Capítulo 4.

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Bajó de la moto no sin antes trastabillar tres o cuatro veces en las que maldijo su torpeza.
-Gracias por llevarme.
-Cuando quieras.
Justo en ese momento unas gotas empezaron a salpicarla, alertando de la tormenta que se avecinaba.
-Bueno, yo me voy que empieza a llover. Nos vemos en clase, Blythe.
-Claro, sí. Adiós.
En un visto y no visto ese chico de ojos grises desapareció en medio de la noche, pudiendo ir a cualquier lugar, sintiendo el aire que te golpeaba mientras ibas subido en aquella increíble moto.
Pensando en otras cosas llegó a su habitación y se durmió sin problemas sumergida en un mar de momentos y personas que no sabía ubicar. El domingo pasó sin problemas ni incidentes, toda su actividad fue pasar las páginas del libro que la tenía absorbida y que no podía dejar de devorar.
Así llegó otro aburrido lunes en el que nadie es feliz porque se tiene que volver a trabajar, a las obligaciones, a poner los pies en la tierra y dejar las alas en el armario para el siguiente fin de semana.
El lunes de Blythe empezó con prisas, corriendo. Llegaba tarde y tenía examen. Estaba a punto de llegar cuando alguien se puso en su camino obligando a que aflojase el paso. Libby. Maldijo todos y cada uno de sus huesos hasta que entró por la puerta justo en el momento en el que sonaba el timbre. Hizo el mayor sprint de su vida logrando llegar a clase antes que el profesor. Buscó por toda la clase queriendo encontrar únicamente un par de ojos que la tenían hipnotizada aunque ella no quisiera admitirlo.
Los encontró y no fue capaz de dejarlos de mirar pero ellos estaban pendientes de otra cosa y esa otra cosa había entrado justo detrás de ella: Libby. Se sentó desilusionada y queriendo salir del instituto lo antes posible, rezaba para que aquellas horas pasasen rápido.
Lo primero que hizo cuando la jornada lectiva terminó fue ir a la cafetería, a buscar esa habitual nota que mantenía la ilusión un poco más viva. El mensaje de aquel día era distinto, cuando lo leyó le dio la impresión que iba dirigido únicamente a ella y no a cualquier persona al azar a quien poder alegrar el día.
"902. LLÁMAME".
Se quedó mirando esa orden sin poder reaccionar.

Blythe.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora