliento.

—Buenos días —sonrió y le dio un fugaz beso en los labios—. ¿Cómo has dormido?

—¿En serio me lo estás preguntado? —Ella asintió y él le besó la frente—. Excelente, como siempre que amanezco a tú lado.

Conforme con la respuesta Sasha sonrió y le dio otro beso, esta vez más largo. Ian la tomó de la cintura y la atrajo más hacia él. A medida de que el beso se profundizaba, la temperatura empezaba a subir, Sasha pasaba sus manos por el pecho y los brazos de Ian, mientras él le acariciaba la espalda; Sasha cortó el beso y juntó su frente con la de su esposo, sus narices se tocaban y sus alientos se mezclaban y todo parecía estar en un burbuja que únicamente los encerraba a los dos.

—Creo que deberíamos bajar —sugirió Ian en un susurro, a lo que Sasha solo asintió.

Se levantaron de la cama y fueron al baño, se lavaron la cara y luego cepillaron sus dientes. Salieron de la habitación y bajaron las escaleras, al entrar a la cocina se encontraron con Thomas leyendo el periódico y a las niñas desayunando.

—Buenos días —dijeron Sasha e Ian al unísono.

—Buenos días —respondió Thomas.

Tomaron asiento en las dos butacas que sobraban en la barra.

—Buenos días niñas —dijo Ian dirigiéndose a Lucy y a Sally que en ese momento estaban tomando jugo de naranja.

—Buenos días Ian —respondieron ambas niñas con una sonrisa— ¿Te vas a quedar con nosotros para siempre? —tomó la palabra Sally.

—Por ahora no lo creo —ambas hicieron una mueca y asintieron—. Pero vendré a visitarlas cuando pueda o sino pueden visitarme en mi departamento.

—¿Podemos hacer eso? —preguntó Lucy.

—Claro niñas, Sasha las puede llevar, ¿estás de acuerdo, amor?

—Sí, pero tienen que prometer que no le hablaran a mamá sobre Ian.

—Eso ya lo dijo papi, pero no entendemos por qué —Tanto Sally como Lucy los miraban atentas.

—Porque a mamá no le cae bien Ian.

—¿Por qué no le cae bien? ¿Le hiciste algo a mamá?

—Ian no le hizo nada a mamá Sally, no seas tonta, él es bueno —dijo Lucy.

—No le hice nada a tú mamá Sally, lo prometo, solo que no le caigo bien, ni siquiera yo sé el motivo.

—Está bien, no le diremos nada a mamá, pero sí queremos visitarte.

A través de los siglosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora