So Close But So Far Away.

Capítulo 15

Abrí mis ojos cuando una gota impactó contra mi mejilla, estoy sentada en el césped del patio de mi casa, el cielo empezó a oscurecer poco a poco, la lluvia está comenzando a caer. No me importó que tan fuerte cayeran las gotas, me quedé ahí, sentada bajo la lluvia, despojándome de mis dudas e inseguridades, sintiendo como mi cuerpo se ablanda a medida que caen las gotas. Me levanté luego de aproximadamente media hora, seguía lloviendo, me metí al baño y tomé una ducha rápida, al salir me puse una pijama y me senté en las escaleras a jugar con mi teléfono.

Oí unos pequeños golpes secos en la puerta, medité por unos segundos quién podría ser la persona que tocaba la puerta de mi casa, nunca recibimos visitas, rara vez alguien que no vive aquí cruza esa puerta. Pensé en la vez anterior que pasé por esta misma situación, cuando Louis vino, sorprendiendo cada parte de mí. Aunque, no puede ser Louis, él toca desesperadamente y si no le abren entra por si solo, así que definitivamente no es él porque ya habría hecho. También podría ser mi madre, llegando de sorpresa, pero ella no es de esa clase de personas a las que les gusta sorprender, menos con su presencia. En cambio, la manera en la que tocan la puerta es serena pero con una pizca de desesperación, no como un vendedor de algo, que toca despreocupado, es más como alguien que dependiera de que le abran la puerta y, en cierto modo, me parece conocido el ritmo con el que tocan insistentemente la puerta, retirando a Louis y a mi madre de la lista de posibilidades.

Me levanté lentamente de las escaleras, bloqueé mi teléfono, lo coloqué en una mesa de café cerca de uno de los sofás y me dirigí a la puerta, consciente de que estaba en pijama. Miré por un espacio de la ventana que la que la cortina no cubría, sin ninguna expectativa específica, la figura de la persona que yacía esperando fuera de la casa tenía sus largos enroscados en su cabello en señal de frustración y se encontraba cabizbajo, lo que me impedía ver su rostro, aunque no necesité de más pistas, con la primera mirada que le dirigí supe perfectamente de quién se trataba.

Di un paso hacia adelante y abrí la puerta con un movimiento rápido, el frío entró bruscamente en la casa, la lluvia había cesado hace ya media hora, cuando me duché. Me apoderé de su campo de visión, lo miré detenidamente al igual que él a mí, no me importó lo más mínimo estar en pijama, aunque cualquiera de afuera me podría ver.

Miró fugazmente el interior en la casa para luego posar su mirada en mí, el color de sus ojos era más profundo y sus mejillas estaban cubiertas por un leve tono rojizo al igual que a punta de su nariz. Me hice a un lado para que pudiera entrar y así lo hizo, inseguro y cabizbajo. Las palabras simplemente se negaban a salir de mi boca.

¿Qué hace él aquí? Es la pregunta que no he dejado de formular en mi cabeza, mas estoy segura de que la expresión de mi cara le dice todo lo que callo.

Cerré la puerta tras mi espalda y ahí me percaté de la tensión que flotaba a nuestro alrededor. El mundo se detuvo y el silencio se apoderó de la casa entera.

-Ho... Hola -susurré, él sólo hizo una señal con su cabeza- ¿Qué haces aquí?

Hizo un extraño ademán con su cabeza, como si no estuviera seguro de algo. Caminamos a la sala y nos sentamos; él frente a mí. El sabor del dulce de cereza que estaba comiendo antes de que viniera se desvanecía, al igual que mi cordura.

-Yo, yo -inspiró desesperado, acomodando sus ideas- ¿Estás enojada?

-¿Qué?

-Conmigo, te enojaste. ¿Cierto?

-¿Qué? No. ¿Por qué lo dices? -sorpresa fue lo único que sentí. Después de no hablarme por días cree que me enojé, con él, no tiene sentido. Él seguía jalando sus rulos mirándome expectante.