Me desperté de mala gana cuando empezó a entrar la luz del día. El día de ayer no fue nada productivo. Solo estuve acostada en la cama y con calmantes para el dolor de la pierna. Thomas se despertó una vez y dijo que le dolía muchísimo.
Al menos no ha muerto.
La puerta se abre y entra Elena con una bandeja que no había visto en mi vida. Tiene zumo de naranja, café solo, una tostada solo con mantequilla y un donut de azúcar.
Parecía que alguien había hecho los deberes de mi comida y bebida favorita.
- Buenos días - dijo en tono cantarín.
Yo arrugué la nariz como respuesta a su buen humor. Por qué narices está tan contenta si se puede saber.
- Thomas está muy despierto hoy - comentó depositando la bandeja en la mesilla.
- Bien - contesté secamente.
Me miró fijamente y dijo:
- Pensé que eso te alegraría.
Yo asentí. A ver, quería que se recuperase sí, pero de ahí a dar saltos en la cama, hay un gran trecho. Alargué la mano para coger el zumo y me lo bebí de un trago. Tenía la boca seca.
- Dice que quiere hablar contigo.
Volví a asentir. Cuando acabe de desayunar me levantaría, me ducharía y todo eso que se debe hacer en un día normal.
- ¿Te duele?
- Menos - contesté y era la verdad. No sé que me mandó tomar Connor, pero me encontraba mucho mejor.
- ¿Te ayudo a ducharte?
La fulminé con la mirada... ¿Estamos tontos? No soy una inválida. Puedo sola y aunque no pudiese preferiría hacerlo para que no pensasen que estaba demasiado mal.
Ella se rió y levantó la manos en señal de rendición. Yo moví la mano como para que lo dejase y se fuese si quería, pero siguió en la cama conmigo.
- ¿Y tu padre? - me preguntó con una vocecilla de forma tímida.
- No te preocupes por él, no suele venir.
- ¿Por qué?
- Cosas de la vida.
Ella asintió viendo que no la iba a dar más información. Y por una extraña razón esperaba que me preguntase por mi madre. Pero no. Eso ya nadie lo hacía, quedó muy claro que nos abandonó. Y nadie sabe nada de Tumba.
Lo que me lleva a pensar...
Dylan.
- ¿Me puedes dejar sola? - pregunté estirando el brazo para coger el móvil - Tengo que llamar a mi padre.
- Claro - respondió levantándose de la cama y yendo hacia la puerta mientras yo la miraba fijamente - Si necesitas algo avísame.
- Vale.
Respiré hondo tres veces. No me calmaba. No quería llamar a Dylan, pero era necesario para saber algo más de la casa.
Toqué su nombre para llamarle y a los dos tonos me lo cogió.
- Brooke, me acabo de enterar - dijo nada más descolgar - ¿Qué pasó?¿Cómo estás?
- Dama - contesté a su interrogatorio.
Le oí suspirar.
- ¿Cómo estás?
- Muy bien.