Capítulo 1

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Solté todo el humo contenido. Vi como se formaba una pequeña nube gris en el gran cielo negro. Hoy no había estrellas, ni luna, nada que proporcionase algo de luz más que una estúpida farola que tintineaba. Se iba a fundir en cuestión de minutos.

Me acurruqué bien en mi gabardina y seguí andando por la calle. 

Era un callejón de mala muerte, vagabundos en cada esquina, prostitutas baratas, camellos... Al final de la calle vi el edificio que buscaba. La segunda ventana a la derecha estaba iluminada. Allí tendría que ir.

- Vete de aquí estás a tiempo - me dijo una chica rubia que no podía llegar a la mayoría de edad. 

Se debería de estar congelando. Llevaba puesto solo un vestido negro de una mala imitación al cuero. Se le ajustaba a todas y cada una de sus curvas, aunque tampoco es que la chica tuviera muchas... la echaba unos dieciséis máximo. Como ya he dicho era rubia, tenía un pelo bonito, pero bastante poco cuidado, se había maquillado como una puerta. Raya de ojos de más, tanto rimel que le deberían de pesar sus propias pestañas y un pintalabios tan rojo que hasta le hacía los labios más grandes de lo que en verdad eran. Sus ojos marrones me miraban con tristeza, realmente me estaba dando un consejo.

- Sé muy bien donde estoy - concluí así la conversación. Quizás mejor que ella.

No había nadie en el portal, ni en las escaleras. Esto era raro, pero bueno seguí subiendo hasta el segundo. Llamé a la puerta derecha.

Un hombre alto y muy ancho de espaldas me miró de arriba abajo. Yo llevaba mi gabardina negra para resguardarme del frío, no debe de estar acostumbrado a ver tan poca piel. 

- ¿Qué quieres niñata? 

- Ver a Malcolm.

El hombre de unos cuarenta años se carcajeó como si le hubiese contado un buen chiste. Odiaba a los tíos así... Si pudiese le pegaría una paliza ahora mismo.

- Vete antes de que te tenga que echar yo muñeca - dijo con un tono de burla. 

- Como se entere de que me estás haciendo esperar... Te vas a enterar - comenté como si eso fuese verdad. 

Yo no conocía a ese tío, pero sabía que en cuanto me abriese esa puerta... Digamos que la situación estaría bajo mi control.

- Eres una niña muy tonta si de verdad piensas que tu sitio es este.

Se oyeron unas pisadas al fondo del piso  y una voz ronca preguntó:

- ¿Quién es, Frank?

- Una mocosa - contestó mirándome de nuevo. 

Está bien quizá no aparentaba ser una chica fácil tal y como iba, teniendo en cuenta que mi maquillaje era más bien poco con el cual ni siquiera aparentaba mi edad y que mis ojos azules siempre transmitían cierta calma... O al menos eso era lo que me decía siempre él. Empujé esos pensamientos fuera de mi mente. 

El tal Malcolm hizo aparición en mi campo de visión. Era un hombre de cuarenta y muchos. Tenía el pelo ya canoso y empezaba a clarear en ciertas partes de la cabeza. Sus ojos negros como el carbón me miraban intentando intimidarme... Sí supiera que hace mucho tiempo que no le tengo miedo a nada.

- ¿Y esta niña buena? - preguntó con una sonrisa diabólica.

- Esta niña buena quiere aprender a ser mala - contesté mientras me mordía el labio inferior de forma sugerente. 

- Frank - dijo mirando al hombre que me abrió la puerta - ¿Cómo no la has invitado a pasar antes?

Puse una sonrisa de suficiencia al gorila de la entrada y pasé con mis tacones negros a la sucia casa que se encontraba tras la puerta. 

Te enseñaré a tenerme miedoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora