Ya había pasado una semana desde mi cita con Edmond y no sabía prácticamente nada de él. Me había escrito el domingo por la noche para saber como estaba, pero luego de ahí no me volvió a hablar y no había venido a visitar a James en la oficina. Cada vez me preguntaba más si había hecho algo mal. Traté de alejar los pensamientos de Edmond pues estaba en el trabajo, debía terminar un memorándum. Antes de que pudiera seguir escribiendo, recibí una llamada de James. Así que entré a su oficina para ver que necesitaba.
-¿Vas a almorzar hoy?- Me preguntó una vez entré a la oficina. Me pasaba preocupada pensando en Edmond todos los días y eran pocas las veces que pensaba en James. James también estaba raro y en esta semana casi ni me había dirigido la palabra. Solo para cosas del trabajo y me mandaba a retirar de la oficina. Encontré un poco extraño que me estuviera haciendo una pregunta que no tenía nada que ver con el trabajo.
-Supongo.-
-¿Quieres ir conmigo?- Me preguntó sin mirarme, escribiendo algo en su computadora.
-De acuerdo.-
-Salgo en diez.- Me dejó saber y salí de su oficina. A veces me preguntaba como podía salir con él como si nada hubiese pasado. Incluso la mayoría del tiempo olvidaba lo que había pasado en Japón. Todo lo sucedido en Japón parecía un sueño. Creo que a veces pensaba que era un sueño y no lo tomaba como algo real. Pero si lo pensaba mucho terminaba actuando como una niña de quince años. Guardé lo que tenía hasta ahora del memorándum y apagué la computadora. Antes de que pudiera hacer algo más, James salió de su oficina. Ni siquiera habían pasado cinco minutos. -¿Nos vamos?-
Tomé mi bolso y juntos caminamos hasta el ascensor. Usualmente cuando salíamos a almorzar juntos y bajábamos en el ascensor pensaba en Japón, y como dije anteriormente actuaba como una niña de quince años toda abochornada. Ni siquiera lo miraba. Pero hoy sentía ese día tan lejos que no sentía bochorno alguno. Esta vez sí lo miré y noté algo que si lo pensaba bien, lo había notado en Japón. James estaba recostado de la pared con la mirada abajo y respiraba con dificultad. Decidí no decir nada y solo lo miré disimuladamente. En todo el camino hasta el primer piso estuvo así y una vez salimos del ascensor tiró un suspiro y volvió a ser el mismo de siempre.
-¿Qué quieres comer hoy?- Me preguntó abriéndome la puerta de su Chevrolet Corvette gris.
Esperé a que se sentara a mi lado para contestarle. -No tengo preferencias.-
-Bien. Hoy tengo ganas de comer Panda Express.-
-De acuerdo.-
El camino fue silencioso, a excepción de la música del radio. Una vez llegamos al restaurante de comida rápida, pedimos nuestra orden y nos sentamos a comer. Aquí fue cuando el silencio se rompió. -¿Has hablado con Edmond?-
La pregunta me tomó por sorpresa. -No. ¿Por qué?-
-Por nada.-
-¿Pasó algo?- Ahora me había preocupado. ¿Edmond le habrá contado algo? ¿O James tenía que ver con el hecho de que no me hablaba?
-No realmente. No lo he visto desde aquel día en el restaurante.-
¿Entonces Edmond tampoco hablaba con James? -Bueno, él me habló el domingo en la noche, pero solo fue para preguntarme como estaba.-
-Entiendo.- James tomó un bocado de arroz con vegetales y me miró por un momento. -¿Si te cuento algo no le dices a Edmond?-
-¿Qué cosa?- Esto estaba más interesante que la comida.
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James.
Roman d'amourMi sueño siempre fue poder ir a Japón. ¡Y por fin estaba haciendo ese sueño realidad! Nunca esperé que conocería a James ese día. Y tampoco pensé que al conocerlo mi vida cambiaría completamente. James me hacía hacer cosas que jamás hubiese hecho y...