IX

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7 de septiembre, 2009.


He enmarcado nuestra fotografía y la he puesto sobre la mesilla de noche.

Se ve preciosa y mi mamá no ha tardado en preguntar que quién es el de la foto.

Y le he contado todo, incluso que comienzo a sentir, no mariposas, pero sí pirañas en mi estómago. ¿Acaso así se siente cuando te enamoras por primera vez? Tan vacía, tan llena a la vez.

El amor es un gran vacío, que estás dispuesto a saltar.

Lo he dicho, me he enamorado de Noah White, el chico de secundaria del primer día de clases.  

—No te ilusiones demasiado pronto, no quiero que te lastime. —Me sugirió mi mamá mientras recogía algunas cosas que estaban tiradas en la habitación. —Además, él sería el primero, el número uno de esa lista de amores que pasarán por tu vida y no sabes si serán lágrima o sonrisa.

—No se puede predecir lo que pasará en una relación, incluso los meteorólogos no aciertan. Y cuando dicen que no lloverá, puede caer la más fuerte tormenta jamás vista.

—Tranquila, hija. No digo que no te enamores, lo único que quiero es verte feliz. Si tú eres feliz, yo también lo soy. —Se sentó al borde la cama

—Por eso te quiero, mamá. Has sido la mujer más valiente y fuerte que conozco, a pesar de todo, estás aquí, conmigo.

—Ya basta de tanta melancolía, que me vas a hacer llorar y no quiero tristezas más en esta casa.
¿Está bien?

—Como tú digas.

La abracé y le dije al oído: nunca me abandones.

"No lo haré", me susurró. 


(Por la tarde)

Quedé de verme con Ross en una cafetería para resolver algunos problemas matemáticos.

Habían unos cuadros preciosos, trazados a base de líneas que expresaban muchos sentimientos. Tan simple, y tan magistral a la vez.

Al final terminamos hablando de todo, menos de matemática.

Cuando, de repente, en la calle nos encontramos con las odiosas de Elisa, Taylor y Nathali, eran inseparables, y por suerte, nos las encontramos.

Qué mal día.

Ya se había corrido el rumor de que estaba saliendo con Noah en toda la secundaria, razón por la que me atacarían nuevamente, al parecer a Taylor -la más odiosa de las tres- le gustaba él y por eso me advirtió que me alejará.

—Él no te merece. ¡Mírate! Eres un asco, estás gorda. —Se rieron viéndome de pies a cabeza—. ¿Acaso no te has dado cuenta?

—¿De qué?

—De que Noah sólo sale contigo por lástima. Es tan obvio, que solamente tú no te has dado cuenta. Ya todos lo saben, ya todos hablan de ti, ya todos hacen chistes de la chica que se enamoró de alguien imposible. ¡E-R-E-S--U-N-A--B-A-L-L-E-N-A! —Resaltó, mientras se iban riendo

—Son unas perras. —Me dijo Ross mientras me abrazaba 

Yo era un mar de lágrimas en un segundo.

—Es que... —Me corté en lo que iba a decir.

—¡Es que nada! Nada de lo que han dicho es cierto. No le hagas caso, son unas perras malditas del infierno.

—Es que todo concuerda, ningún chico se había fijado en mí, hasta que él se acercó a mí. Y cómo alguien como él iba a fijarse en mí.

—Cierra los ojos, pequeña. —A Ross se le llenaron los ojos de lágrimas también, intentó ocultarlos, pero su voz me decía que le dolía verme llorar.

Amiga es aquella que llora contigo.

El Diario de AnnalisaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora