No recuerdo ni el momento en el que aprendí a leer. Ni siquiera recuerdo cuando no sabia leer ni escribir. Pero si recuerdo cuando empecé a razonar. Fue hace pocos años. Cuando apenas era una niña. Indefensa. Como aquella noche.
Fue horrible. Me sentí tan mal en esa noche de octubre. En busca de mi alma y me tropecé con un ogro.
Todo estaba oscuro, olía a carne cruda, todo estaba sucio. Y al fondo del largo pasillo, nunca me imagine que estaba a pocos segundos, de ser un pedazo de carne y sin sentimientos, de ese montón. A pocos centímetros, de ser desgraciada.
Tan ingenua. Mis manos estaban sudando. Mi corazón estaba desbocado. Y mis lágrimas a pocos segundos de verse. Me alzó bruscamente, y sus manos sucias se posaron en donde nunca me imagine que me tocaría un hombre.
Lo hizo varias veces hasta que realmente deduje lo que iba a hacerme. Corrí al pasillo. Con lágrimas rodando. Llegue a la entrada de mi pequeña casa, y lloré.
Papá, ¿por que no llegaste a tiempo?
Todo seria diferente si así hubiese sido.
Ahora desconfio de todos los hombres. Me duele desde lo más profundo que no llegaras solo cinco minutos antes.
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Como mi Alma.
PoezieToda descripción es importante, pero me he quedado sin ninguna... Por ahora solo me toca decir que no debemos tenerle miedo a nuestros pensamientos repentinos.
