Capítulo 4- Esta es mi vida

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Estaba a un dos casas de distancia de la mía, me escondí cuando divisé la parte trasera de el carro de... Él.

Él, el hombre que me quito mi jodida vida, me alejo de las personas que mas amaba en el mundo y que ahora son un recuerdo muy lejano. Estaba tan metida en mis pensamientos que no me había si quiera dado cuenta que el coche estaba enfrente de mi escondite.

- ¡Sal de ahí Alyssa!- dijo mi padrastro con su típico tono amenazante- se que estas aquí así que sal o ya verás lo que te pasará- aún recuerdo ese momento como si hubiera pasado ayer, cuando paso tres años atrás. Salí de mi escondite con el miedo recorriendo mi cuerpo entero.

Mi padrastro -me daba pavor si quiera mencionarlo- se acercó a mi y me tomó fuerte del brazo.

- Tú, entra en el coche ya - dijo entre dientes. Me apresure a entrar en la parte trasera del coche con el miedo aun viajando por todo mi cuerpo.

Sentí como se abría la puerta del lado derecho de donde estaba y me hice ovillo, en un intento fallido de evitar lo que se avecinaba.

- Hoy estas muy linda querida- dijo el cerdo acariciando mi cabello, cuando de repente me jaló fuertemente de un mechón y se lo enrolló en su asquerosa mano, haciendo que echara mi cabeza hacia atrás- que no se repita ¿me oíste preciosa?- sólo asentí muerta del miedo - ahora que sé, te quedo claro... - me besó en el cuello haciendo que me dieran unas arcadas que tuve que esconder - es todo por hoy y ya sabes ni una sola palabra.

Sólo asentí y salí del coche lo mas rápido posible, con las lágrimas picando mis ojos, con el asco de solo saber que ese tipo me besó en el cuello, me daba un infinito asco. Llegue a mi casa y corrí a mi habitación tiré todo a la cama y dejé que las lágrimas fluyeran con libertad, me sentía sucia, pero no era la primera vez que me hacía algo así, solamente tenía miedo de que un día... Ya no habría vuelta atrás.

Pero siempre se me venía a la mente la razón por la cuál soportaba eso, mi mamá y mi hermana.

Mi mamá ya no daba para más, la diabetes la estaba consumiendo de una manera demasiado rápido a mi opinión. Y mi hermana, ya varias veces el cerdo de nuestro padrastro, me había dicho que se estaba poniendo muy preciosa, me daba miedo que siquiera se le acercará porque no quería que mi princesa sufriera algo de éste infierno en el que estoy metida.

La Filosofía de Amar ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora