Capítulo 2: Matsuri.

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Esa mañana me levanté temprano. Ya tenía todo listo desde hacía una semana. Estaba muy emocionada como para no hacer la maleta. Mi madre me estuvo regañando toda la semana, pues me decía que la ropa terminaría arrugada, pero no me importaba. Solo quería llegar a Japón. Me bañé y me vestí. Me aseguré por no se cuantas veces ya que estuviera todo en la maleta. Agarré mi bolso y salí de mi cuarto. Cuando mi padre me vio supo que ya era hora de irnos, pues él me haría el favor de llevarme al aeropuerto. Cargó mi maleta hasta el auto y nos fuimos al aeropuerto. 

-No olvides llamar a tú madre cuando llegues y todos los días que estés por allá o no se callará la boca preocupada.- Mi madre era una mujer muy desesperada, a veces me preguntaba como mi padre la aguantaba. 

-Sí, ya lo sé.- Intercambiamos unas cuantas palabras más hasta el aeropuerto. Una vez en el aeropuerto seguí las direcciones del Sr. Peterson, pues tomaría su jet privado sola. Su hijo ya estaba en Japón desde hace unos días atrás el maldito. Mientras iba de camino al jet me puse a pensar en su hijo. La verdad nunca había visto a sus hijos. El Sr. Peterson parecía importarle mucho su familia, pero solo tenía una foto de su esposa en su escritorio. Era una señora de cabello marrón oscuro y ojos marrones. Totalmente diferente al Sr. Peterson que tiene sus ojos azules como el cielo y su cabello rubio ya canoso. Me preguntaba como serían sus hijos. ¿Habrán salido a su madre o a su padre? ¿Tendrían una mezcla de ambos? Sin darme cuenta ya estaba entregándole los papeles a los guardias de seguridad y me acompañaron caballerosamente hasta el jet privado. 

El viaje fue algo aburrido, incluso me quedé dormida, pero gracias a esto el viaje se hizo más corto. Una vez en el aeropuerto Narita, tomé mis maletas y me dirigí a la salida. Antes de salir del todo vi a un señor japonés con un papel que decía "Donson Emma". Ese era mi nombre. Me acerqué a el señor y con una no muy buena pronunciación me habló. 

-¿Donson- san?- Asentí a su pregunta y el señor sonrió abiertamente. -Soy Takabe Kousei, trabajo para Migawa-sama y como vino por parte de Peterson-sama me ordenaron llevarla a su hotel.- Dijo todo con un poco de problema, pero con mucha confianza. Volví asentir con la cabeza y el Sr. Takabe comenzó a caminar. -Por aquí por favor.- Lo perseguí hasta un auto y me monté en la parte trasera. Cuando salimos del área del aeropuerto pude ver a Tokio. Era solo medio día. Los edificios se alzaban por todos lados. Suponía que debía ser como estar en Nueva York, nunca había ido pues California quedaba al otro extremo. Luego de un rato el señor se estacionó, se bajó del auto y me abrió la puerta. 

-Gracias.- El Sr. Takabe me sonrió y sacó las maletas del bahul. 

-Si entra por esa puerta la atenderán enseguida.

-Muchas gracias.- Me volteé y fijé mi vista por primera vez en el hotel del Sr. Migawa. Era uno de los hoteles que el Sr. Peterson quería ganar el 60% de las acciones y era un hotel enorme y hermoso. Tenía mucho verde adentro y los muebles se veían de alta clase. Creo que si hubiese venido para Japón sola, jamás me hubiera hospedado en un hotel tan caro. Al entrar un japonés me estaba atendiendo con un inglés perfecto y me dirigió hacia la recepcionista. Estuve muy poco tiempo esperando para que me atendieran y rápidamente me dieron la tarjeta de mi habitación. Estaba en el piso 5 en la habitación N12. Cuando entré no fue nada de lo que esperé. Siempre pensé y esperé que el cuarto se vería asiático. Pero no tenía pinta de ser asiático, parecía un hotel de Estados Unidos o incluso de Inglaterra. 

Cuando terminé de instalarme llamé a mi madre como me había pedido y al finalizar nuestra llamada, tomé mi bolso y salí de la habitación. Quería caminar un poco a ver que encontraba. Cuando bajé, el mismo asiático que me atendió al entrar hablaba con una pareja inglesa. Les explicaba como llegar al "matsuri" que empezaba a las siete de la noche. Mentalmente me pregunté si el "matsuri" era el festival de verano, pero la mujer le dijo a su pareja que no quería llegar tarde al festival y mi pregunta fue contestada. Así que cuando terminaron de hablar con el portero me acerqué a él y le pregunté donde podía conseguir una "yukata". Amablemente me explicó donde podía comprarlo y me dirigí hacia la tienda mencionada. Me perdí un poco, pero cuando llegué no me arrepentí. Habían "yukatas" hermosas. No sabía cual elegir ni como elegir y al parecer la chica de la tienda se dio cuenta. 

