Capítulo 18: Perdón

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Hanna:

Planto firmemente las plantas de mis pies al suelo, flexiono las rodillas, y con un solo movimiento impulso mi cuerpo en un puño contra el indefenso saco de boxeo, pero no resulta suficiente. La ira que se junta en mi interior es demasiada para liberarla con un solo golpe, así que continuo lanzando puños una y otra vez, hasta que mis nudillos sangran y aun así no estoy conforme.

La única manera en que podría calmarme es si a quien golpeo no fuera solo un inútil saco de arena sino él. Él, el estúpido chico que logra desconcentrarme, quien me encuentra donde nadie más puede, que me entiende y me conoce, que logra hacer que las cosas aburridas tomen color, pero que es demasiado ciego para entender las señales de una chica enamorada y demasiado idiota como para saber medir sus acciones y palabras. Ese es él, el chico que me gusta, mi mejor amigo, el príncipe de Förening, señoras y señores él es Oliver Staad.

¿Por qué tenía que ser él? De todos los chicos del mundo tenía que enamorarme de él. ¿Y porque? Pues porque no comparto mucho con nadie más y con quienes lo hago es estrictamente por trabajo, así que... ¿De quién más podría enamorarme?

Ah, ¡pero claro que hay más opciones! ¿No? A fin de cuentas él se enamoró de una princesa ¿Y cómo culparlo? ¿Cómo no habría de hacerlo? Después de todo ella es una hermosa y sofisticada princesa, con clase, con joyas, con corona y de sangre real. ¿Y yo? Simplemente su mejor y única verdadera amiga de toda la vida, ¿pero quién cuenta eso?

Solté un grito de frustración mientras dejaba un último golpe en el saco, quien sin poder soportarlo más se rompió dejando caer un montón de arena sobre el suelo. Sobe mi puño, con la respiración entrecortada, llevándome instintivamente la mano a la mejilla para descubrir lágrima en ella que no sabía que había derramado.

Estaba enojada, muy enojada. Pero sobre todas las cosas estaba herida.

Me sentía completamente estúpida, ingenua, impotente, quería soltarlo todo, decírselo a alguien, pero a la vez no podía hablar con nadie, ya que a la única persona con la que me sentiría cómoda hablando era justamente la que lo había ocasionado.

Ya han pasado 3 días desde que Oliver y yo hicimos nuestra última broma infantil, que corrimos al único lugar que sentíamos seguro y especial, donde Oliver y yo nos besamos por primera vez, y donde como el gran tonto que es tuvo que arruinar todo, dejando en claro que no tiene ningún sentimiento romántico por mí, y rompiendo mi corazón en pedazos.

Y todo resultaba asquerosamente estúpido y cursi, ¡Yo no soy así! No soy el tipo de chicha debilucha y tonta, jamás lo he sido, y de hecho siempre he odiado a las que se comportan como inútiles muñequitas de porcelana, me dan ganas de vomitar y romperles la nariz, todo al mismo tiempo. Pero cuando se trata de él, no puedo evitar parecer una de ellas, todos mis muros se caen, y quiero sentirme femenina, dulce, especial, que me sostenga entre sus brazos, que podamos compartir juntos y... ¡ahj! Solo pensarlo me da asco, pero también mace en mí un inevitable sentido de añoranza.

Me acurruco en el suelo, con mis brazos rodeando mis piernas y mi cabeza escondida entre las rodillas, haciendo mi mejor esfuerzo para que las lágrimas dejen de correr.

Oliver ha intentado acercarse a mí en varias ocasiones y de diferentes formas desde la mañana siguiente a ese día, pero lo he evitado todas y cada una de ellas. En las reuniones del palacio, en los paseos por el bosque, en el entrenamiento matutino junto al rio, incluso cuando fue a casa por la noche, fingí estar dormida y demasiado cansada como para atender a alguien.

Una gran parte de mi quería verlo, recomponer las cosas, volver a como estábamos antes, aunque eso implicara ser solo amigos, al menos así lo tendría cerca mío. Pero la otra parte de mí, la que aún conservaba e control de mi cuerpo, huía, corría lo más lejos y rápido que pudiera, lejos de él, pues no estoy segura de como reaccionaria si lo confrontara ahora mismo o en un futuro cercano.

Un Cuento TrylleDonde viven las historias. Descúbrelo ahora