Capítulo 22: ¡A Jugar!

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Alguien tocó a la puerta, causando que ambos nos sobresaltáramos y nos alejáramos de golpe.

Tan oportuno.

Suelto un suspiro, y miro a Abigail quien está riéndose como niña a la que acaban de pillar en una travesura. No puedo evitar reír yo también. Finalmente grito que pueden pasar.

- Su Alteza -hace reverencia uno de los guardias-. Su Majestad el rey lo espera a usted en el jardín de juegos. Y a la princesa Abigail la espera la reina Wendy en su salón privado.

Arrugo el gesto confundido.

- ¿Te dijeron mis padres para que nos necesitan?

- No, Señor. Lo lamento. Solo me mandaron a llamarlos.

- Entiendo... -asentí-. Bien, iremos en un momento.

El guardia asintió e hizo una ligera reverencia antes de marcharse.

- ¿Tienes idea de para que nos llaman? –me pregunta Abigail un tanto inquieta.

- Ni idea, en realidad. Pero no creo que sea nada serio. No tienes que preocuparte.

Tomé su mano entre la mía y dibujé suaves círculos con el pulgar para tranquilizarla.

- Oliver, tu mamá es encantadora... pero por alguna razón me siento un tanto incomoda esta vez.

Sonreí. – Quizás tenga algo que ver con el hecho de que es la primera vez que la veras como "Suegra" –levanto las cejas repetidamente.

- ¡Oh! ¡Muchas gracias! Eso sí que ha sido de ayuda. ¡Ahora voy a estar aún más nerviosa!

- Vamos, no te preocupes. Todos en mi familia te adoran, no hay razón para ponerse nerviosa. Además, dudo que mamá mencione algo sobre nosotros.

Abigail me miro durante unos segundos fijamente, indagando dentro de mis ojos si lo que le decía era verdad. Aparentemente no encontró nada, pues suspiró resignada.

- Bien, supongo que la única forma de saber es yendo para allá.

Le di un beso en la frente. – Ya verás que no es nada. ¿Sabes llegar?

Ella asiente suavemente y se va como flotando por el pasillo, hacia el salón de la reina.

Yo me encamino con paso ligero hacia los jardines.

Sumido en mis pensamientos, logro distinguir más adelante una melena oscura bastante particular.

- ¿Qué cuentas Holmes? No esperaba verte hasta mañana en la fiesta.

- ¿Qué no es obvio? –respondió Hanna señalando su uniforme, y por primera vez me percato de que lo llevaba puesto-. Hay protocolos de seguridad que se deben realizar antes de la celebración.

- ¿De que estas hablando? ¿En serio piensas trabajar el día de mi cumpleaños? –no logré evitar el tono indignación en mi voz.

- Bueno, no tengo opción en realidad. Su Alteza el príncipe solicitó mi presencia durante la ceremonia –cada palabra parecía querer encubrir el veneno que había en ellas.

- Hanna no seas tonta. ¿Lo estás diciendo en serio?

Se encoge de hombros.

- Sabes perfectamente que no te invité como guardia. ¡Tienes una invitación oficial! ¡Tú misma ayudaste a hacerlas! –reproché.

Un Cuento TrylleDonde viven las historias. Descúbrelo ahora