14

6K 441 33
                                    

Capítulo 14: De mal a peor... otra vez.

Liam.

—¡No voy a hacerlo! —grito cruzándome de brazos.

—¡Liam Miller, no me contradigas!—grita ella de vuelta.

—¡¿Y si te contradigo qué?! —pregunto desafiante.

Grave error.

—¿Qué dijiste? —sonríe de una forma terrífica. Veo como se acerca lentamente a sus pies, oh oh. ¡La chancla!

—¡Con la chancla no! —grito rápidamente.

—Ahora no eres tan macho pecho peludo. —arquea una ceja y sonríe burlonamente.

—No me puedes obligar a hacerlo. —frunzo mi ceño aún más.

—Okay.

¿Qué?

¿Sólo dirá okay?

Tengo miedo.

—¿Sólo okay? —pregunté asustado.

—Sí, okay.

Se enojó, oh oh.

Estás muerto, niño.

Estamos muertos, querrás decir.

Oh oh.

Seguro ustedes andan sin entender qué demonios está pasando, bueno les explicaré. Resulta que van a pasar un maratón de My Little Pony y Violette quiere verlo, Violette no yo. Soy un macho pecho lampiño pero macho al fin que no ve esas cosas. No me gusta ver las peleas de Rainbow Dash y Applejack, nada que ver. Violette quiere ver su maratón pero también hay un maratón de películas de terror que obviamente yo, Liam Miller, quiero ver.

Bueno ya, diré la verdad. Quiero ver My Little Pony y Violette quiere ver su puto maratón de películas de terror. ¿Quiere que me dé un infarto? ¿Ella quiere que muera? No es que sea miedoso, no, nada que ver. Sólo que soy precavido y cuidadoso. Pero eso no es todo, ella aparte de querer obligarme a ver su puto maratón, quiere que llame a Adam para que nos acompañe porque se siente sola.

¡A Adam!

¡Porque se siente sola!

¡¿Y YO QUE?!

Suspiro tratando de calmarme, es decir, quiere que invite a mi gemelo que trató de matarme, me dejó en coma y también la besó no se sabe cuántas veces a ver películas con nosotros. ¡¿Cómo no quiere que me enoje?! La miro y veo su ceño fruncido.

—Amor, mi vida, cielo, aire, tierra, agua, fuego...

—¿Me andas diciendo apodos cariñosos o estás hablando de los elementos?

—No me interrumpas, mujer. Mi mundo, amor de mi vida, mujer mía ¿estás enojada? —sonrío dulcemente y ella arquea una ceja.

—No. —gruñe.

—¿Segura? —pregunto acercándome.

—Sí. —gruñe de nuevo.

—Dame un beso y un abrazo. —me acerco aún más.

—No me toques. —gruñe alejándose de mí.

—Pero si dijiste que no estabas enojada. —me defiendo, tratando de tocarla.

—No estoy enojada. —mujeres, nadie las entiende.

—¿Andas en tus días? Si es eso, entiendo.

MADNESSDonde viven las historias. Descúbrelo ahora