XXXXIII

3.1K 248 32
                                    

22 de diciembre, 2009.


Esto es una maldita pesadilla, que alguien me diga que esto no está pasando.

Quiero a Noah aquí, lo quiero en mis brazos, quiero que me tome de la cintura como en nuestra primera cita cuando bailamos ante la luna, quiero que me diga que me quiere tal cual soy, quiero a ese chico que me enseñó a no darme por vencida, a ponerme siempre de pie cuando me han tirado.

Este es el mayor dolor que jamás llegaré a sentir en la vida.

Noah ha muerto, mi Noah está muerto.

Vuelve, por favor.

Vuelve.

Vuelve mi vida a ser como antes de conocerlo: una total catástrofe.

Siento que me estoy hundiendo en mis pensamientos al mismo ritmo con el que me doy por vencida. 

Todavía recuerdo su último mensaje, todavía recuerdo nuestra última conversación, todavía siento escuchar el sonido de su voz susurrándome al oído que me quiere, siento el tacto de sus dedos secándome las lágrimas.

Grito.

Me desespero. 

Recuerdo.

Lo recuerdo sonriente,
haciéndome reír.

Abrazo nuestra fotografía, mis lágrimas caen fría y amargamente sobre el papel.

Y recuerdo aquella vez en la que me preguntó:

«—¿Tú me esperarías toda la vida?

Siento que esa respuesta ya la sabía, incluso antes de conocerlo, aunque no sabía cómo decirla.

—Sí, mi amor, te esperaría incluso después de la muerte».


El Diario de AnnalisaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora