Capítulo 32

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Me desperté con sudores y dolor de cabeza. No había conseguido dormir profundamente... Estuve recordando todo el tiempo el día en que empecé en esto de verdad. El sueño casi fue una pesadilla, ahí empecé a ser "una jugadora".

- Bebe agua. 

Volví a pegar un brinco. Qué narices le pasa a gente con ponerse en mi campo de visión y hablarme como tal. 

Le miré y volví a dejar caer mi cabeza en la almohada. Ahora no, por dios. Mi casa parecía el banco en hora punta. No jodas, me iba a venir todo el mundo a ver o qué.

- Brooke, bebe - me ordenó. 

Sí, sí me ordenó. Se acercó a mí y me tendió el vaso que estaba en la mesilla. Me incorporé como pude e intentando que no se me notase el dolor. Cogí el vaso, di un traguito y...

Se lo tiré encima. 

- Dylan - pronuncié fríamente - No vuelvas a hablarme así en tu vida, no eres nadie para mí - por si no me había entendido bien repetí cada sílaba lentamente - Nadie. 

Agarró el bajo de su camiseta y se limpió dejándome justo en mi campo de visión su torso. Ese torso que en un momento de mi vida me volvió loca. Tenía tantos tatuajes, descubrí el significado de algunos. Pero ahora tenía uno nuevo en su pectoral izquierdo. Sí, lo más cerca del corazón. 

Princesa

Puse los ojos en blanco al leer tal cursilada. Pero algo dentro de mí, se preguntaba a qué se debía ese tatuaje. Se preguntaba si... 

- Está bien - dijo intentando aparentar tranquilidad - ¿Qué tal estás?

- Eso a ti no te importa - murmuré volviéndome a tumbar y poniendo mi cabeza hacia el lado contrario al que él estaba. 

- Broke... 

- Dylan... - puse su misma voz de advertencia. No era mi padre, que me dejase en paz de hecho... - ¿Cómo has entrado?

- Eso no importa - suspiró pesadamente y fue hacia el otro lado de la cama para mirarme. 

- Sí importa, tendré que cambiar la alarma como siga entrando gente así sin más... 

- Eso no va a hacer nada y lo sabes.

Asentí contra la cama y cerré los ojos. No quería verle y no tenía fuerzas para aguantar todo esto. Por qué se ponía ahora en modo sobre protector. Que me dejase vivir tranquila, de hecho yo ya había dejado de querer vengarme de él, para dar paso a no querer nada de él.

Noté como me apartó el pelo de la cara con lentitud y miedo. Abrí los ojos de golpe y le di una mirada que le indicaba que parase. 

- Tengo una crema muy buena para que la cicatriz sea menor, así no se notará tanto cuando vayas a la playa y eso. 

- No va a reparar todas las cicatrices que tengo - lo dije en un suspiro y más para mí misma, pero creo que me oyó. 

- Lo sé - sonaba apenado, pero no me lo creí en ningún momento. 

Entonces lo entendí, si había vuelto era por algo, no dejaba de presentarse siempre, algo quería. Pero esta vez jugaríamos la partida a mi manera. Esta vez iba a acabar él destrozado y por el suelo. Como me prometí ese día... Iba a aplastar su corazón y destruir su alma, para acabar dejándole solo. 

Volvió a mi campo de visión y le vi dejar sobre la cama un tarro con crema blanca. Obviamente no me la iba a echar... Pero si yo se lo pedía...

- Échamela - susurré tranquilamente. 

Te enseñaré a tenerme miedoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora