Sabía que no debía decir eso pero estaba perdida. Perdida en dos pozos grises que ahora mostraban diversión. Esos ojos que hacía días que la tenían hipnotizada. La luz de la sala dejó de iluminarle por un momento y ese precioso color se transformó en un negro. Hizo una mueca en contestación. Se le estaban a punto de saltar las lágrimas y todo por no poder verle bien los ojos. Su nivel de alcohol en la sangre empezaba a ser preocupante.
-Blythe, preciosa, ¿qué pasa? ¿Estás llorando?
-No puedo verte los ojos. –susurró ella con expresión triste.
-Oh vamos, no puede ser. -soltó él con una sonrisa traviesa - Sígueme.
Dicho eso la cogió de la mano y la arrastró por toda la sala hasta que llegaron a la puerta que daba al exterior. Una vez allí los dos pudieron respirar mejor y fue entonces cuando se dieron cuenta a la vez de sus manos entrelazadas. Se soltaron como si una chispa hubiera saltado de entre ellos.
-Ya está, ya me puedes ver los ojos –dijo señalando la farola de la que estaban debajo – así que para de llorar. ¿De qué estábamos hablando?
-De que me gustas con barba. -se le escapó sin pensar.
Su sonrisa cada vez la ponía más nerviosa.
-¿Solo con barba?
-Idiota.
Bruce empezó a acercarse peligrosamente hasta que quedaron separados por apenas cinco centímetros. Eso no podía ser bueno. Notaba como respiraban uno el aire del otro, como el calor inundaba sus mejillas y como movía nerviosa las manos inconscientemente, sin saber qué hacer con ellas.
-Dilo.
-¿El qué?
-Que te gusto.
-N-no me gustas.
-Blythe, ¿eso que he oído ha sido un titubeo?
-Déjame.
Dicho eso despegó la vista de él e intentó ir andando en línea recta hacia la casa para seguir pasándolo bien. No quería pensar en lo que acababa de pasar. No quería pensar en que había estado a punto de decírselo. De decirle que le gustaba y de cómo se moría de ganas por besarle en ese momento. De confesarle que desde el primer día estaba pendiente de él y que en más de una ocasión se había colado en sus sueños, haciendo que despertase con ganas de seguir soñando.
Eran las seis de la mañana y no había vuelto a ver al chico que la tenía confusa ni a sus amigas. Ring-ring.
-¿Diga?
-¿Blythe? Llevamos media hora buscándote, ¿dónde estás?
-En la puerta de entrada.
-Vale, espera allí. En un minuto estamos.
No habían pasado aún los sesenta segundos cuando vio a sus dos amigas ir hacia ella riendo tranquilamente y contándose todo lo que les había pasado en la fiesta cuando no habían estado juntas. Cuando ella les contara lo que habían pasado sí que reirían.
-Hola, chicas.
-Hola, no te hemos visto en toda la fiesta casi, ¿qué ha pasado?
-Pues veréis... Resulta que he estado con Cam.
-¿El que es un año mayor, que hace poco salía con Ash? –inquirió Tess.
-Ese mismo.
-¿Y qué hacías con él? No le conoces de nada. –dijo ahora curiosa Clary.
-Ahora sí que le conozco y qué quieres que te diga, besa genial.
Soltó la bomba así como quien no quiere la cosa. Cam era uno de los chicos más guapos del instituto y todo el mundo sabía eso. ¿Por qué él había decidido escogerla a ella y no a una mil veces más guapa? No lo sabía pero Blythe estaba más que feliz.
-NO LO DICES ENSERIO.
-¿Estás segura de que era Cam?
-Que sí, pesadas. Me ha dado su número y todo. Envidiadme.
Rieron. Así fue su vuelta a casa, pacífica después de toda la guerra de esa fiesta.
Se metió en la cama pensando en Cam pero cuando cerró los ojos solo un par de gemas grises ocuparon su mente.

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Blythe.
RandomEl destino, así como la vida, es incierto. No sabemos si tenemos que luchar para hacerlo nuestro o si simplemente sucederá porque así debe ser. No sabemos de dónde viene o a dónde va. No sabemos si quemará como cartas de amor olvidadas o florecerá...