Cuando las luces se apagan

ella

Ella, vaya una hermosa manera de sentir el dolor de desquebrajársete el corazón de no poder amarla más.

Yo de pronto me he encontrado ardiendo entre las más tentadoras llamas del Infierno, y créeme, arder por ella es el dolor más celestial que he sentido. Y ahora que el brillo de sus ojos me ha causado adicción, no sé encontrar el camino de vuelta. Tampoco es mi deseo. Por ella fallecería con el dolor de cincuenta muertes en una sola. Daría mi alma a quien la hiciera retorcerse de dolor, de no ser porque desde el pricipio fue suya. Pero sería capaz de dar todo por verla sonreir a mi lado, susurrarle que la amo, abrazarla por una eternidad incalculable. ¿No seríamos, somos, acaso, inseparables?

Yo pensé que una persona como ella no podía vivir entre ánimas monstruosas, entre garras adornadas de sonrisas falsas. Ella nunca lo ha merecido. Ella es un ángel de esos que arrastraron al Círculo más cruel e infernal del Averno de Dante, por equivocación. Allí la encontré, y allí decidí quedarme. ¿Qué otra cosa iba a hacer? La rendición llegó a mi corazón al segundo de sentir su imágen acariciar mi vista. Es tan bella, que a los mundanos ciega. Oh, estúpidos humanos, que adoráis la superficialidad. Y, oh, estúpidos seres terrenales, que habéis despreciado la belleza de un verdadero ángel. Aquí comienza vuestra asquerosa perdición.

Vi más allá de sus cabellos, ignorando que nunca los vísteis enmarcarle el pálido y hermoso  semblante así como yo tuve el suculento privilegio de hacerlo; y más allá de su mirada, aquella misma que desprestigiásteis por ser tan sumamente ciegos. Pues solo con posarse en mí, sus ojos me envolvieron como el más férreo y protector de los abrazos. ¿Quien puede hacer eso con un simple vistazo? ¿Quién es capaz de mostrarte la más viva gama de colores en la más envolvente oscuridad? ¿Quién puede hacerte prender como si fueras el más destructor incendio con un pedazo de helado hielo?

Nadie, por que ella es única. Y por ella... ardo... y muero.