Décima quinta palabra: Evanescencia

287 27 2
                                    


| | Evanescencia | |

Proviene del latín evanescĕre, que indica la acción de evaporarse o esfumarse, disiparse de un lugar o cambiar su estado físico, o emocional. Con el prefijo ex- (hacia afuera), vanus (vacío), -ecer (sufijo que marca procesos).

.

Paul y yo caminamos alrededor de toda la gran casa buscando a algunos de los otros compañeros con los que habíamos llegado. Ninguno decía una sola palabra, como si temiéramos que nuestras palabras pudiesen delatar nuestra recién cometida fechoría llena de nicotina; la misma que al menos el setenta por ciento de la población juvenil presente también había hecho incluso más veces que nosotros dos juntos.

Dentro de la vivienda la señal telefónica estaba muerta, o al menos en mi celular, porque el de Paul estaba totalmente descargado. Salimos por la parte trasera de la casa e intentamos llamar a Tory y a Florencia, incluso a Meredith, pero ninguno atendía nuestras llamadas, hasta que marcamos el número de Ted y aunque no nos contestó en un principio, pronto lo encontramos en una de las bancas externas conversando con un grupo de chicas enfurecidas. Apenas lo llamamos por su nombre una de ellas le lanzó una bebida en la cara y lo dejaron solo, tras haberlo insultado sutilmente.

—¿Otra vez rompiendo corazones, Theodore? —se burló Paul. El olor del líquido rojizo nos llegó cuando aún no nos habíamos aproximado lo suficiente.

—No —nos contestó con pesadez—. Esto es lo que pasa cuando el idiota de Salvatore usa el mismo color de ropa que yo en una fiesta. Quién sabe qué estupidez le habrá dicho o hecho a esa pobre niña, pero si le hubiesen dado la oportunidad me hubiese clavado las uñas en los ojos —dijo mientras se exprimía la franela con fastidio.

Ted nos dijo que en la camioneta guardaba algo de ropa para cambiarse, me ofrecí a acompañarlo mientras Paul se quedó con mi teléfono celular para seguir intentando localizar a los demás.

Después de todo, aunque me contara que odiaba no sentirse libre ante los ojos de todos porque siempre esperaban lo mejor de él como el primo ejemplar, ésta había sido su elección: ser el primo, no ejemplar, pero el que se preocupaba por todos.

Ted y yo lo dejamos atrás y rodeamos la vivienda y pronto nos encontramos frente a ella, a un lado de la furgoneta en la cual habíamos llegado, la cual estaba bastante retirada de la entrada principal. Ted abrió la puerta y empezó a buscar una mochila con ropa limpia que nunca sacaba del vehículo. Yo me quedé afuera, observando cómo la cantidad de autos estacionados se había multiplicado, la calle entera estaba repleta.

Una multitud se ubicaba en la acera opuesta, en la casa del frente, alguien les hablaba a todos sobre algo como si fuese un profeta al que todos los adolescentes adoraban y alababan en aprobación a cada una de sus frases. De otro lado, al final de la calle un par de chicas estaban bailando con música en sus propios autos, o autos prestados, mientras se empapaban en agua, alcohol y otros líquidos; algunas ya se habían quitado las camisetas. Afortunadamente Ted no las había visto.

Fue entonces cuando otro grupo mucho más pequeño captó mi atención, justo en la esquina que cruzaba hacia la otra calle. Tres hombres usaban chaquetas oscuras y gorras invertidas o pasamontañas, atuendos sospechosos y lamentablemente familiar, pero decidí nublar el nombre de esa persona rápidamente, solo para dar un par de pasos más y que éste rebotara justo en mi cara.

Matthew Kosar estaba allí.

Matty.

El hermano de Becca, el mejor amigo de Paul, el compinche de Salvatore y el "protector" de Florencia.

Salad DaysDonde viven las historias. Descúbrelo ahora