Capítulo 2.

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El timbre finalmente sonó y la rutina siguió su curso. Aquella tarde, guiada por la curiosidad, volvió a la cafetería donde se encontró la nota a la que tantas vueltas le dio. Entró y se sentó en la misma mesa, esperando encontrar otro mensaje de aquella persona anónima que sin saberlo le había dado tantas esperanzas. Contra todo pronóstico había otra nota exactamente en la misma posición que la anterior.

"No te preocupes, saldrá bien". No pudo hacer más que sonreír y girar automáticamente el post-it para comprobar si había otro número en la parte de atrás o si simplemente, en la nota de ayer, el autor se había despistado y no se había dado cuenta que el papel ya estaba rallado antes de escribir en él.

"4".

Esa tarde la pasó allí, sentada, perdida en sus pensamientos y con toda la concentración puesta en el sonido que hacía el hielo que tenía en el vaso cuando lo removía con la cuchara. Decidió que le encantaba como sonaba, el leve "tic-tic" que se escapaba cada vez que una cosa impactaba contra la otra. Se hizo tarde y pensó que lo mejor sería volver a casa, donde tenía sus quehaceres y sus obligaciones, donde no podía perderse en un mundo que no existía.

La campanilla de la puerta sonó cuando la abrió para irse pero sin poder pensarlo dos veces fue hasta su mesa y dejó allí su propio mensaje:

"Mañana será un buen día".

-Hola mamá.

-Hola Blythe, ¿qué tal hoy?

-Bien, como siempre.

Las mismas tres frases que cada día se repetían al llegar a casa y el sonido de sus pasos yendo hacia su habitación. En ese instante su móvil recibió un mensaje. Era su mejor amiga.

-Tía, ¿sabes de qué me he enterado?

-Dime.

-¿Sabes el nuevo? No sé cómo se llama... Bruno o algo así.

-Bruce, se sienta conmigo en clase, ha llegado hoy creo. ¿Qué le pasa?

-¿Hoy? No pierde el tiempo el chico... Resulta que esta tarde ha quedado con Libby y ya sabes cómo es ella. Esos dos se lían seguro.

-Hombre... El chico es guapo, normal que se fije en ella. Si terminan juntos esperemos que Bruce tenga paciencia porque sino ni cuatro días.

-Pues sí... Bueno hablamos luego, me voy a duchar, ¡un beso!

Bruce... La verdad es que sí, era guapo. Y sí, llamaba la atención. Solo por eso sabía que nunca se fijaría en nadie como ella: normal, del montón. Lo tenía superado.

Tumbada en su cama esa noche su única preocupación era qué canción iba a escuchar cuando terminase la que sonaba en ese momento. Después de cinco canciones y, sin quererlo, se durmió. Aquella noche ni el seis ni el cuatro fueron los protagonistas de sus sueños, lo fueron un par de ojos grises que no consiguió ubicar cuando despertó.


Blythe.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora