Capítulo 47

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DOS DÍAS DESPUÉS

—No tenía ni idea que fueras tan bueno para cocinar pasta—dijo Anahi suspirando y recostándose en un sofá con el fuego vivo en la chimenea y una taza de café. Aquello era precioso, Alfonso y ella en la soledad de un rancho alejados de todos.

Escucho la risa ronca de Alfonso mientras caminaba hacia ella descalzo, sin camisa y con una taza de café en la mano hacia la sala de estar. Alfonso era un hombre hermoso, y era suyo. Suspiro al sentir que él la movía para quedar atrás de ella y ella se recostaba en su pecho con dulzura. Ambos viendo el fuego en la chimenea, Anahi estaba sintiendo una paz que jamás había experimentado.

—¿Aun estas cansada? —le dijo al oído mientras fuera una suave brisa movía los arboles Anahi negó con la cabeza mientras respiraba ese olor que le encantaba a crema de afeitar y a limón que siempre desprendía.

—No, amor mío—le dijo contra el cuello dándole un beso dulce en él, escuchándolo suspirar—. No te niego que el viaje en coche me canso mucho pero la hora que descanse mientras preparabas la cena me ayudó muchísimo. No puedo creer que ya tengamos cinco horas de estar aquí.

—Es un lugar precioso—le sonrió—. Mañana que podamos explorarlo seguro te lo parece.

—Lo más hermoso es la compañía, compartir esto tan hermoso con el amor de mi vida—Alfonso la aparto lo necesario para verla a los ojos y le acaricio la mejilla, era tan hermosa.

—Me alegra que quisieras acompañarme—dijo con dulzura y Anahi le beso el mentón enamorada.

—Yo jamás podría decirte que no a algo que tú me pidieras—le beso la mejilla con dulzura—. Yo haría lo que sea por verte feliz y sonreír de esa manera que yo tanto amo.

—Eres tan dulce—la vio a los ojos con amor—. Me siento feliz de estar aquí contigo y saber que estamos solos—la abrazo—. Que puedo quererte sin preocuparme por nada.

—Aun no puedo creer lo rápido que hiciste todo—dijo viendo el fuego mientras Alfonso ponía su rostro en su hombro—. Convenciste a Maite que cuidara mi consulta, avisaste a mis hermanas y alquilaste este lugar.

—Es que...—dijo con tristeza—. Es que me moría de ganas de estar contigo y pasar unos días solos—Anahi rio pegándose más a él y Alfonso cerro los ojos por un momento, tendría que decirle a Anahi lo que sucedía pero no sabía cómo hacerlo, esperaría hasta mañana cuando ella estuviera más tranquila.

—Me gusta mucho este lugar, es muy cómodo y pensaste en todo hay películas, una chimenea y hasta trajiste mi equipo para tejer—sonrió.

—Dulce me ayudo a hacerte la maleta—sonrió besándole la mejilla y en ese momento un feliz Bongo se unió a ellos recostándose en la alfombra y moviendo su cola—, Y Bongo también.

—La verdad es que tenia miedo por mis pacientes pero cuando me dijiste que Maite había aceptado hacerse cargo de algunas consultas y Larry la iba a ayudar ya quede más tranquila.

—Tú familia y amigos están felices que te tomes unos días para descansar mi amor—le beso la mejilla—. No puede atender a tus pacientes si no estás bien y tienes que recuperarte de esa piernita.

—Estando contigo no veo porque no pueda recuperarme—dijo volteándose y uniendo sus labios con los de él. Se besaron profundamente escuchando el viento y el crepitar del fuego.

Alfonso supo el momento exacto en que las cosas pasaron a otro plano. Fue cuando Anahi empezó a acariciar el vello de su pecho despacio mientras su lengua jugaba con la de él, sus brazos inmediatamente se fueron a un lado mientras ella empezaba a besar su cuello dulcemente.

Mi Destino A&A (Historia Original)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora