Epílogo

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Seis años después, narra una Ángela de veintiséis años*

Avanzo por el centro comercial para llegar a una cafetería donde me encontrare con Lorena y Pablo, lo cuales se vinieron a vivir hace dos años de vuelta aquí, a México. Ellos se casaron el año pasado y hoy Lore tiene cuatro meses de embarazo, sonrió al pensar en ellos, toda una vida juntos, tan enamorados cada día más, y ahora seré tía de un precioso niño, pero eso no es todo lo que provoca mi alegría, mi mejor amigo Sebastián por fin le propuso matrimonio a Veronica, a esa chica de la que se enamoró en preparatoria y a pesar de que al graduarse no se volvieron a ver, el año pasado coincidieron en el mismo trabajo, y así el tiempo y los sentimientos del pasado hicieron lo suyo, empezaron a salir hasta que el día de ayer en una cena pequeña pero elegante Sebas se arrodillo ante Veronica y dijo la pregunta que tanto habíamos esperado que digiera.

Mi hermano y Sophie aún siguen siendo novios, aunque no son la típica pareja de enamorados, ni siquiera un 40% comparado a Lore y Pablo, ellos más bien siguen siendo esos adolecentes celosos, inmaduros y locos, pero aun cuando no son la pareja perfecta se aman y protegen entre ellos.

En cuanto a mí, pues, ¿Qué puedo decir de mí? Tengo un apartamento para mi sola, oh sí, yo soy independiente, aunque extraño mucho las comidas de casa y a mi familia, me gusta tener una buena tarde de soledad para leer mientras tomo una gran taza de café caliente en el sillón a lado de la ventana. Y eso es todo, vale, está bien, trabajo en un despacho de contadores y soy la gerente de la oficina, el jefe es mi tío, pero no por eso crean que soy gerente solo por ser familia, en realidad me costó trabajo llegar hasta ahí, pero eso es una larga historia que no pienso contar ahora que ya veo a mis amigos comiendo pastel por la ventana, empiezo a caminar más rápido sonriendo cuando al querer entrar a la cafetería alguien choca contra mí y caigo al suelo, recojo las cosas que de mi bolso se cayeron cuando escucho decir: ''Lo siento''. Rápidamente miro hacia el sujeto que me tiende su mano y vuelvo a dejar caer todas mis cosas, el pestañea rápidamente y se agacha junto a mí, trago saliva al igual que él y quito mi vista de sus ojos azules, si, de esos ojos azules que sueño todas las noches, de esos ojos azules que me hacen sentir un millón de cosas, recojo todas mis pertenencias y me levanto ignorando su presencia.

-Ángela... -Me detengo al escuchar su voz, esa voz ronca que no conocía hasta el día de hoy, con mis ojos a punto de llorar me volteo y lo miro de frente, el coraje empieza a invadir mi cuerpo.

-¿Cómo sabes mi nombre? -James mueve su cabeza en confusión y sonríe de medio lado.

-¿No me reconoces? Vale, que si estoy más alto y ya no parezco el chico de 17 que conociste pero, soy James, mira mis ojos. -Se acerca un poco más a mí y yo me alejo más de él, siento mis rodillas doblarse y mis manos sudar de los nervios que su cercanía me provoca, el traga saliva mientras me mira a los ojos.

-¿James? No, definitivamente no conozco a ningún James, te estas confundiendo. -Giro sobre mis talones para entrar a la cafetería pero me detengo en la entrada, si entro con mis amigos que aún siguen comiendo pastel se hará una plática mucho más incómoda, así que me dirijo a una fuente cercas, me quedo observando el agua correr, siento en mis mejillas las lágrimas, y su respiración en mi cuello.

-Ángela... -Me hace girar y mirarlo frente a frente, su rostro de hombre muestra un ceño fruncido y una mueca en su boca, sus manos se posan en mis mejillas y limpian las lágrimas que hace unos momentos derrame.

-¿Qué haces aquí? ¿Por qué vuelves después de tanto tiempo? -Siento mi voz quebrarse, suelto otra vez mi bolso, por lo cual posiblemente tendré que comprar un celular nuevo después de esto, tomo mi rostro con mis manos y me agacho hasta quedar hincada, el hace los mismo y empieza a hablar.

Tocados por el amorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora