Las seis de la mañana. Miércoles. Cierro la puerta de la casa con cuidado de no despertar a naie y me monto en el coche. A esta hora debería de estar despertándome y en cambio estoy camino del taller. Nadie llegará hasta las siete pero soy incapaz de pasar un minuto más en cama. Doblo a la izquiera y, tras unas calles más, llego a la puerta de atrás del taller y aparco. Saco las llaves de mi bolsillo en cuanto salgo de mi BMW. Abro la puerta trasera y enciendo las luces de todo el taller. Entro a mi despacho y me acerco a la cafetera para prepararme un café bien cargado. Últimamente es lo único que hago; apenas dormir, encerrarme y tomar café cargado para mantenerme medio despierto. Me enciendo.un cigarro mientras espero que la cafetera termine y me acerco al ordenador portatil. Lo enciendo rápidamente por el simple hecho de encontrarme con la foto de fondo en la que sale Abi y Jeannette. Mis dos chicas. Sonrientes mientras ponen morritos a la cámara un día cualquiera en casa. Observo detenidamente el rostro de la pequeña. Fino y delicado, suavemente perfilado y adornado por esas mejillas sonrojadas y esos ojos verdes esmeraldas que en ese momento brillaban de alegría. Bajo un poco más la vista hasta ver sus carnosos labios fruncidos como si fuera a mandar un beso. Esos labios carnosos y rojizos que me vuelven loco. Sé que no debí fijarme en ella pero es completamente imposible no hacerlo. La cafetera suena para hacerme saber que ha terminado. Me levanto costosamente y me preparo el café. Es justo lo que necesitaba.
***
La observo disimuladamente a través de la ventana. Acaba de llegar. Veo que saluda a los chicos y coje su mono azul de trabajo para cambiarse en el baño. Veo, mientras se aleja, su melena esta vez recojido en una trenza de raíz. Como me gustaría cojerle de la trenza y estirar, con cuidado de no hacerle daño, para poner sus labios a mi merced y no para de besarla en todo el día, maldita sea.
Mi móvil suena y lo cojo sin mirar de quien se trata.-Cariño, hasta que apareces- escucho la voz de Natacha y mi furia, hasta hoy apagada, comienza a cegarme.
-Maldita desgraciada, ¿qué coño quieres?- le grito. Escucho su risa al otro lado de la línea y eso me enfurece aún más.
-Huy, que enfadado estas- me dice notablemente graciosa- si necesitas un polvo para bajar los humos solo me tenías que llamar, sabes que soy mejor que esa niña tonta de la que intentas aprovecharte- comienzo a reír cínicamente.
-Tú no le llegas ni a la suela del zapato a esa chica que, según tú, es tonta- le digo calmadamente. La escucho lamentarse débilmente- tú sólo fuiste unos polvos, ella se está ganando más que mi cuerpo, algo que tú ni en sueños tendrás- tras decirle esto, le cuelgo. No hay nada más que tenga que decirle. Guardo mi móvil en el bolsillo mientras miro de nuevo por la ventana intentando encontrarla por alguna parte pero no la veo. Salgo del despacho y miro a mi alrededor pero sigo sin verla. ¿Dónde coño está? Veo a Kike trabajando con un Opel Astra y me acerco a él.
-¿Y Jeannette?- le pregunto. Veo como levanta la vista y me mira extrañado.
-Está con la pintura- me dice solamente. Asiento y me alejo de él. Camino hasta el tablón de tareas y escojo un Seat Córdoba que necesita un arreglo de ejes de dirección. Busco con la mirada el coche y cojo las llaves de éste. Necesito algo que hacer para mantener la mente alejada de ella.
***
Termino con el coche y me dirijo al despacho para ponerme en contacto con el dueño para avisarle de que ya lo puede recoger. Miro la hora y veo que son las doce y treinta y dos de la tarde. No llego a guardar el teléfono cuando éste comienza a sonar. Miro la pantalla y veo que se trata de Héctor.
-Di...- le digo. No me da tiempo a terminar la palabra cuando la respuesta de él me hela la sangre.
-Tony está allí- me dice. Abro la puerta alterado mientras cuelgo el teléfono. Salgo al taller pero no encuentro a Jeannette por ningún lado. Me dirijo al portón del taller y la llamo. Uno... Dos... Tres... Nada. Vuelvo a llamarla. Uno... Dos... Y la veo. Viene corriendo. Miro a mi alrededor hasta que veo el Audi negro con dos franjas narajas a unos veinte metros de ella. Vuelvo a mirar hacia la pequeña a lo justo para abrir los brazos y amortiguarla de la velocidad con la que impacta contra mí. Veo que Tony se acerca y la muevo hasta colocarla detrás de mí.
-¿Qué es lo que quieres?- le pregunto. Veo que el cabrón de Tony no le quita la mirada de encima a la pequeña, haciéndola temblar- te he hecho una puta pregunta, Tony- le siceo amenazadoramente para que le quite de encima la vista.
-Sabes bién que es lo que quiero- me responde. Su mirada vuelve hacia mí mientras llamean provocativamente.
-Dudo que te pueda ayudar con eso entonces, sabes bién que pasa cuando alguien toca algo que no es suyo, y Jeannette es mía- le digo tranquilo, aunque por dentro lo único que quiero es matarlo. Veo que cierra fuertemente los puños y me preparo para golpearle si hiciera falta- mejor vete si no quieres que ésto valla a ponerse feo, Tony. Pero grabate en la mente que en estos barrios, todo se resuelve de una forma- veo como Tony vuelve a mirar a la pequeña, esta vez aún con más odio.
-Estás equivocado J.D. Todo terminará muy distinto, por cierto, bonita novia- me sisea Tony antes de darse media vuelta para marcharse. Doy un par de pasos hacia él dispuesto a darle su merecido pero la pequeña me retiene.
-Jeannette, déjame, se merece...- le digo bastante enfadado.
-Déjalo ir por favor- me corta rápidamente. Cierro fuertemente los ojos y aprieto la mandíbula. Pronto noto su suave y cálida mano en mi mandíbula. Abro los ojos y no puedo evitar volver a desearla como cada vez que la miro.
-Pequeña, lo de Natacha...- intento decirle pero me vuelve a cortar negando con la cabeza- hoy no piensas dejarme hablar ¿no?- le digo y ella suelta la carcajada más bonita y sensual que he escuchado en mi vida, revolviendo mis entrañas y haciéndome sentir completamente enganchado a ella.
-Olvida lo de Natacha, te...- la escucho suspirar- te creo- me termina diciéndo. Le muro sorprendido para luego sonreirle suavemente.
Veo como se acerca a mí lentamente, sin dejar de mirarme a los ojos hasta que sus labios tocan los míos en un beso que comienza lento y cariñoso y continua morboso, algo violento pero aún así no deja de lado el cariño. Es un beso necesitado, ansiado. Un beso que llena todos estos días alejado de ella. En el instante en que se separa de mí me agarra de la mano y tira de mí en dirección al despacho.
-Pequeña, necesitas...- intento decirle. Veo que se frena rápidamente y se gira hacia mí.
-Te necesitos a ti, J.D.- me dice. Mi entrepierna de endurece ante esa frase y asiento deseando encerrarme en el despacho.
Veo que abre la puerta y aoenas la cierra cuando sus labios están sobre los míos, aunque no duran mucho ahí ya que se separa para echar las persianas. Tras esto, no tarda en unirse de nuevo a mí en besos cortos, exigentes y cargados de necesidad. Pronto la escucho jadear y recuerdo que estamos en mi despacho. En hora punta de trabajo. Todos nos escucharan.-Espera pequeña- le digo entonces. Ella para de besar mi cuello y me mira con el ceño fruncido- voy a poner música para que los del taller no nos escuchen- le digo. Se aleja un poco de mí y me acerco rapidamente al ordenador donde pongo música en todos los dispositivos de audio del taller.
Ahora sí. Me acerco a ella y ahora soy yo quien la pego a la pared, besándola y quitándole la ropa. Poso mis manos en su suave trasero y la levanto casi sin esfuerzo, encajandome entre sus piernas. Sigo besándola mientras intento recordar dónde puede haber algún preservativo. En el cajón. Me muevo con ella un poco y cojo uno de ellos. Me lo coloco mientras la noto húmeda en mi bajo vientre. Coloco mi pene en la entrada y con cuidado la penetro de una sola estacada haciéndola jadear fuertemente.Echaba de menos su cuerpo, y a ella.
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Hola! Ya he vuelto. Espero que os guste el capítulo en el que por fin ambos se reeconcilian, pongan nota del 0 al 10 así veo como lo he hecho, un beso.
Os quiero!!
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No me quedaba otra más que amarte
RomanceMi vida era una miseria, tan sólo rodaba alrededor del alcohol y chicas que no conocía. Trapicheos para vivir con los lujos de los que dispongo. Carreras y velocidad. Velocidad, y mucha, pero nada más. Hasta que mi mirada choco con la suya, esos oj...