Me separo lentamente de ella y la miro directamente a los ojos. Veo como su mirada es de una chica preocupada. Miro a mi alrededor y veo que estoy en mi habitación. Todo está oscuro y mi cabeza aún no procesa lo ocurrido. Quiero creer que de verdad estoy despierto y que mi subconsciente no me está jugando una mala pasada. Levanto mi mano derecha y tomo un mechón de su pelo. Es castaño, no rubio. Levanto la mirada y vuelvo a mirarle a esos ojos verdes esmeraldas, verdes no marrones. Debo de haber despertado ya que esta vez si muevo mi cuerpo a mi antojo, no como en el sueño. Bajo mi mirada, esta vez hasta sus labios. Esos labios que me están volviendo loco.
-Esos labios tuyos me van a volver loco Jeannette- le digo sin pensar. La miro a los ojos y a pesar de la oscuridad de la habitación, veo que sus pupilas se dilatan notablemente. No lo pienso dos veces y me acerco hasta rozar mis labios con los suyos. Muevo mis labios lentamente sobre los suyo. Ella está rígida por lo que llevo una mano a su cintura y comienzo a acariciarla lentamente. Pronto ella abre su boca, dejando paso a mi lengua. Levanto aún más mi mano y suelto la coleta que lleva puesta, me encanta ver su melena suelta y rebelde. Paso mi mano por su cabello y noto como mi entrepierna se levanta rápidamente. Maldita sea, nunca me ha pasado que con tan solo tocar el pelo de una chica ya se me endurezca tan dolorosamente. Me separo costosamente de ella pero ambos necesitamos respirar. Nuestras respiraciones está bastante agitadas.
-¿Quién es Diana?- me pregunta de repente. Joder... No debería preguntarme eso... Debí de gritar su nombre mientras soñaba. Frunzo el ceño y noto que mi mal carácter vuelve.
-Es tarde, deberías seguir durmiendo- le digo duramente. Sé que no debería hablarle así pero ahora lo mejor es que se vaya y me deje solo, no quiero pagar mi mal humor con ella. Veo como se levanta rápidamente pero tropieza con el escalón de la plataforma de mi cama. En un acto reflejo me levanto y la tomo de una muñeca y de la cintura. Veo como mira al suelo y me doy cuenta de que en él hay cristales, cristales de una foto en la que salgo con Abi y que tengo siempre sobre la mesa de noche- Jeannette...- la llamo cuando veo que sus ojos se cristalizan y su rostro se contrae en un gesto que parece de dolor. Me acerco más a ella pero me empuja. Suelto su agarre y veo como ella cierra los ojos fuertemente mientras su cuerpo queda paralizado. Frunzo el ceño y espero a que reaccione. Su reacción es similar a la que yo tenía tras morir Diana. Cada sonido de un motor, cada estruendo, hasta el simple sonido de fricción entre los neumáticos y el asfalto provocaban que yo me paralizase por completo mientras la imágenes del accidente me nublaban la vista. Y recurrí al alcohol...
Poco a poco ella abre los ojos y tras mirarme brevemente, sale de mi habitación a paso ligero. Quiero ir detrás de ella pero decido dejarla ir.Quizás necesite tiempo.
Me levanto con el sonido de la alarma. La apago rápidamente, me duele la cabeza demasiado. Abro el primer cajón de la mesita de noche y cojo una pastilla para el dolor. Normalmente tomo las pastillas cuando tengo resaca pero anoche no bebí nada. Me levanto y escucho que el agua del baño común suena. Alguien se estará duchando. Busco por mi habitación hasta que encuentro mis deportivas y es que siempre se me pierde una. Busco continuación mi camiseta negra que tenía puesta la noche anterior y voy a mi baño a lavarme la cara y los dientes.
Voy bajando los escalones de las escaleras y escucho el ruido de la cafetera. Nadie se levanta nunca antes que yo. Entro sigilosamente en la cocina y me encuentro con una sexy Jeannette haciendo café. Mi mirada vuela a su trasero. Ese chándal azul le hace un increíble trasero. Lleva además una blusa de tirantes que deja ver una pequeña porción de piel en su cintura. Sin darme cuenta, me estoy acercando a ella a pequeños y silenciosos pasos.-Qué bien huele, pequeña- le digo. Veo como se sobresalta y se gira, quedando a escasos centímetros de mí. Está nerviosa- me encantas cuando te pones nerviosa, Jeannette...- le digo- anoche me sentí como un gilipollas- añado. Veo como su expresión cambia y se torna fría y distante.
