Fuente de la felicidad

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Apenas podía ver su expresión preocupada cuando se acercó de nuevo para darme un beso, esta vez, en la frente, y no en los labios, sin apartar el pelo, porque me conocía mejor que yo; me secó las lágrimas, y me abrazó para que me calmara.

- ¿Pero se puede saber por qué lloras?

- Porque, me acostumbré tanto a vivir entre las sombras, que ahora hasta la felicidad me hace llorar.

Y me abracé a la fuente de mi felicidad, sintiéndome bien, al fin.

Cuando las luces se apaganDonde viven las historias. Descúbrelo ahora