Egoísmo

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No me gusta pensar en la calma que él logra brindarme, analizarlo me inquieta.

Dormir a su lado es como si me colocara bajo un manto de protección y tranquilidad, él me ama, lo sé, y estando así, a su lado, con el suave movimiento del tren después de otro día de fingir ante cámaras y personas, me hace sentir perdida.

Hemos tratado de detener un levantamiento que ya no esta en nuestras manos parar. Me siento vacía, desesperada, cargando el peso de un levantamiento que no era mi intención provocar.

Estamos en silencio. Estoy recostada en su pecho, escuchando el sonido rítmico de su corazón. Hemos compartido la misma cama en esta gira muchas veces, cuidándonos, como en la cueva, pero siempre de manera casta sin pasar a nada.
Y ahora este peso... este sentimiento de vacío y desesperación, estas ganas de sentirme dueña de mí, despiertan pensamientos que nunca me he permitido.

Peeta respira tranquilamente pero sé que esta despierto, una de mis manos está apoyada en su pecho y sin pensarlo empiezo a mover mis dedos en forma circular y suave sobre él.
Él inhala sorprendido y coloca una mano sobre mis dedos para detenerme con suavidad, como si no quisiera hacerme sentir mal; pero con este gesto solo logra hacerme levantar la cabeza para verlo a los ojos. En sus iris leo desconcierto, sé que se pregunta ¿qué es lo qué pasa? y quiero responderle sinceramente, así que hago una de esas cosas que demuestran que soy egoísta:
Lo beso .

Peeta recibe mi beso con duda pero no me rechaza, es el primer beso que nos damos fuera de todos los espectáculos que hemos tenido que representar.

El beso se vuelve poco a poco en algo natural, siento desaparecer la duda de Peeta. Ese impulso que me llevo a besarlo sin pensarlo, es desplazado por las ganas reales y sinceras de sentir el amor que él me transmite, en este pequeño acto de amor, lo disfruto.

Es un beso largo y tranquilo. Descubro que no solo sus brazos me traen paz, sus labios son capaces de hacer que mis temores y dudas desaparezcan. En estos breves instantes dejo de ser la vencedora de los juegos, la chispa del levantamiento; en estos momentos soy Katniss, la chica de la veta, la cazadora; soy solo una chica de 17 años con impulsos y sensaciones que siempre me negué, porque no tenía tiempo para eso.

Peeta trata de detener el beso, entre mis labios lo escucho:

—Katniss, mañana estaremos en el Capitolio, ya falta poco para terminar el tour, lo mejor será que durmamos un poco— trata de separarse de mí ya que sigo a menos de 5 centímetros de su cara.

—Lo sé — es todo lo que puedo contestarle, mi único pensamiento es su beso y lo que me transmite—,  dormiré en un rato—vuelvo a aprisionarlo con un beso.

Él trata, esta vez, de darme besos cortos y me retira un poco cada vez que puede, mientras mi intención es más profunda. Él parece darse cuenta que los besos cortos no es lo que busco y quiere controlarse, pero mi intención es fuerte y en algún momento su determinación cae y se deja llevar por lo que he buscado desde el principio.

Piel a piel.

Si no fuera por el bebé......Historia alternativa a En Llamas Donde viven las historias. Descúbrelo ahora