Inesperado

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No sabía qué hacía en aquel lugar de la ciudad a aquellas horas, solo, bebido, sin apenas poder andar. Siempre se pasaba, por eso no le gustaba nada ir con aquel grupo de amigos, porque le hacían beber y beber y... Pero aquel día necesitaba echar las penas en una botella de alcohol. Había sido demasiado, demasiado para él.

Primero, su novia, Giselle Waterclean, lo había dejado. Estúpida animadora. Aunque siempre supo que no iba a durar aquello, le dolió llegado el momento como si hubiese sido por sorpresa y como si de verdad hubiese estado colado hasta el fondo por ella; lo cual era una maldita idiotez, pues era de aquellas típicas rubias que vestían y actuaban como pijas, la verdad. Pero ser rechazado duele aunque lo esperes.

Luego, la misma chica se había marchado con Lewis Harpers, que era el tipo popular de la clase: musculoso, bronceado "de bote" y mechas en el cabello, el cual debía cubrirse con un casco para jugar al rugby en el equipo escolar que, coincidentemente, tenía aquel grupo de animadoras en el que Giselle estaba. Y, claro, Brandon había quedado como una idiota marioneta monumental.

Y, además, como a aquella maldita... ...le gustaba ir a cada sitio posible a emborracharse, bailar canciones que a Brandon le levantaban dolor de cabeza, y etcétera, al final el chico había considerado aceptar la invitación de sus amigos (o más bien conocidos) de salir a los bares después de clase, porque imaginó que así sería un buen modo de olvidarla a ella y sus juegos y sus cuerdas controladoras.

Lo malo era que no sabían controlarse, y  hqbían bebido mucho más de la cuenta, y al final, inconscientemente, alguno se había perdido del grupo. Como, por ejemplo, el propio Brandon.

Iba en mitad de la noche, con una borrachera de cuidado, la ropa toda descolocada, arrugada, y a saberse si tendría dinero para volver a casa.

Escudriñó la distancia, sin saber a dónde ir. Los efectos de felicidad momentánea de la bebida empezaban a marcharse dejando paso una mente muy desorientada e incapaz aún de razonqr por completo. La oscuridad apenas le dejaba ver nada, y por si fuera poco, había mucha niebla para ser tan pronto. Pero intentó seguir por la calle, recto, a través del frío aire, sintiendo poco a poco los sonidos de sus pisadas, el viento hacerle volar los cabellos...

Hasta que lo recordó todo. Y empezó a sentirse mal. ¿Realmente sería capaz de solucionarlo con un poco de alcohol? Qué idiota había sido. Era tan eatúpido...

Se sentó en un banco a su izquierda. No se dio cuenta hasta al cabo de un rato que había llegado a un parque sin saber cómo.

Y se sobresaltó cuando escuchó una voz a la izquierda de él.

- ¿Estás perdido, y ya a estas horas?

Brandon giró la cabeza para mirar a quien le hablaba, y se sorprendió, no solo por el hecho de que no lo había visto, si no por el chico en sí.

Vestía con traje de corbata, impecable a la vista nublada del chico, aunque luego se fijó en que el cuello de la camisa estaba desabrochado y la corbata aflojada, además de tener la chaqueta abierta. Entre los dedos, adornados con tatuajes, sujetaba una botella de cerveza, a medio beber. Pero lo mejor era su pelo. Algo largo, negro, muy negro, enmarcaba su rostro de facciones rectas, y sus ojos azul cobalto, que destacaban ante la palidez de su tez. A través de su embriaguez, Brandon aún podía apreciar que, para ser un chico, era bastante guapo.

- Mi novia animadora me ha dejado por alguien más popular -respondió Brandon tras admirarlo todo lo detenidamente que pudo, y ni siquiera se dio cuenta de lo que había dicho hasta que lo dijo. Se sonrojó levemente.

- Típico, malditos líderes del equipo de rugby...
- Fútbol -lo corrigió Brandon, automáticamente.
- ¿Pero hay equipos de animadoras en el fútbol?
- En este, sí.

Cuando las luces se apaganDonde viven las historias. Descúbrelo ahora