Capítulo 12

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Me levanto minutos antes de que la alarma suene. Apenas he pegado ojo en toda la noche pensando en lo que anoche le dije a la pequeña. Me siento en la cama y apago el despertador. Froto con fuerza las palmas de mi mano contra mis ojos para despertarme mientras un bostezo, debido a la falta de sueño, se escapa de mi boca. Me levanto y es cuando escucho el agua correr en el baño común. Ni Alex ni Abi se levantan tan temprano. Me levanto de mi cama y comienzo a caminar hasta la puerta. La abro y accedo al pasillo donde tras pocos pasos llego a la puerta del baño común y por el sonido del agua deduzco que se trata del grifo del lavabo. Tras unos breves segundos de duda, entro. Me encuentro con una pequeña, en pijama, secando su rostro con una toalla. La mueve lentamente por su rostro, con cuidado y suavidad. Me fijo sin darme cuenta en su esbelto y bien formado cuerpo. Esas piernas largas enfundadas en un corto pantalón de pijama. Tras unos segundos, ella retira la toalla y es cuando me ve. En el mismo instante en que me ve, retrocede y luego suspira, he debido asustarla. Me acerco inconscientemente a ella mientras su mirada se sostiene contra la mía. Veo como parece pensar en algo y tras un pequeño margen de algunos segundos, me vuelvo a acercar a ella. Ella retrocede poco a poco, con cada paso avanzador que doy yo, así hasta que termina chocando con la pared del fondo del baño. Me acerco aún más para terminar acorralándola contra mí. Sonrío satifactoriamente y me pego más a ella. Agacho mi cabeza y la apoyo en el hueco de su hombro. Muevo lentamente mi rostro, rozando mi nariz levemente por su cuello, erizando su piel. Inspiro suavemente mientras su dulce olor a fresas llena mis fosas nasales, aturdiéndome deliciosamente. Lentamente levanto mi mano y la dejo en su cintura, luego la subo hasta sus costillas, rozando levemente con el pulgar la tela de su camiseta, que esconde debajo lo que parece ser un sujetador de encaje y debajo de éste, una de las muchas maravillas que esconde esta preciosa mujer.

-Me vas a volver loco- le susurro casi al oído. Noto como suspira suavemente y sonrío. Levanto la vista pasándola por todo su cuerpo hasta posarla en sus ojos- de hecho, ya me tienes loco, pequeña...- ella gira su rostro rápidamente al segundo de decir esto. Veo que cierra los ojos fuertemente y enseguida levanto la mano que estaba en sus costillas para posarla sobre su mandíbula- mírame Jeannette...mírame a los ojos- le digo. Ella abre los ojos y me mira a los míos. Le sonrío levemente y acorto los centímetros que nos separan y la beso con urgencia. Besos cortos, necesitados y lo más importante, correspondidos. Me aprieto aún más a ella y me doy cuenta tarde de que ella comienza a temblar al notar mi erección sobre su vientre. Paro de besarle y me separo de ella bruscamente. Veo como trata de acercarse a mí pero la alejo poniéndole mis manos en su cintura y empujándola suavemente hacia atrás mientras cierro los ojos. Me parece increíble que ella tiemble por simplemente notar mi erección, y la primera vez salió casi corriendo... ¿Y si es virgen? No creo. Es una belleza, con un cuerpazo hecho para incitar el pecado de la sensualidad y esos preciosos y atrayentes labios... Y ni hablar de sus ojos... Imposible que sea virgen, abrá tenido tíos detrás de ella a patadas.
Tras pensarlo brevemente abros los ojos y me lanzo a por ella. Necesito sus labios y ya me arrepentiré luego. La levanto tomándola por su trasero y la encajo en mis caderas para pegarla a la pared de nuevo y besarla, de nuevo con besos cortos y ansiosos. Ella me responde y juega morbosamente con mi pircing, provocándome por lo que decido provocarla a ella mordiendo su labio inferior suavemente. Y entonces jadea, lo que me provoca hasta límites inimaginables.

-Mira que eres escandalosa, pequeña- le digo separándome de ella. Ella me mira a los ojos atenta. Poco a poco la bajo de encima mía, con suavidad y delicadeza. Escucho unos pasos y centro mi mirada en el suelo mientras intento agudizar el oído. Tras un par de segundos lo escucho perfectamente, son pasos, quizás Alex o Abi ya se hayan despertado.

-Mejor hablamos luego, tengo que irme al taller y tu hermano y Abi estarán al despertarse- le digo. Luego me voy a paso ligero.

Llego al taller mucho más temprano de lo normal por lo que decido encerrarme en el despacho hasta que lleguen los trabajadores para abrir. Saco mi manojo de llaves y busco la que es negra. Abro la puerta de mi despacho y pongo la cafetera que tengo aquí ya que muchas noches las paso aquí para despejarme y aclarar mis pensamientos. Cuando el café está preparado me siento en el sofá que muchas noches he usado de cama y comienzo a tomármelo lentamente y con cuidado de no quemarme, está ardiendo.
A mi mente vienen los recuerdos de lo sucedido hace menos de una hora. Su jadeo... Joder, su maldito jadeo me ha exitado mil veces más que cualquier otra chica ya desnuda y a la que ya me estubiese follando. A sido un jadeo tan decente e indecente a la vez, tan jodidamente sensual y morboso... No puedo imaginarme como serían sus jadeos de la pequeña si me la estuvise... ¿Follando? Joder, la palabra follar y pequeña ahora se siente raro. Follar es como algo sin sentimientos, simple satisfacción sexual y lo que la pequeña provoca en mí es muchísimo más complejo que una simple satisfacción sexual. Es como si de alguna forma quisiese despertar cada mañana y ver sus increíbles ojos a mi lado... Joder esto es muy cursi, no va conmigo desde hace años.

Hacerle el amor.

No, eso implica sentimientos más fuertes y... Joder, sólo le he hecho el amor a una persona en mi vida y era Diana, es imposible que ahora quiera... Que ahora pueda hacerle el amor a otra chica, después de toda esta maldita mierda.
Decido apartar los pensamientos y beberme de una vez el café. He debido estar pensando ésto durante largo rato ya que el café está templado y antes casi me quemo. El sonido del jadeo de la pequeña vuelve a venir a mi mente, provocándome una pequeña pero dolorosa tirantes en mi entrepierna, joder como comienze a pensar no me voy a aclarar nunca.

Pero algo tengo claro como el agua... Esa otra chica, mi pequeña y jodidamente sensual chica, me gusta como ninguna otra.

No me quedaba otra más que amarteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora