| | Avezar | |
Del prefijo a- y vezar, y este del latín vitiō, vitiāre, que significa viciarse con algo o estar acostumbrado a algo o alguien.
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Contra mi voluntad me levanté de la cama. Caminé hasta el baño y vi el reflejo de un chico tonto con la cara hinchada y moretones de un color intensificado. Mentalmente culpé a la genética de mi pálido padre y mi pecosa madre por mi piel ultrasensible.
Bajé las escaleras una vez estuve vestido. Mamá nunca estaba para desearme buena suerte en las mañanas pero con el desayuno envuelto en papel de aluminio que preparó esa madrugada y dejó en el horno comprendía que esa era su manera de decirlo. Ella y yo vivíamos solos, usualmente se iba al trabajo muy temprano después de hacer su rutina de yoga en la sala y regresaba muy tarde cuando todas las luces de la calle ya estaban encendidas, pero por mera casualidad ayer no había sido uno de esos días.
Antes de dormir tuve que explicarle todo lo que había ocurrido, confiaba en mi madre como si fuese una amiga llamándola a veces por su nombre de pila, Charlotte. Le permití hacer su papel de madre al regañarme y decirme que tenía que aprender a defenderme de las personas así y ser responsable por los accidentes que ocurrían, aunque no fuera yo quien los causara. Al final del día, ella misma había pagado una grúa para que llevaran el auto a un mecánico y tuvo que salir de su trabajo en varias oportunidades para atender las llamadas del director cuando le informaron que yo había faltado a clases. Era la primera vez que me fugaba de clases o hacía algo "malo" en general así que no hubo castigo, después de todo no podían castigarme por esconderme... ese era mi método de defensa.
Debido a mi dolor, y a que ahora mi madre no tenía cómo movilizarse hacia su trabajo, terminé tomando el bus que pasaba a dos calles de la escuela y tuve que caminar hasta llegar allá. Ese fue el día más silencioso de todos. En los pasillos hablaban de mí, por supuesto que estaban susurrando cosas cuando vieron mi cara golpeada... pero realmente no les estuve prestando atención. Estaba acostumbrado a que fuese así y concentrarme en cosas que valieran la pena.
Si bien solía hablar con otros estudiantes en clases, por trabajos grupales o porque simplemente necesitaba sentarme en alguna mesa a la hora del almuerzo, no era bueno en las relaciones. Me costaba mucho establecer un vínculo con las personas y honestamente prefería desaparecer en los libros o los salones vacíos. Nunca había sido víctima de acoso escolar, no aparentaba ser de ningún clan, no me conectaba con nadie, no me veían con nadie o no me veían en absoluto... así que solo era un chico más, casi fantasmagórico, una silla llena en el salón y nada más. Estaba acostumbrado a la ausencia de voces externas y a un círculo de asientos en blanco.
La campana sonó y de pronto me encontré alrededor de un salón con alumnos arrastrando sus sillas para ponerse de pie y salir de la habitación. El profesor Reid, que también era el encargado de orientar a todo el curso, se quedó sentado viéndome de frente, pronunciando mi nombre justo cuando me levanté.
—Joven Fox, ¿podría hacerle una pregunta? —se dirigió a mí desde su escritorio a unos cuantos metros. Yo asentí con un movimiento y él volvió a hablar—. ¿Le han hecho eso aquí en la escuela? —y él señaló su cara, aclarándome que hablaba de la mía.
—No —dije, sin mirarlo a los ojos.
—Su auto fue encontrado en muy mal estado en el estacionamiento con un par de obscenidades escritas en él —dijo, como si él mismo hubiese visto el auto—. ¿Quiere hablar sobre eso?
—Honestamente, no.
—Es una palabra muy fuerte la que encontraron allí —el profesor se echó hacia atrás dejando que su espalda descansara en la parte de atrás de su silla. Se veía joven, entre unos treinta o treinta y cinco años, no creí que fuese mayor que mi madre—. Nadie sabe que era su auto, si eso le preocupa. Solo me gustaría saber por qué le habrían dejado un mensaje tan explícito a un joven respetuoso y excepcional como usted.
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Salad Days
Teen FictionLa madurez como proceso evolutivo en la vida tiene varias etapas, y la adolescencia es una ellas. Joshua Fox es un solitario chico de dieciocho años con una cabeza inexplorable, quien está anegado de frustraciones, de interminables preguntas y una a...