-Vamos Blythe, será divertido. Así verás otra vez a Cam.
-¿La fiesta es en su casa?
No habían pasado ni veinticuatro horas y ya estaban planeando una nueva fiesta a la que Blythe sabía que terminaría yendo. Y así fue, unas horas y tres cubatas más tarde allí se encontraban, bailando y pasándolo bien. Estaba con su grupo de amigos hablando y diciendo tonterías que más tarde no recordaría cuando notó que alguien la cogía del brazo girándola hacia él.
-Hola, preciosa.
-Vaya, hola Cam.
Sin saber por qué se le escapó una carcajada.
-¿Qué es tan gracioso?
-Nada, ayer ibas más guapo.
Cam no pudo hacer más que subir una ceja en contestación y mirarla gracioso.
-Bueno, tú has bebido lo mismo veo.
-Lo estoy pasando bien, esquimal.
-¿Esquimal? -él ya no sabía que esperarse.
-¡Sí! Esquimal. De pequeña me encantaban los besos de esquimal, esos que frotas la nariz con el otro, ¿sabes lo que te digo?
-Te voy a sacar de aquí para que tomes el aire, vamos.
-Nooooooo, yo quiero bailar hasta que salga el sol, aburrido.
Dicho eso Cam perdió la paciencia y la cogió como si de un saco de patatas se tratase hasta llegar al jardín posterior, donde solo había un par de parejas besándose.
-Yo quería bailar -dijo ella haciendo pucheros.
-Blythe calla ya y besémonos.
-No.
¿Cómo que no? ¿Por qué había dicho que no? ¿Qué problema tenía consigo misma? Se moría por volver a enrollarse con él.
Cam, sin aceptar la negativa, se acercó a ella y a esa boca que el día anterior le había dejado encantado. Estaban a punto de besarse cuando ella le cogió de la mano y le hizo girar como si fueran niños y estuvieran bailando. Después de eso se fue corriendo otra vez a la fiesta riendo sin un porqué, riendo porque sí, siendo feliz por un momento sin motivo. Cam tardó unos minutos en procesar lo que acababa de pasar y decidió que eso no terminaría así, algo tenía ella que le desconcertaba.
Eran las cinco de la mañana y dos noches saliendo le estaban pasando factura, no podía más, no le quedaba energía que gastar. Se encontraba sentada al lado de la carretera con el móvil en la mano y esperando a sus amigas. Una idea le cruzó la cabeza y antes de poder pensárselo dos veces, llamó.
Pip.
Pip.
Pip.
-¿Holaaaaa? -una voz despreocupada contestó, se oía música de fondo. Blythe escuchaba esa música por repetido y le atribuyó la culpa al alcohol hasta que se dio cuenta que la canción que escuchaba a través del móvil era la misma que sonaba en casa de Cam.
Colgó.
El autor anónimo estaba allí. No se lo podía creer.
Justo en ese momento vio a Bruce ir hacia ella con el móvil en las manos y expresión pensativa.

ESTÁS LEYENDO
Blythe.
De TodoEl destino, así como la vida, es incierto. No sabemos si tenemos que luchar para hacerlo nuestro o si simplemente sucederá porque así debe ser. No sabemos de dónde viene o a dónde va. No sabemos si quemará como cartas de amor olvidadas o florecerá...