Capítulo 13: Más que solo un rastreador...

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Ella:

Desde que mi hermano me dejo en brazos de Liam, el no dudó un segundo en salir corriendo del Gran Salón –el cual seguramente era un desastre en este momento- en dirección al refugio secreto.

Y mientras más nos alejábamos de todo el alboroto, mas culpable y preocupada me sentía, quería que Liam me bajara y correr de vuelta para ayudar a papá y a mamá; es demasiado injusto que yo escape, mientras ellos se enfrentan al peligro cara a cara. O mejor dicho, a los Omte.

Pero sabía que sería imposible, primero que nada con todo el susto, yo aún estaba en shock, por más que intentara ponerme en pie, solo retardaría nuestra huida, mis miembros se negaban a obedecer las órdenes que les mandaba mi cerebro. Y también estaba el hecho de que Liam jamás me dejaría alejarme de él, menos correr en dirección contraria, si cree que corro algún tipo de peligro. ¡Muchisisisisimo menos con la orden que le dio Oliver!

Que en realidad había sonado más a una amenaza... normalmente le habría reclamado por hablarle tan bruscamente, pero sabía que esta vez mi hermano mayor solo quería cuidarme.

Pero lo más importante de todo, es que en los brazos de Liam me siento segura, si no fuera porque me está cargando, probablemente ya me había largado a llorar, su cercanía es lo único que impide que de rienda suelta a las lágrimas que luchan por salir de mis ojos.

Cuando llegamos al final del corredor, él me baja con cuidado, para poder empujar la pared que estaba frente a nosotros.

- Pasa –me indica, con un gesto de la mano.

Sin decir nada, solo asentí y entre en el refugio, el cual está completamente oscuro, procuro no moverme mucho para no chocar con nada que haga ruido y alerte a alguien de nuestra presencia.

Escucho como suena la pared al volver a cerrarse, ocultando el pasaje secreto al refugio.

- Las luces de emergencia tienen que estar por acá... -murmura en un tono tan bajo que casi no alcanzo a escucharlo-. Aquí están.

Se oye un leve crujido y el sonido de algo cortando el aire, al momento una tenue luz verde fosforescente producida por un delgado tubo fluorescente ilumina el lugar lo suficiente para notar los escalones por los que debemos bajar.

- Sujeta mi mano, yo bajare un escalón antes para asegurarme que están en buen estado, este lugar no se usa en años... –me ofrece la mano, pero yo sin conformarme con eso, entrelazo mis dedos con los suyos.

- Está bien –me limito a contestar, rezando internamente para no pueda ver mis mejillas ardiendo en la oscuridad.

La comisura de sus labios se eleva ligeramente, pero luego sacude suavemente la cabeza como para quitarse lo que sea que estuviera pensando, y vuelve a su expresión seria de antes, concentrándose en su deber: llevarme sana y salva hasta el refugio.

Desandemos con cuidado los oxidados escalones de metal, en un silencio sepulcral, lo cual solo sirve para ponerme más nerviosa, en cuanto mis pies tocan el suelo en señal de que hemos llegado al cuarto blindado, ya estoy temblando incontrolablemente.

Tengo que ser fuerte, no puedo empezar a llorar ahora, soy la princesa, debo mantener la compostura, no se me debe ver llorando, no es apropiado, debo ser un buen ejemplo de calma y control...

Repito como mantra una y otra vez, en mi cabeza las lecciones de la Srta. West sobre el comportamiento adecuado de una princesa, esa soy yo, soy la Princesa Elizabeth, y ya que mis habilidades aún no se terminan de desarrollar, no puedo ayudar a nadie allá arriba a enfrentar a los intrusos. Así que por lo menos debo ser capaz de mantenerme tranquila y segura aquí, para que mis padres y Oliver no tengan que preocuparse por mí bienestar también.

Intento hacer ejercicios de respiración para controlar mi ritmo cardiaco, mientras veo como Liam abre la gran puerta de hierro y busca a tientas una lámpara y provisiones -mira lo calmado que está él, intenta hacer lo mismo- me digo, pero sin lograr ningún efecto, siento que mi cuerpo entero se estremece como si de un terremoto se tratase.

- Estas temblando, Princesa –dice al tiempo que me acerca una silla y cubre mis hombros con una manta-. Ven, siéntate.

- Gr... gracias... -digo titiritando.

- ¿Te encuentras bien? ¿Te duele algo? –pregunta con sus profundos ojos negros llenos de preocupación.

- No... yo so-solo... todo esto... -intento fallidamente explicar.

- Está bien, lo entiendo, ninguno de nosotros esperaba un ataque, supongo que después de la junta de hoy se organizarían tropas para custodiar el perímetro, pero nadie esperaba que se infiltraran al palacio justamente hoy... -dice rápidamente.

Al notar la forma en que lo miraba, con el miedo probablemente reflejándose en mi rostro, empezó a bajar el tono de voz hasta quedar en completo silencio. A través de los gruesos muros de concreto y hierro que conformaban el techo de donde estábamos, pude escuchar el sonido de algo grande y pesado chocando contra el suelo sobre nuestras cabezas. El candelabro, pensé. Todo esto se está poniendo muy mal.

Sin poder contenerlo, solté un gemido de terror.

Liam se giró rápidamente a mirarme, e intento acercarse, pero se veía confundido e indeciso, no estaba seguro de que hacer para calmarme, no lo culpo, yo tampoco tengo la más mínima idea de cómo calmarme a mí misma.

- ¿Puedes... -me mordí el labio inferior-. Podrías a- abrazarme? –solté en un hilo de voz, que creí que no escucharía. Por la expresión de sorpresa en su rostro supe que sí me había oído.

No estoy muy segura de porque le pedí aquello, pero la idea simplemente apareció en mi mente y la dejé salir.

- No... -mi corazón se contrajo-. No... lo sé, no creo... que sea correcto... yo...

- Liam... -supliqué, acallando sus razonamientos.

Una princesa no debería andar suplicando, pero en esta situación solo podía pensar en lo mucho que necesitaba sentirme segura, y sé que con él cerca me sentiría mejor.

El conflicto que había en su mirada hace solo unos segundos desapareció, asintió, sentándose a mi lado y me rodeo con sus brazos, a lo que apoyé mi cabeza en su hombro, mientras una ola de calor y alivio me recorría al contacto con su cuerpo.

- Descuida Ella, no permitiré que nada malo te ocurra, aquí estamos seguros –murmuró, y sentí el suave toque de sus labios contra mi frente.

Me pegue más a él y antes de darme cuenta, me había quedado dormida.

Un Cuento TrylleDonde viven las historias. Descúbrelo ahora