Me puse unos pants y una sudadera antes de bajar a la sala.
Mamá me permitió salir con la condición de que no tardara más de media hora, obvio omití el hecho de que solo estaría con mi novio en su casa, aunque ¿a quien le debería importar?, hace mucho tiempo yo sabia que la relación de los dos no era de esas de los libros en que los enamorados no pueden despegar sus manos el uno del otro. Suspire ante mis pensamientos, caminando por la calle, el viento ligero despeino un poco mi cabello mientras lo miraba sentado en el porche.
-¿Cómo estas?- , pregunte de pie frente a él, a unos pasos. Se encogió de hombros sin mirarme. Sonreí con tristeza, aun estaba dolida con él, pero lo quería demasiado para mantener distancia, me senté a su lado.
-Jamás pensé que él pudiera conocer a otra mujer-, susurró.
-Lo sé-, conteste sin saber muy bien que decir.
-¿Por qué?-, pregunto, aunque parecía que no era ami sus interrogantes, así que elegí no contestar, solo me quedé a su lado.
Nos quedamos muchos mas minutos de los que me habían permitido, en el silencio nocturno, la brisa movía nuestros cabellos pero no importaba, yo sabía que él necesitaba sacarlo, pues tampoco sería justo para el Señor Mendes encontrar a su hijo molesto aun para entablar una conversación honesta. Ellos necesitaban hablar.
Shawn suspiró y giró su rostro mirándome con una leve sonrisa. Levantó su mano y enredó un dedo en mi cabello castaño, un juego de la mente cruel me hizo recordar la forma en la que él había hecho casi lo mismo con Daisy.
-¿Y tu mochila?, son inseparables-, dijo un poco divertido, su dedo siguió rozando mi cabello haciendo la situación insoportable, me levanté zafándome de su tenue agarre.
-Es tarde, nos vemos mañana-, me despedí girándome.
Su mano tomo la mía haciéndome que me detuviera, me giré lentamente para encontrarlo muy cerca de mí, Shawn se veía confuso y un tanto molesto. Por un segundo, uno casi imperceptible, sus ojos se desviaron a mis labios, podría jurarlo, después regresaron para encontrarse con mis ojos.
-Adios, ________ es bueno tener una amiga como tu -, murmuró y ambos nos tensamos justo cuando las palabras salieron de sus labios.
Hubieran sido las palabras perfectas para una noche en el porche, de no ser porque era su novia y no solo su vieja amiga de la infancia