Capítulo dos.

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En cuanto estaciono el auto abrí la puerta y baje en silencio.

-¿Mucha prisa?-, pregunto divertido mientras bajaba.

-Si, algo así, ¿nos vemos en el almuerzo?-, pregunte tratando de excusar mi conducta. En todos los años que habíamos sido amigos Shawn nunca había olvidado esta fecha, aunque nunca era el primero en felicitarme, tal vez tenia demasiadas cosas en la cabeza y luego lo recordaría. Me esforcé en creer eso.

-Hoy no, los chicos quieren aprovechar el tiempo para un partido rápido-, contesto mientras yo asentía. Shawn amaba el futbol siempre lo había hecho y no era la primera vez que anteponía eso al almuerzo o... a mi.

Cuando llegue a mi primera clase me senté justo al lado de Scarlett, era difícil describir a mi única amiga en la escuela, sus ojos estaban delineados de negro, su cabello rubio parecía una explosión de rizos húmedos que caían hasta su camiseta negra con la palabra ¨RAMONES¨ en el frente. Ella se divertía diciendo que era genial estar juntas, el cielo y el infierno. Ella un pequeño demonio y yo un inocente ángel de mejillas rosadas y cabello castaño.

No estaba segura si era bueno ser el querubín.

-¡Hola señorita cumpleañera!- , saludo Scarlett, y aunque estaba feliz porque lo recordara aquello solo formo un nudo en mi garganta.

-Hola-, le dije mientras ella fruncía el seño.

Tenia entres sus dedos con uñas pintadas perfectamente de negro, una cajita de color azul cielo, la miro y luego a mi de nuevo.

-¿Qué?-pregunto mientras yo parpadeaba.

-Nada- trate de sonreír encogiéndome de hombros.

La mirada intensa de sus ojos verdes por poco hace que rompa en llanto ahí, en medio del salón de clases, al final ella soltó un bufido poco femenino y me tendió la cajita.

-Tu regalo- , murmuro mientras yo lo tomaba y sin siquiera verlo le daba un fuerte abrazo.

-Gracias-, susurre al tiempo que ella me daba palmaditas en los hombros.

-Muestra de cariño publica ¡puaj!- , bromeo haciéndome reír.

-Yo siempre he dicho que el amor no debe ocultarse-, se burlo Daisy Thompson, la capitana del equipo de porristas y mi mayor temor escolar. Siempre me había molestado pero desde que Shawn y yo éramos novios eso se había multiplicado; bromas, chistes ofensivos, etc.

Scarlett creía que Shawn podía ponerle un alto, pero yo no deseaba ser quejumbrosa, eran mis batallas.

El profesor llego antes de que Scarlett le saltara encima.

Regrese a casa caminando pues el partido de Shawn se había alargado mas de la cuenta y los dos sabíamos que el futbol no era lo mío, aunque dudo que el hubiera puesto mucha atención cuando le dije que me iba, de nuevo el nudo en la garganta pareció hacerse enorme y me esforcé por pensar en las cosas lindas del día.

El regalo de Scarlett habia sido una pulsera de colgantes, en ella mi amiga, que repetía las muestras de cariño, me había mostrado todo su amor. Habia una pequeña cámara, un ángel y un pequeño demonio, también un perro que según Scarlett representaba a Shawn, a lo cual yo solo rodé los ojos. También tenia un corazón y un pequeño león juntos Scarlett me había explicado que yo tenia un gran corazón y que eso requería ser demasiado fuerte para que pudiera sobrevivir a la maldad de la gente era un regalo precioso.

Termine mis deberes a las 8 de la noche y me disponía a ducharme, cuando mi mama llamo desde abajo. Al final de las escaleras ella señalo la puerta y me guiño el ojo.

-Es Shawn-, murmuro con una risita y desapareció hacia la estancia.

Esta vez cuando lo vi no estaba nerviosísima, quería estar enojada con el, pero tampoco podía, simplemente no podía, muy en el fondo había una tristeza honda que había demeritado los colores de todo el lugar.

-Hola- , saludo con ambas manos en la espalda.

-Hola-, conteste sentándome sin invitarlo en las escaleras del porche, el se unió unos segundos después.

Me troné los dedos en un gesto de nerviosismo y el debió notar la pulsera pues la señalo con su dedo índice.

-¿Otro regalo?- , pregunto mientras yo asentía sonriendo ante la pulsera y el tintineo que las figuritas provocaban.

-Me la dio Scarlett, ¿puedes creerlo?, tiene un corazón detallista en el fondo-, le dije mientras el suspiraba, una de sus manos tomo la mía para ver mas detenidamente las diferentes figuras. Yo quería mas que nada y aunque pareciera tonto, tomar su mano y entrelazarla con la mía, pero el la soltó de nuevo.

-¿Por qué no me dijiste?-pregunto.

-Que yo sepa no funciona así-, le conteste frunciendo el seño.

-Lo siento, ______, tengo muchas cosas en la cabeza y bueno, no es excusa, pero ... -, se callo y me tendió una caja de chocolates. Igual a la que me había regalado los últimos 10 años. Como si nada hubiera cambiado.-Feliz cumpleaños-, murmuro cuando la tome y se inclino para darme un beso en la frente.- ¿Cómo estuvo tu día?-pregunto después de varios minutos de un silencio mas bien incomodo.

-Normal-, murmure, aunque quise decirle mucho más. "Normal como los últimos meses, tu casi me ignoras, Daisy se burlo de mi, Scarlett me hablo mal de ti y yo me siento cada vez mas sola a tu lado..."

Sabia que por simple educación debía preguntarle sobre su día, o el partido, o las clases, ... pero ya no tenia ganas, la tristeza había aumentado en vez de disminuir, no importaba que el lo hubiera recordado.

"Estas muy dramática", necesitaba encontrar la forma de no verme como una niña llorona, no frente a el.

-¿No me has perdonado verdad?-, pregunto haciendo que lo mirara.

-No tengo nada que perdonarte-, le asegure forzándome a sonreír.

Shawn me miro a los ojos por varios segundos y se inclino hacia mí lentamente con algo de impotencia y enojo en sus ojos cafés.

-Perdón-, murmuro antes de unir mis labios a los suyos. En realidad nos habíamos besado pocas veces y a mi no me preocupaba ir lentamente, en nosotros funcionaba bien, o de eso se trataba de convencerme, pero los pocos besos que habíamos compartido, esos los recordaba todos, cada mínimo detalle; la forma como el entreabría mis labios, solo rozando, la forma en que su lengua delineaba mi labio inferior y se separaba justo cuando la mía salía a perseguirlo.

Esta vez algo cambio, no pude detener el sollozo de mi garganta y el me atrajo mas hacia su cuerpo, había pasado una mano por mi cintura sin darme cuenta, nuestras lenguas por fin se unieron, titubeantes e indecisas. El beso fue tan lento que parecíamos no querer movernos o tener miedo de hacerlo, pero al final el se separo y desvió la mirada.

-Me tengo que ir-, aseguro dándome otro beso en la frente, dejándome con la caja de chocolates en las manos y deseando que el quisiera besarme mas y no únicamente cuando hiciera algo mal.

OTRA OPORTUNIDAD. »Shawn MendesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora