Capítulo 13

1.7K 137 1
                                    

-Alguien quiere verte- me dice Héctor desde la puerta. Frunzo el ceño y le hago una señal para que haga entrar a quien me quiere ver. Él asiente y sale del despacho para dejar entrar a... Natacha. Joder, ¿esta mujer no piensa dejarme en paz nunca? Veo como se acerca a mi mesa y como se sienta en ella levantando su vestido más de lo que me gustaría. Me levanto de mi silla y me alejo de ella.

-Aquí no haces nada- le digo mientras me enciendo un cigarro y le doy la espalda- sabes de sobra que entre tú y yo no hay ni habrá nada de nada- continuo mientras me giro para echarla cuando me encuentro que se a quitado el vestido, que ahora está tirado en el suelo, quedando en su ropa interior. Niego con la cabeza mientras la risa aborda mi pecho y comienza a salir abruptamente.

-¿Acaso ya no me deseas mi amor?- me dice mientras se acerca a mí. Veo como lleva sus manos a su espalda y se desabrocha el sujetador dejando al descubierto sus operados pechos que ya no provocan nada en mí.

-Vístete, tan solo estás haciendo el ridículo quedando como una auténtica golfa- le digo con desprecio mientras no quito mi mirada de sus ojos. Veo como su rostro se tiñe de color rojo y sé que se está enfadando. Decido que lo mejor es salir del despacho y esperar que se marche de aquí. Comienzo a caminar pero ella se interpone en mi camino e intenta besarme. Giro bruscamente la cabeza provocando que ella bese mi mejilla y retrocedo dos pasos hacia atrás. Lo pesada que puede ser.

-Te arrepentirás de ésto, J.D.- me dice enfurecida. Comienzo a reir cinicamente y salgo de mi despacho rápidamente. No me había dado cuenta de lo golfa que es y ahora no quiero nada de nada con ella. La aventura que tuve con ella fue simple satisfacción sexual porque creí que era una tía madura, ahora me doy cuenta de lo infantil que es.
Me acerco a Kike, que está liado con un increíble e imponente Range Rover negro. Lo observo mientras doy un par de vueltas a su alrededor.

-Es un gran coche ¿verdad?- me dice Kike. Asiento mientras miro el interior de éste. Tapicería de piel color beige con pequeño detalles negro que lo hacen increíblemente elegante. Tiene que ser mío.

-Pásame el númeo de teléfono del dueño a mi despacho, vamos a hacer trato- le digo a Kike. Éste asiente y se marcha, creo que en busca del número de teléfono.
A través de las ventanillas del Range Rover veo que Natacha por fin sale de mi despacho a paso ligero y se marcha de mi taller. Gracias a Dios. Le doy una última mirada al coche y me encierro en mi despacho de nuevo. Kike no tarda mucho en traerme el número de teléfono del cliente y, como buen trabajador, amigo y hacker, los movimientos de sus cuentas. Observo que es de un tipo con dinero pero que en los últimos meses sus ingresos han bajo al menos un cuarenta por ciento, suficiente como para tirarse de los pelos. Sigo estudiando lentamente la información que tengo del dueño del Range Rover hasta que escucho que alguien llama a la puerta.

-Está abierto- digo sin levantar la vista de los documentos. Escucho como alguien entra y se queda justo al lado de la puerta. Levanto levemente la vista para ver unas deportivas azules con detalles rosa que se me hacen familiares. Levanto la vista de golpe para encontrarme con una preciosa mirada afrodisíaca de un color verde que hipnotiza.

-He venido a traerte las piezas y el ticket- me dice de manera brusca y enfadada mientras se acerca a mí y suelta todas las piezas sobre la mesa sin ningún tipo de cuidado. Le miro a los ojos y veo en ellos un peligroso brillo cargado de ira. Veo como se da la vuelta pero no alcanzo a cojerla ya que cierra la puerta fuertemente y, literalmente, en mis narices. Me quedo jodidamente sorprendido. Normalmente me enfadaría pero ahora, más sorprendentemente aún, solo me gusta más. Nunca una chica me había dado portazo, ni siquiera se habían atrevido a plantarme cara. Ella lo hace. No me teme como lo hace el resto.

Ella es increíble.

Salgo de la ducha mientras escucho que Jeannette tiene el equipo de música puesto. Salgo de la ducha con una toalla en la cintura y me acerco a la puerta que da al pasillo. Ahora escucho con claridad la música y su voz cuando canta. Bachata.

"Una aventura es más divertida
si huele a peligro.

Y si te invito a una copa
y me acerco a tu boca.
Si te robo un besito,
al ver que no vas conmigo.

¿Qué dirías si esta noche
te seduzco en mi coche?
Que se empañen los vidrios
si la regla es que goces..."

Sonrío ante el simple pensamiento de hacer con ella lo que la canción manda. Pensar en robarle otro beso o hacerla gozar sería una de las mejores cosas que haría en mi vida pero es una chica imposible para mí.

Diablos, lo imposible es lo que más me atrae.

Me visto ligero con unos vaqueros oscuros y una camiseta negra que se ciñe a mi cuerpo. Me miro por última vez al espejo para comprobar que estoy bien y salgo. Bajo las esaleras para encontrarme con la pequeña. Escucho ruidos en la cocina y pienso que estará allí. Entro en la cocina y veo que está sentada en la barra americana mientras come un sandwich. Me acerco al frigorífico y cojo un Redbull de él. Me giro hasta ella que aún no me ha visto.

-¿Estás lista, pequeña?- le digo. Veo como se gira y me mira aún enfadada. Asiente y termina su Coca-Cola. Se levanta y pasa por mi lado con la cabeza alta y su rostro contraido por la ira. La sigo a paso ligero y la alcanzo justo antes de llegar a la puerta.

-Me gustaría saber que diablos te pasa conmigo, pequeña- le digo. Ella me mira a los ojos y frunce el ceño.

-Eres listo, adivínalo tú solito- me dice. Tira de su brazo hasta soltarse, coje las llaves de mi moto y sale de casa.

Testadura.

Se monta en la moto y arranca con un sonido bronco. Me encanta. Una preciosa y sexy chica en mi moto. Ahora es cuando me fijo en su ropa. Ropa que no hace más que resaltar su cuerpo. Unos pantalones pitillos claros y demasiado ajustados que hacen ver aún más largas sus piernas, junto a unos tacones que parecen andamios que ayudan a resaltar su esbelta figura y ese top color crema que resalta demasiado su color caramelo de piel. Jodidamente sexy. Salgo de mi ensimismamiento para acercarme a la moto y montar detrás de ella. Me pongo el casco y veo que ella me imita. Poso ligera pero provocadoramente mis manos en su cintura y noto que se tensa pero no tarda en poner en movimiento mi Honda.

Cuando llegamos al puerto, está repleto de personas. Como diría Alex "aquí tiras una aguja y se pinchan siete". Levanto un poco la vista para ver a Kay con su mesa de mezclas enchufada al equipo de dos de sus coches obteniendo como resultado que todo el lugar esté sonorizado con su música. Kay no es famoso porque sus coches sean muy buenos ni porque sean rápidos, él es conocido por tener en sus coches los mejores equipos de sonidos ya que son manipulados por él. Es un genio en todo lo que implique máquinas, del tamaño y función que sean.
Le indico a la pequeña el camino hacia la barra y le ayudo a esquivar personas. Cuando llegamos veo que un tío se acerca hasta nosotros y enseguida sé que se ha sentido atraido por la pequeña.

-Hola, preciosa- le dice el joven. Gruño enseguida llamando la atención del joven y de la pequeña que me mira sorprendida pero no dice nada. ¿Quién cojones se cree el tipo éste para intentarigar con mi chica?- ¿ qué es lo que quieres tomar?

-Tan sólo una Coca-Cola, tengo que correr- veo que el joven asiente mientras le dedica una leve sonrisa que no pasa desapercibida por mí. Antes de que se valla, pido otra.

El joven no tarda en traernos las bebidas y yo saco la cartera para pagar pero claro, toca pelea con la pequeña. Tras una breve discursión con ella logro convencerla de pagar. Tras bebérnosla caminamos en busca de Héctor y Tania. No tardamos en encontrarlo en el sitio de siempre, cerca de una salida que está cerca de la barra. Cuando llegamos al coche de Héctor y Tania, éstos se separan de una pareja con la que estaban hablando y se acercan a nosotros. Saludo a Héctor con una palmada en su espalda y a Tania con un par de besos. Veo como Tania se acerca a la pequeña y la saluda alegremente mientras escucho que le dice algo.

-¿Estás preparada para correr esta noche?- a lo que mi preciosa pequeña le responde que siempre está preparada.

No me quedaba otra más que amarteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora