Sábado por la mañana y Blythe estaba ya despierta, lejos de estar cansada ya que la noche anterior llegó pronto a casa después de oír esa desagradable confesión de su supuesto amigo Cam. No se lo podía creer. Esperaba que le rompiesen el corazón y las ilusiones reiteradamente a ese cabrón, tantas veces como para que se diese cuenta que las personas son más que una carcasa moldeable la cual se puede decorar con ropa de marca o accesorios que son innecesarios pero que nos hacen sentir más nuestros. Las personas tienen ilusiones y esperanzas, expectativas. Las personas tienen sentimientos que muy fácilmente se pueden romper si los dejas en las manos equívocas. Todos tenemos alma, todos tenemos suspiros que se escapan sin querer y miradas de reojo que lo pueden significar todo. Cada uno tiene esa sonrisa que puede significar mil cosas, todo depende de la persona que la quiera descifrar y al final, todos necesitamos esa persona que nos recuerde como es nuestra espalda al no poder verla. Todos necesitamos tener ese hueco en la habitación de alguien donde deje allí nuestra fotografía. Blythe había decidido que Cam no era esa persona para ella, no dejaría una fotografía suya en la mesita de noche y no escucharía canciones pensando en él. Se sentía desilusionada. Pensándolo mejor, le dolía más que Cam le hubiese mentido que la viese de esa forma, de usar y tirar porque si hubiera sabido desde el principio que solo la quería para el sexo las cosas hubieran ido muy distintas. ¿Quién no necesita desahogarse de vez en cuando? Simplemente ahora ya no sería con él.
Las horas se habían ido arrastrando hasta llegar a las seis de la tarde y Blythe decidió que ya le tocaba salir un poco y tomar el aire. Sin darse cuenta se había puesto su ropa favorita y sus pies la habían llevado a ese lugar que hacía tiempo que no saludaba, donde sus ilusiones se habían mantenido vivas y allí donde había aprendido a apreciar el sonido del hielo. Entró y al dirigirse hacia la mesa qu consideraba suya se quedó parada. Una pareja joven la ocupaba ya. Quizás alguno de ellos era el de las notas. ¿Perdería algo en preguntar?
-Perdonad, ¿os puedo hacer una pregunta? -definitivamente había perdido la cabeza. ¿Por qué les estaba preguntando a dos personas que no conocía de nada, que seguramente habían pasado por allí de casualidad, si eran los autores de esas notas?
-Sí, claro. -dijo la morena con una agradable expresión y una sonrisa que te hacía plantear a quién le podía caer mal esa chica.
-¿Os sentáis aquí con frecuencia? Es decir, puede parecer extraño pero antes siempre me sentaba en esta mesa y cada día me encontraba notas de ánimo y bueno, al veros aquí sentados me preguntaba si...
-¿Eres tú? -el chico habló y por favor, que lo vuelva a hacer. Que voz más bonita.
-¿Disculpa?
-Tú. Tú eres quién recogía mis notas y a veces las contestaba. Tú eres quién me llamó el otro día, ¿verdad?
Se había quedado sin palabras y su cara estaba pálida. Sabía que había podido llamarlo otra vez pero decidió que no era así como quería conocerlo, que tenía que ser el destino si existía o algo parecido quien debía volver a juntarlos para que fuera de verdad, para no hacer trampas.
-Yo mh... sí supongo. -cada vez se sentía más cohibida.
-Creo que me estoy perdiendo, chicos. -dijo la chica, divertida.
-No es nada Abby, unas tonterías mías, luego te lo cuento.
Blythe no sabía que contestar. ¿Unas tonterías? ¿Eso era todo lo que había sido para él? ¿Algo que hacer cuando no tenía nada mejor con lo que pasar el rato? ¿Acaso no se daba cuenta de que un simple mensaje podía cambiar el día de alguien? Y él había sido tan idiota de jugar con eso, para él solo eran tonterías. Quizás sí, sí estaba exagerando, pero lo que había dicho le había dolido.
-Sí, claro. Son solo tonterías, qué importa ¿no? Mejor me voy, últimamente solo me encuentro con desilusiones. -Miró con el ceño fruncido al chico- Adiós, espero que nos volvamos a ver. - se despidió esta vez de la chica, con una sonrisa.
-Oye, espera. No te vayas. No había querido decir eso...
No logró escuchar más de lo que el estúpido le decía ya que en menos de medio segundo ya estaba andando por la calle, con expresión enfadada y humo saliéndole de las orejas.
-Perdón, no miraba por donde iba.
-Tranquila, yo tampo... ¿Blythe?
-Vaya, hola Bruce. ¿Ya no me evitas o tengo que fingir que no nos hemos visto y seguir andando? -estaba ya de suficiente mal humor como para encontrarse ahora al chico que había pasado de ella durante días después de lo ocurrido en su casa.
-Lo siento, ¿vale? Sé que no hice lo correcto ignorándote pero no me sentía preparado como para volver a hablar contigo. No me gusta que la gente pueda ver a través de mí y es algo que parece que tú haces sin esfuerzo. Y lo odio Blythe, lo odio. No quiero que sepas quién soy, cómo soy y todos los porqués. No quiero que sepas verme, joder.
-¿Y tú te crees que me gusta verte y no poderte ayudar? ¿Crees que disfruto sabiendo que hay algo contigo que está mal pero que no puedo ayudarte porque no te da la puta gana de confiar? -cada vez estaba más enfadada. ¿Podría salir algo bien ese día? Por lo que se veía no.
-¿Confiar? ¿Confiar en quién? ¿En la chica que se sienta conmigo en clase con la que he hablo tres veces en mi vida y que no sabe ni cuando es mi cumpleaños? No tienes ningún derecho a pedirme confianza. Pídesela a Cam, he visto que sois muy amiguitos ahora.
Auch.
-Mira, vete a la mierda. ¿Eso es lo que soy? ¿Tu compañera de clase? Anda y que te jodan.
Blythe empezó a andar hasta llegar a su casa y se encerró en su habitación para no salir de allí hasta el próximo lunes, dejando a Bruce parado en la calle pensando en todo y deseándose a sí mismo feliz cumpleaños. Cuando esa noche Blythe entró en Facebook y vio que ese día era su aniversario se le rompió un poco el corazón pero luego se convenció que no había sido su culpa, aunque ¿quién miente tan bien como para engañar al corazón?
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Blythe.
DiversosEl destino, así como la vida, es incierto. No sabemos si tenemos que luchar para hacerlo nuestro o si simplemente sucederá porque así debe ser. No sabemos de dónde viene o a dónde va. No sabemos si quemará como cartas de amor olvidadas o florecerá...