Capítulo 25: Por fin está claro

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Hanna:

Hace ya un buen rato había culminado la ceremonia oficial de la mayoría de edad del príncipe. Ahora todos los invitados se encontraban reunidos en el Gran Salón disfrutando de la fantástica recepción.

¿Y dónde estaba yo?

En cualquier lugar, menos allí, donde Oliver quería que estuviera, y por muy extraño que parezca en esta ocasión no había sido mi decisión. Resulta que el pueblo de Förening quiere a su príncipe más de lo esperado, y sin importar cuantos esfuerzos han hecho los reyes para eliminar las distinciones entre las clases sociales, y mantener contentos a sus súbditos, para ellos nunca nada es suficiente.

Durante la ceremonia, y por ser parte de la tradición, se le permitió la libre asistencia a todo aquel que lo deseara, pero para el momento de la celebración, la familia real prefería tener un ambiente un poco más "privado", bueno, tan privado como puede ser un evento oficial de tal importancia, donde participan los personajes más influyentes de la comunidad.

El problema es que el resto de la gente no estaba conforme con aquello, pues consideran que deben poder ingresar también al tiempo de recepción, y cuando se presentan este tipo de circunstancias donde la seguridad y tranquilidad del palacio se ven amenazados, la familia Holmes no tiene otra alternativa que presentarse al servicio inmediatamente, sin importar la naturaleza de su relación directa con la realeza.

En conclusión, no importaba que tanto quisiera ir arriba para disfrutar de la fiesta como todos hacían, y como Oliver explícitamente me había pedido, en ese momento mi papá me necesitaba, y era mi deber ayudarle. Estuve corriendo de aquí para allá por al menos una hora, intentando calmar a la multitud y hacerla entrar en razón, hasta que finalmente el último de ellos acepto irse en paz.

- Esta gente es imposible –papá suspiró exasperado, y se dejó caer en el primer sillón que encontró.

- Ni que me lo digas –contesté, también algo cansada, el llevo la peor parte.

- Nunca han querido entender que sin importar cuan poderosos sean los de la familia real, también son personas. Tienen derecho a su privacidad.

- Bueno... supongo que si así fuera ninguno de nosotros tendría trabajo.

Papá se quedó mirándome por un rato.

- Aún hay changelings. Se puede trabajar de ello.

- Son escasos –respondí encogiéndome de hombros-. Son pocos los rastreadores que aún se dedican a ello, todos los demás trabajan para el palacio, o en la escuela, si no es que hacen algo completamente diferente.

- ¿Y tú?

- ¿Qué ocurre conmigo?

- ¿Quieres seguir en esto toda tu vida? ¿Serás mi sucesora?

- Lo he pensado, al parecer es tradición familiar –hice una pausa, y papá rio-. Pero no estoy segura realmente, creo que me gustaría probar algo más. Mientras que estoy segura que a Liam le hace muchísima ilusión trabajar aquí.

- Siempre puedes irte de Förening si es lo que deseas, lo hemos discutido. No tienes que quedarte aquí por nosotros, puedes ir afuera un tiempo, quizás trabajar con la seguridad externa, explorar otras opciones.

Sonreí. – Lo sé. Pero aún no he tomado una decisión. Supongo que espero a que... ciertos asuntos se acomoden. Así podré estar segura de que es lo que quiero.

Un Cuento TrylleDonde viven las historias. Descúbrelo ahora