-¿Busca una "yukata" para el "matsuri"?- 

-Sí.- Le contesté tímidamente. 

-"Hai", yo le ayudo. Con su color de pelo, flores rositas se verán lindas.- Me dijo con dificultad, no dominaba el inglés. -Puede usar "yukata" como esta.- Me llevó hasta una "yukata" blanca con flores rosas y rojas, ramas verde claro y puntitos amarillos y azules. Tenía dos lazos, uno rosa claro y otro fushia. -Esta "yukata" hará brillar su piel.

La "yukata" estaba hermosa. Fue como amor a primera vista. -Me la llevo.- Le dije sin pensarlo dos veces. 

-"Hai".- Ella tomó la "yukata" y la llevó a la caja registradora. -Los "obi" son 70,00 € y la "yukata" 120,00 €- Le entregué la cantidad de dinero, gracias a Dios que el Sr. Peterson me había dado dinero de Japón. -"Hai, arigato gosaimasu!" ¿Sabe cómo poner "yukata"?

-No.

Ella sonrió y tomó una "yukata" que estaba detrás de ella. -Es así.- Y me enseñó hasta como amarrar los lazos. 

*** 

Cuando llegó la noche me vestí con mi "yukata" como me enseñó la japonesa de la tienda. No me puse de los zapatos tradicionales porque no se caminar con ellos, opté por unas sandalias marrones. Dejé mi cabello suelto y me maquillé ligeramente. Tomé mi bolso y salí rumbo al "matsuri". Desde lejos pude apreciar las luces del templo. Había muchas personas desde japoneses hasta latinos. Habían muchos turistas. Cuando logré entrar al área del "matsuri" era una calle recta llena de tienditas en los lados con mucha comida. Quería probarlas todas, pero había mucha gente. Así que me acerqué a la que menos personas tenía en esos momentos. Vendían algo llamado "takoyaki". Pedí unos y cuando me los entregaron lo probé y pude sentir el sabor de pulpo en ellos. Pero estaba muy rico. Seguí recorriendo las tienditas hasta que llegué a una de juegos. Era un juego donde pescabas unos "Goldfish" anaranjados o negros con una red que parecía de papel. Los peces que atraparas eran tuyos. Me llamó la atención el juego. Habían puros niños jugando a excepción de dos adultos. 

Pagué mi turno y me bajé cerca del estanque. Acerqué el pequeño envase y la red de papel para mi cacería. Era la única turista jugando este juego y a los niños les iba muy mal, tal vez no tenía oportunidad. Probé con mi primer intento y pude atrapar uno naranja. Volví a intentarlo esta vez uno negro, pero la red se rompió y para mi mala suerte el pez naranja brincó fuera del envase. Escuché una risa detrás de mi y al alzar la mirada vi al chico más hermoso que jamás hubiera imaginado. Tenía su cabello marrón oscuro algo largo  y sus ojos marrones, pero era hermoso. Volví a poner mi miraba en los peces sin saber que hacer, hasta que sentí una mano en mi hombro. 

-Soy muy bueno en esto. ¿Quieres que te ayude?- ¡El chico me estaba hablando! Se bajó a mi altura en el suelo y me sonrió. -Yo lo pagaré no te preocupes. ¿Quieres el negro?

-Sí.- El chico volvió a sonreírme y pagó su turno para poner toda su atención a los peces. 

Rápidamente atrapó el negro y luego atrapó uno naranja. -Eso es todo.- Le dijo al señor. -¿Puede ponerlos en bolsas separadas?- El señor asintió y el chico me miró. -Ves, soy bueno.- El señor le entregó las bolsas y él me pasó el pez negro. -Aquí tienes.

-Gracias.- Le dije tomando el pez y quedándome en silencio, no sabía que decir. Pero no fue por mucho tiempo porque una música llamó nuestra atención. 

-¡Van a empezar¡ ¡Ven!- El chico comenzó a caminar a un lugar lleno de personas y simplemente lo seguí sin decir nada. Al mirar lo que todos miraban era a unos japoneses bailando. Bailaban y cantaban alrededor de una carroza. Luego de un tiempo de admirar los bailes y cantos el chico me miró. -¿Eres de Estados Unidos?

-Sí. ¿Y tú?- 

-Yo también, lo supe por tu forma de hablar, aunque fueron monosílabas.- Me regaló una corta sonrisa mientras miraba su celular y volvió a mirarme. -Ya es muy tarde me regresaré a mi hotel.

-Yo también me regresaré.- Bajé la vista a mi bolso para buscar mi celular, quería ver la hora. Pero el chico tomó mi mentón y lo alzó. Por un momento pensé que se despediría dándome un beso en la mejilla al verlo acercarse, pero fue a otro lugar. Depositó un beso en mis labios y me sonrío egocéntricamente al ver mi cara de sorpresa. Sin más se alejó dejándome allí parada con el sonido de los tambores. 

***

James.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora