Capítulo 53

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Los días pasaban lentos. Ian prácticamente vivía en casa de Sasha, dormía tres o cuatro días a la semana allí, o cada vez que ella se lo pidiera, mientras él estaba en el trabajo, Sasha pasaban en su casa, se le hacía difícil salir, sus amigos la visitaban casi todos los días.

Alia y Oscar habían formalizado su noviazgo.

Derek y Chelsea no habían regresado, ni siquiera habían vuelto a hablar desde ese día. Sí Derek estaba afectado, no lo demostraba, era el de siempre. Sasha trató de hablar del tema, pero él siempre lo cambiaba.《Estoy bien》 Era lo que les respondía a todos. Sasha, Ian, Alia y Oscar sabían que eso no era cierto, pero no decían nada, solo lo dejaban pasar y esperaban que Derek se decidiera a contarles lo que había pasado, la razón de su ruptura, no podían hacer más que esperar. Sí él quería hablar, ellos estarían dispuestos a escucharlo en cualquier momento, sí él no quería hablar no lo incomodarían con preguntas. 

Ian terminó su trabajo y salió a almorzar. El día estaba completamente nublado, las nubes grises tapaban cualquier rayo de sol, olía a humedad, sin embargo, hace dos días que no llovía. Entró a una cafetería, la misma de todos los días, pidió un café y un sándwich de pavo. Veía a la gente pasar de un lado al otro a través de la pared de vidrio. Mujeres con gabardinas, hombres con sacos, niños regresando a casa de la escuela, una niñera comprándole un helado a una niñita, perros callejeros y  un par de gatos. Lo normal en un día tan sombrío en las calles de New Orleans. Terminó su almuerzo y esperó hasta que la camarera le lleve su cuenta. Los dedos tamborileaban sobre la mesa. Esperaba con ansía que ya sean las seis y poder ir a la casa de Sasha. Su celular sonó avisando que había llegado un mensaje. 

"Admiro tu tenacidad, en serio. Es una lastima que deteste todo lo demás. ¿Crees que todo se ha acabado? ¿Qué me rendiré solo porque han ganado algunas batallas? Yo de ti no estaría tan tranquilo. Te juro que haré hasta lo imposible por verte hundido, ahora no solo quiero que se separen, ahora te quiero muerto." 

Ian leyó el mensaje y lo volvió a leer. Soltó un bufido y guardó el celular. Ian sabía que quien sea que haya estado detrás de todo lo que sucedió, no se rendiría tan fácil, pero ya era el límite. No soportaría perder a Sasha otra vez, ya lo había experimentado, y la sensación era tan dolorosa que muchas veces deseó estar muerto en vez de pasar por tanto dolor. Sabía lo que tenía que hacer, tal vez siempre lo supo, pero era demasiado débil como para aceptarlo, ahora no podía cometer ningún error. Todo era por Sasha, porque la amaba y no quería que sufriera más. 

Regresó a la oficina y se centró en lo que tenía que hacer, como ya había acabado con su trabajo de ese día, tenía tiempo de sobra para concentrarse en lo que le importaba de verdad. Luego de investigar y sacar a alguien que sería bueno para el trabajo, lo contactó. En unos días el trabajo estaría hecho. Salió una hora antes de lo normal y fue a su departamento. Le parecía tan ajeno ese lugar y a la vez tan memorable, allí había vivido desde la muerte de sus padres y ahora solo lo pisaba de vez en cuando. Metió todas sus fotos y ropa en una maleta. Tomó fotos de sus cosas y las puso a la venta en un sitio en internet. En dos días llegarían por las cosas y él empezaría una nueva vida, ya no tenía nada que hacer en ese departamento. Salió y hablo con el dueño del edificio. Todo estaba casi listo. 

Se subió a su moto y condujo hasta la casa de Sasha, hace tanto que no la usaba, sabía que a Sasha no le gustaban y por eso prefirió que cada vez que salieran juntos fuera en un auto. Entró a la casa de Sasha y saludó a Irina y a otros empleados. Subió y cuando estaba a punto de abrir la puerta de la habitación de Sasha, Julia salió de la suya. 

-Buenas noches, señora -saludó. Se giró y se puso frente a ella, a pesar de todo lo que había hecho, él no le guardaba rencor, aunque tampoco se descuidaba. Verla tan vulnerable le hizo olvidar a la mujer que un día lo hecho de su casa y obligó al amor de su vida a alejarse y a romperle el corazón, de ella no quedaba rastro. Toda la actitud prejuiciosa se había ido, lucía mayor y cansada. 

-Buenas noche, Ian -. Julia intentó sonreír, pero solo consiguió hacer una mueca terrible-. ¿Puedo hablar contigo un segundo? 

-Claro. 

Caminaron hasta el despacho que solía ser de Thomas y entraron. Nadie había estado allí desde hace tres semanas, el polvo oscurecía todo. 

-Quería ... quería pedirte disculpas por todo lo que hice. Yo no debí interponerme en la relación que tenías con mi hija, pero pensé que no le convenías, me dejé cegar y pensé más en el dinero que en la felicidad de mi hija, pensé que era solo un enamoramiento de niños y que en menos de una semana ella se olvidaría de ti, cuando me di cuenta de que no sería así, la amenacé, no sabes cuanto me arrepiento por eso -una lágrima resbaló por su mejilla-. Me porté como una loca, hice que me odiara, y ni siquiera le di la oportunidad de que me demostrara que eras un buen chico. Lo siento, Ian, en serio, lo siento. Los días que Sasha estuvo desaparecida me di cuenta de cuanto la amas, que esto iba más allá del dinero, tus sentimientos eran puros y que eras bueno -sorbió por la nariz y se secó las mejillas. Cada vez se le dificultaba más hablar, ella no estaba acostumbrada a pedirle disculpas a nadie y menos a reconocer sus errores, pero ya era tiempo de hacerlo, sí quería que su familia salga del hoyo, debía hacerlo-. Y en el entierro lo confirmé, la mayoría de personas nos miraban con pena, incluso nuestra familia, pero tú... tú lo único que demostrabas con la mirada era amor y fuerza. Perdóname, por favor. 

Ian estaba sin palabras. 

-Sé que no lo merezco, pero, por favor, perdóname. 

-La perdono, señora -sonrió-. Creo que todos merecemos una segunda oportunidad y si usted de verdad está arrepentida, ¿quién soy yo para negarle perdón? 

-Muchas gracias -. Julia sonrió y volvió a secarse las mejillas.

-No me agradezca nada -. Ambos se pusieron de pie-. Sí eso es todo, voy a ver a Sasha.

Salió del despacho seguido de Julia, la vio entrar a su habitación y él entró a la de Sasha. 

-Hola -dijo ella y corrió a abrazarlo-. ¿Cómo te fue hoy? 

-Bien -sonrió y la besó en los labios-, cada vez me acostumbro más al trabajo. 

-Que bien. Vamos abajo, Irina preparó la cena y ya la está sirviendo. 

Bajaron y fueron hacia el comedor. Las hermanas de Sasha ya estaban sentadas, Oscar acababa de entrar a la casa y Julia bajaba, se había cambiado su camisón por un jean y una blusa gris. Todos se sorprendieron al verla así. Irina terminó de servir la comida y todos empezaron a comer. Las niñas hablaron de su día en la escuela y de sus nuevas clases de ballet, estaban felices y no dejaban de hablar, pero aún se podía notar la tristeza en sus ojos a pesar de que venían acompañadas de amplias sonrisas.     


A través de los siglosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora