Capítulo 25

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Alejo a Jeannette del murmullo de gente mientras no aflojo el agarre, escuchó a Abi en un intento de hablar pero no se le entiende nada. Miro rápidamente en su dirección y veo que no para de llorar mientras Alex trata de que ande lo más ligera posible. Saco las llaves del coche mientras vuelvo la mirada a donde Héctor me indica que deje el coche y le lanzo las llaves a Alex que las recoge en un perfecto acto reflejo.
No tardamos en llegar a mi coche que es abierto a escasos pasos de que yo llegue. Monto como puedo el cuerpo lacio y debilitado de mi pequeña y acto seguido monto en el lugar del conductor sin ni siquiera asegurarme que Abi y Alex estén dentro. Arranco rápidamente y comienzo a alejarme del puerto a una velocidad infernal pero que a mi me parece que es el paso de una tortuga.

-¿Qué diablos a pasado?- escucho a Alex decirme y frunzo aún más el ceño.

-Ese mal nacido era Tony, el ex de tu hermana le digo cortante mientras giro bruscamente a la derecha. Miro por el retrovisor para ver como Abi trata de mantener despierta a mi pequeña.

-¿Y ahora eres tú y ella están...?- no hace falta que mi mejor amigo y cuñado termine la pregunta para que se imagine la respuesta.

-Sí Alex y no empieces con las putas charlas de hermano mayor- le digo bastante cabreado.

-Se ha dormido- dice la débil y llorona voz de mi hermana. Aprieto aun más el volante y piso más el acelerador. Ya queda poco para llegar.

Abro la puerta sin apagar el motor del coche y tomo entre mis brazos el cuerpo inconsciente de Jeannette del mismo modo que lo hice el día que la conocí. Veo como Abi se adelanta y abre la puerta de nuestra casa para no entorpecerme. No me paro, tomo las escaleras rápidamente mientras cuento en mi mente el numero total de escalones para evitar caerme y la llevo a su habitación, que es la más cercana. La tumbo lentamente y enseguida comienzo a buscar en su cuerpo algún signo de golpes o heridas pero no hay ninguno. Tras un largo rato inspeccionándola bajo la atenta mirada de su hermano mayor concluyo que está bien y que lo único que necesita es descansar.
Me alejo de la cama mientras Alex se acerca y le besa la frente, confía en mí y sabe que si yo creo que ella está bien, lo está así que no se entretiene más de la cuenta y sale de las habitación acompañado de una más que afectada Abi.

Me acerco a la cama y la miro; es mi pequeña, prometí protegerla y una vez más le he fallado...
Lo siguiente que hago es totalmente mecánico, tomo una manta del armario, la tumbo en el suelo justo al lado de la cama de Jeannette y me enciendo un cigarro. No paro de mirarla. Ella es mi pequeña. Esa chica sensual y tentadora que me retó a una carrera, esa chica que pese a que me ha hecho recordar el pasado, también me ha ayudado a superarlo y me ha dado tantos momentos buenos que ahora... Ahora sé que no solo me gusta, no solo es atracción...

Llevo toda la noche despierto, tumbado en la manta y observando como duerme, tratando de aclarar mis pensamientos y sentimientos, y solo tengo claro una cosa; me tengo que alejar de ella o de lo contrario su vida no será nada fácil.

Sus ojos se abren lentamente, como si le costase hacerlo.

-Buenos días pequeña- le digo. Es entonces cuando me doy cuenta de que la he asustado. Quizás no me esperaba. Veo como se gira para mirarme y como lentamente me recorre con su mirada penetrante que rara vez usa.

-¿Qué haces aquí J.D.? Mi hermano podría verte- me dice visiblemente preocupada y yo suelto una amargada risa.

-Llevo toda la noche cuidado de ti, no sabía como reaccionarías con lo de anoche, y por lo de tu hermano ya no hay preocupación, ya lo sabe- le digo lentamente mientras trato de sonreir para restarle importancia, aunque creo que lo mas cercano a una sonrisa ha sido una mueca.

-J.D. yo...- empieza a decir pero la interrumpo velozmente.

-Te prometí que te cuidaría y no he cumplido, si no llegas a reaccionar así dios sabe que podría haberte hecho, pequeña- le digo. Arrastro la mirada de su rostro al suelo. No quiero mirarla, si lo hago me costará más trabajo hacer esto.

-J.D. a sido un simple descuido ¿vale?- me responde ella. Sonrio amargamente y niego con la cabeza. Eso no es verdad, no ha sido un descuido, ha sido un grave error de mi parte que casi le cuesta la vida a la hermana menor de mi mejor amigo, a mi pequeña- es una rata J.D. es normal que cueste saber cual será su proximo movimiento y tú lo has hecho bien, el error fue mío por descuidarme y ya está. No quiero que te sientas culpable- me interviene justo cuando voy a hablar. Y lo vuelve a hacer, vuelve a interrumpirme justo cuando voy a hablar pero esta vez lo hace con un beso. Un beso que me embriaga, un beso que me envuelve y me adormece los malos pensamientos, que aleja todo lo que había pensado hacer. Me a hecho arrepentirme de pensar siquiera que me puedo alejar de ella.

-Entonces es verdad...- escucho a Alex y enseguida nos separamos- estais juntos.

-Alex yo...- dice Jeannette preocupada mientras observa la reacción de su hermano.

-No pasa nada hermanita- responde de pronto Alex. Lo hace de modo tranquilo lo que provoca que Jeannette también se tranquilice- sólo... J.D. cuídala si no te corto lo que te cuelga- lo miro y levanto una ceja provocándolo, pero mis trucos hace mucho tiempo que él se los conoce y lo unico que provoca es que ambos terminemos riendo.

-No quiero que te separes ni por un solo momento de ella ¿entendido?- ordeno a través de la línea telefónica. Escucho que Héctor afirma la orden y sigue en silencio como suele hacer- ¿3.000 a la semana?- le pregunto sabiendo que se quejará de que es una cantidad muy grande pero lo ignoro y termino colgando la llamada.
Miro detenidamente mi despacho. Un lugar apagado y en el que solía encerrarme para ahogar mis sentimientos con Whisky y algunas veces con drogas. Donde no he parado de pensar en Diana ni un solo momento pero ahora... Ahora miro mi despacho y se me hace extraño, he pasado horas y horas aquí encerrado, destrozándole por dentro y por fuera, y ahora no me es familiar. Tan solo parece un despacho aburrido de un tío sin vida.
Levanto la cabeza, alguien a llamado a la puerta. Guardo el móvil en mi bolsillo y ordeno que pase; me sorprende saber que es mi pequeña. Nuca a soportado entrar a este despecho, siempre ha dicho que es muy sombrío y apagado.

-Vamos a ver unas pelis, ¿vienes?- me pregunta mientras se acerca lentamente, cimbreando las caderas para provocarme. Es cuando llega a mi cuando hace que me estremezca al rozar sus finos dedos y cuidadas uñas por mi cintura. Haciendo que mi sangre hierva.

-Como quieras preciosas- le digo y se me ocurre algo que nunca en mi vida se me había ocurrido; entrar en su juego.
Paso mi mano por su hombro desnudo y busco la tiranta de la blusa para bajarla lentamente mientras acerco mi rostro a su cuello y suspiro. Veo como sus vellos se erizan rápidamente y quiero seguir con este juego. Levanto mi madre de su hombro por su nuca hasta su pelo y suelto la coleta que lleva puesta y le cojo el pelo bruscamente entre mis dedos para tirar con cuidado de no hacerle daño y dejar su cuello libre solo para mi. Es entonces cuando comienzo a calentarla con besos y mordiéndola, recorriendo su cuello y mandíbula con mi piercing, escuchando sus suaves jadeos en un intento de acallarlos y cuando creo que ya no va a aguantar más y va a saltar sobre mi como una leona, me separo- que mala suerte que haya que ver peliculas ¿no crees?- le digo con una sonrisa traviesa sabiendo que la he dejado con el calentón, durante unas horas.

No me quedaba otra más que amarteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora