Capítulo 19: Preparativos

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Oliver:

Por fin las cosas han vuelto a la normalidad.

No puedo expresar con palabras lo tranquilizador de volver a estar en buenos términos con Hanna, todo era simplemente demasiado difícil mientras me evitaba. Y aunque sin duda pase la mayor pena de toda mi vida para poder solucionar las cosas, sé que valió la pena.

Y más ahora que mi cumpleaños número 18 está a la vuelta de la esquina. El príncipe de Förening cumplirá la mayoría de edad. Y todos están listos para celebrarlo, el reino entero se prepara, la gente celebra, mientras yo, ando demasiado ocupado pensando en todas las cosas que hay que organizar.

-         Pensé que esto de planificar fiestas era cosa de chicas - me quejé.

-         Lo es -aceptó la tía Willa-. Pero ya que eres el cumpleañero, y que se trata de tu cumpleaños 18, donde te conviertes en adulto, y obtienes oficialmente la capacidad de gobernar el reino, debes partir de esto. Es un día muy importante.

-         Me pregunto cuántas veces he oído eso -comente exasperado.

-         Si algo he aprendido durante todos estos años con tantos eventos, es que se vuelven más amenos si haces parte de la planificación -aseguro mi madre.

-         Y ya deja de estarte quejando, que tampoco es para tanto - añadió Hanna.

-         ¡Exactamente! -concordó Willa-. Además tienes una amiga que te ayuda con todo esto. Deberías sentirte afortunado. La verdad es que Wendy no era muy buena en este tipo de cosas ¡al principio me tocaba todo el trabajo a mí!

-         ¡Pero si a ti te encanta! -reprochó mamá.

-         Si, bueno, eso también es cierto...

Y más o menos a si han transcurrido los últimos 3 días, entre degustaciones, recuerdos, quejas, pedidos, revistas de diseño, arreglos florales, mas degustaciones, ideas, y toda clase de preparativos que se pueden tener para la fecha tan esperada.

-         Oliver, ¿Qué color preferirías en las mesas? ¿Dorado, azul rey o bordo? –preguntó mi tía.

-         ¿Qué tal si pones los manteles dorados sobre los azules? –opinó Hanna.

-         ¡Es una idea estupenda, tienes muy buen gusto Hanna! –respondió la otra.

Y una vez más me pregunto, ¿para qué me tienen aquí, si al final todo lo deciden ellas?

Toc, toc, toc, se escuchó el golpeteo en las puertas del salón.

-         ¡Pase! –permitió mi madre.

-         ¿Por qué están las puertas cerradas? –pregunté confundido.

-         Eso es porque queremos que el sábado sea todo sorprendente, para ello es necesario hacer los preparativos a puertas cerradas –explicó ella.

-         Por supuesto... -murmuré.

-         Su Alteza –el cocinero del evento, entró e hiso una profunda reverencia.

-         George, que gusto verte ¿ya tienes preparado lo que se pondrá en la mesa postes?  

-         Por supuesto, precisamente para eso he venido, espero recibir su consentimiento.

-         Bueno, en ese caso ¡vamos a probarlo! –dijo juntando las palmas y sonriendo. Yo la imite, ¡al fin algo que me gustaba hacer!

Todos nos abalanzamos sobre la variedad de dulces dispuestos sobre la mesa, todo se veía delicioso, y lo estaba. Sin duda se han esmerado en la ocasión.

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