Cuando las luces se apagan

¿Os dáis cuenta...?

¿Os dáis cuenta de lo ridículos que sois con vuestra maldita manía de despreciar lo que no es común para vosotros?
Quiero decir, ella sufrió cuando no pudo cogerme de la mano, yo cuando nos miraron mal por hacerlo sin miedo. Os gusta hacer daño, ¿verdad?
Os gusta hablar mal de una mujer que ama a quien le dá la gana, pero luego siempre decís que las mujeres tienen derecho a hacer lo que quieran.
Que si dos personas se quieren, no importa nada de lo que se interponga; pero luego si las dos necesitan sostén, ya es horroroso.
Miráis mal a aquellos dos chicos que se besan pero luego no paráis de reivindicar falsamente que queréis que el mundo sea libre.
Y si no podía ser más horrible aún, lo que más disfrutáis haciendo es separar a aquellos seres que nacieron para amarse, sin reparar en que hacerlo, los lleva a la perdición.
¿Os dáis cuenta, personas ciegas, que lo mismo que vosotros os amáis, nosotras también lo hacemos? Yo no veo ninguna diferencia y ahora aquí me hayo, hecha pedazos, añorando el tiempo en que ni ella ni yo teníamos tanto miedo a mirarnos y sonreir, por vuestra culpa. Ahora ya no me besa, yo no la abrazo. No sonrío ni le digo cuánto la amo. Por miedo, por el rechazo. Porque no soy suficiente, decís.
Y ahora, este metal vuelve a ser tan deseablemente afilado...