Quinta palabra: Heterocromía

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| | Heterocromía | |

En oftalmología es conocida como heterochromia iridum. Designa una particularidad física que consiste en tener los dos ojos de colores diferentes o en dos coloraciones distintas en el mismo iris. Metafóricamente, se refiere a la condición de poder comprender dos perspectivas de una misma situación.

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En algún punto de nuestras vidas creíamos ser suficiente maduros para tomar nuestras propias decisiones, haciéndolas a ciegas como si estuviésemos genuinamente seguros de que teníamos la razón cuando en realidad no estamos ni cerca; el resfriado con el que desperté la mañana siguiente era prueba de ello.

Por el frío contacto contra las sábanas ya podía suponer que tenía fiebre, mis fosas nasales estaban repletas de flema y la almohada en la que reposaba mi cabeza estaba humedecida por la baba, pues había dormido con la boca abierta ahora que solo respiraba a través de ella. Cuando mi madre entró a la habitación ya estaba despierto, pero cerré los ojos haciéndome el dormido hasta que se fuera; cosa que hubiese funcionado a la perfección cualquier otro día, pero no hoy.

Charlotte se sentó y removió la sábana de mis pies, introduciendo su mano hasta tocar mi pierna y masajearla suavemente como solía hacer para despertarme cuando era un niño. Lo peor vino después, cuando comenzó a cantar la canción del cumpleaños con tono de voz que imitaba el estilo de Karen Carpenter, su cantante favorita. Lentamente fui incorporándome simulando estar bien de salud, pero supuse que mi cara no era la mejor cuando mamá paró su canto y tocó mi frente.

—¡Josh, estás ardiendo! —se alarmó.

—Fue el aire de la madrugada cuando venía de regreso —dije, sorprendido de que mi voz sonara como la del más allá—. Creo que dormí con la ventana abierta.

—Anoche llegaste muy tar-

Estornudé, interrumpiéndola. El impulso me hizo caer nuevamente en la cama con la cabeza hacia el techo. Cerré mis ojos sintiéndome más pesado y caliente que antes.

—Iré por el termómetro, medicinas y agua. Tendrás que ir a bañarte para controlar esa fiebre tuya —dijo ella, al mismo tiempo que se ponía de pie para dirigirse a la puerta—. ¿Quieres que traiga tu regalo de cumpleaños de una vez o más tarde?

—Mamá, tengo dieciocho... —le recordé, mientras ponía una de mis almohadas sobre mi cabeza y sentía como el ardor en mi garganta se extendía hacia mis orejas.

—Tomaré eso como un sí.

Me quedé estático en la cama, pensando que quizás me hubiese quedado dormido nuevamente si no tuviera dificultades para respirar. No pasó mucho tiempo cuando volví a sentir los pasos de mi madre subiendo las escaleras y abriendo la puerta, no me inmuté hasta que sentí un peso extra en mi pecho y removí la almohada para descubrir un animal peludo apenas más grande que mi mano que no paraba de mirarme con curiosidad, lo asombroso de la criatura fue ver dos colores distintos en ambos ojos.

—¿Qué es esto?

—Un perro, un pastor ovejero australiano —dijo con orgullo mientras le acariciaba la cabeza y la criatura cerraba los ojos ante el contacto—. De hecho es una niña, un amigo del trabajo consiguió una familia que desechó a esta pequeña por su condición. ¿No es curioso que tenga heterocromía y sea ciega de nacimiento?

—¿Es ciega? ¿Total o parcialmente? —cuestioné asombrado, al mismo tiempo que me enderezaba para verla mejor. Mi interés floreció en cuestión de segundos.

—Sí, bueno... no lo sé. Solo pensé que era un tanto diferente, como tú. Creo que pueden llegar a  entenderse perfectamente —Charlotte me miró y se sentó en la cama, esta vez más cerca de mí—. Sé que no es lo que un chico de tu edad espera recibir, pero quiero que la tengas como algo más simbólico... tienes dieciocho y vendrán más responsabilidades en tu vida. Creo que es tiempo de que comiences a cuidarte y cuidar de alguien más. Ambos lo haremos, ¿sí? Yo te ayudaré.

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