-Lo eres J.D., entré para ver qué te pasaba y aprovechaste para besarme, creí que la apuesta estaba más que saldada...- me dice. Abro la boca para hablar pero me hace callar con un gesto. Con un simple gesto, increíble- y no conforme con eso, me echaste de tu habitación, es normal que te sientas como un gilipollas- y mi enfado vuelve, y crece.
-Mira pequeña, te agradezco que te preocupases pero soy mayorcito como para cuidarme solo- le digo enfadado- además te recuerdo que me correspondiste al beso y te heché porque te entrometiste en mis asuntos y te recuerdo, también, que cuando fui a pedirte perdón me empujaste...- añado con frialdad. Esta chica me saca de mis casillas como ninguna. Veo como se sonroja suavemente y eso provoca que me despiste del cabreo pero rápidamente vuelve a adoptar una postura firme y fría.
-No te vuelvas a acercar a mí, J.D., no te quiero a mi lado de nuevo- me sisea amenazadoramente. Yo, en respuesta, sonrío seductoramente dándole a entender que será un juego. Me acerco a ella y levanto mi mano para rozar lentamente con mis nudillos su labio inferior.
-De acuerdo pequeña, detrás de ésto no volveré ha acercarme a tí a no ser que me lo pidas- me acerco aún más mientras que ella se queda inmóvil. Acerco mi rostro al suyo mientras observo que cierra sus ojos esperando un beso. Un beso que no voy a darle, no en sus labios aunque sea lo que más deseo. Poso lentamente mis labios en su mejilla y le beso en ella mientras siento que algo se encoje en mi pecho dolorosamente de nuevo como cada vez que me acerco a ella.
Me separo de ella y le guiño un ojo. Veo que se ha quedado sorprendida por lo que he hecho pero no podía besarla cuando estoy escuchando que alguien está a punto de bajar. Me acerco a los estantes y cojo cuatro vasos, azúcar y leche condensada. Escucho como alguien, seguramente Alex, baja por las escaleras por lo que me alejo de Jeannette lo suficiente.-Buenos días- dice Alex. Sonrío para mí mismo mientras noto que Alex me da un oar de palmadas en el hombro a modo de saludo mientras yo vuelco el contenido de la cafetera en los vasos.
Me acerco a la pequeña mientras obtengo de ella una muy mala cara. Mantengo una pequeña distancia de su cuerpo pero alargo la mano para retirar un mechón suelto de su cola y ver la herida. Está bastante bien y el moratón que le cruza el hombro apenas se ve.-¿Te duele pequeña?- le pregunto. Ella me contesta un simple no y sé que está basante enfadada- bueno de todas formas hay que seguir curándolo- le digo.
Tras tomarnos el café con Alex y una dormilona Abi, bajo del baño el botiquín para curarla. Abi y Alex se marchan juntos a trabajar y yo me quedo aquí para curar a la pequeña.
Veo como está sentada en uno de los taburetes de la barra americana. Me siento en otro a su lado y comienzo a sacar del botiquín lo necesario para curarle. Comienzo a curarla con cuidado. Desinfecto la herida con agua oxigenada y alcohol y termino curándola. Aunque cuando estoy a punto de terminar, alguien llama a la puerta. Me levanto amte la atenta mirada de Jeannette y me dirijo a la puerta. Abro la puerta y veo que es Héctor.
-Buenos días- me dice él. Enseguida noto que algo le pasa. Le doy los buenos días y le hago pasar. Me siento de nuevo en el taburete mientras Héctor me dice cosas del taller. Sé perfectamente que no ha venido por eso. Me giro lentamente y le miro a los ojos amenazadoramente.-Mira tio, mejor ve al grano, sé bien que no vienes a hablarme del taller cuando Alex ya está de vuelta- le digo. Me doy media vuelta antes de que me conteste para mirar a los ojos a la pequeña.
-Tenemos a Andrew...
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No me quedaba otra más que amarte
RomansaMi vida era una miseria, tan sólo rodaba alrededor del alcohol y chicas que no conocía. Trapicheos para vivir con los lujos de los que dispongo. Carreras y velocidad. Velocidad, y mucha, pero nada más. Hasta que mi mirada choco con la suya, esos oj...