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    Pasaron cinco horas después que ingresaron a Camila en el quirofano,  empecé a imaginarme como sería todo si esto salía mal, sin importar que, yo estaría con ella, no me imaginaba con otra persona, estaba completamente enamorada. 

    Salió mi hermano con una sonrisa y se la devolví, abrió sus brazos y me hundí en ellos para darle un gran abrazo.

—¿Como fue todo? —Pregunté separándome de él.

—No fue nada fácil, teníamos que tener mucho cuidado, estaba enredado en su pierna por eso ese día no pudo caminar, por la presión que estaba haciendo en el. —Mi hermano se perdió en sus palabras e hice que volviera a tierra.

—Chris Chris —Chasqueé mis dedos y sonreí. —¿Ella esta bien?

—Si, no va a poder bailar aún, tiene que hacer un par de rehabilitaciones para estar en forma y que no salga nada mal. —Arreglé mi cabello y suspiré aliviada.

—¿Puedo verla? —Asintió y me llevó a su cuarto. 

    Al entrar estaba perdida viendo la televisión, tenía aun sus ojitos bastante apagados.

—Hey... Chris me dijo que todo salió bien, pero, ¿como te sientes? —Me acerqué.

—Creí que me sentiría peor, así que sí, estoy bien —Me respondió. 

    Hablamos hasta que volvió a quedarse dormida. Me preguntó de mi conversación con Shawn, le conté y tampoco confió, sabía que tenia miedo, pero quería que estuviera segura.

[...]

    Pasaron tres semanas, fuimos a la rehabilitación como recomendó mi hermano, y Camila mejoró mucho,  se sentía lista para volver al estudio.

          Camila

    Estaba lista para volver, con Lauren siempre apoyándome estaba en un lugar mejor, aun no me sentía cómoda viviendo en ese lujoso apartamento, pero ella no quería que regresara a la vieja casa, además, con Shawn allí, ni un millón de años.

   Me levanté temprano, y salí dejando aún a Lauren en la cama, llegué al estudio y sentía todas las miradas en mi, se acercó Marcus, el director del grupo de baile.

—Camila que bueno que estés devuelta —Le sonreí dándole un abrazo.

—Si yo también estoy feliz de estar aquí —Miré el lugar y vi que en mi posición estaba otra chica. —¿Y ella? ¿Mi reemplazo?—Pregunté y él respiró pesadamente, sabía que me tenía malas noticias.

—No —Por dentro me sentí aliviada. —La cosa es que, tu ya no eres mas la bailarina principal de los recitales que siguen —Mis ojos se abrieron sorprendidos por sus palabras.

—¿Que estas diciendo? ¡Pasé años para que me dieras este puesto y me esforcé! —Alcé mi voz y todo nos miraban. 

—Te pido que te calmes, pero ya tienes una operación y aunque digas que estás mejor, puedes fallar, es un riesgo para nosotros. —Negaba con decepción.

—Hay muchas bailarinas que se han sometido a operaciones y siguen mejorando hasta son mejores que antes. —Alzó sus hombros sin importarle.

—No me arriesgaré y menos con una lesbiana como tu —Con sus palabras entendí todo este asunto.

—Así que de esto se basa todo, me vas a echar por estar con una mujer, en este estudio te aseguro que no soy la única. —Todas se miraron entre sí. —Ya habrá otro estudio que me acepte.

—Yo no estaría muy seguro, las noticias corren rápido. —No lloré enfrente de él, pero camino a casa varias lagrimas se me salieron. 

    Mientras caminaba, un auto se paró a mi lado y alguien se bajó, cuando miré bien, Lauren estaba allí, corrí a abrazarla y hundirme en sus brazos.

—¿Que paso mi amor? —Me decía con su ronca pero suave voz.

—Me echaron —Me arregló para verme directamente a la cara y limpiar mi rostro.

—Pero, ¿por qué? Ya estas mucho mejor, ya has ensayado para calentar y tus piernas reaccionan bien —Negué, porque sé que la verdad no iba ser la mejor para ella.

—Por ser lesbiana Lauren —Bajé mi rostro.

—Perdóname Camila. —Me torné a mirarla rápidamente y tomar su rostro en mis manos.

—No, Lauren no es tu culpa, simplemente ellos se quedaron un siglo atrás. —Sonrió débilmente.

—Pero este era tu sueño, y yo me metí en tu vida —Le di un beso espontaneo en sus labios.

—Gracias por hacerlo. —No quería que mis cosas con Lauren fueran en caída otra vez, algo habría para mi en algún lugar, tendría fe. —¿Y eso que estabas por aquí? —Pregunté dirigiéndonos a su auto.

—Sabía que necesitabas mis abrazos —Le di un pequeño empujón, reímos —Te iba a llevar tu almuerzo, que se te olvidó en casa. —Ese pequeño gesto, hizo que mi corazón explotara de mil maneras.

—Te amo de verdad —Abrió la puerta del copiloto y me dio un tierno beso en la mejilla.

—Y yo a ti, ya veras que conseguirás algo, estoy segura —Me metí en el auto y ella seguidamente cerró la puerta.

—Lo sé. —Le respondí sintiéndome algo insegura, recordando las palabras de Marcus.

*****

Mi hogar es Contigo | CAMRENDonde viven las historias. Descúbrelo ahora