Salad Days

Décima cuarta palabra: Francachela

| | Francachela | |

Se estima que la palabra proviene del francés franco y la expresión à la bonne franquette (en el sentido propio de 'banquete íntimo sin ceremonias'). Se refiere a una reunión sin etiqueta de varias personas para regalarse y divertirse comiendo y bebiendo, en general sin tasa y descomedidamente. Se emplea de forma coloquial para designar una diversión bulliciosa.

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La Fiesta de la Costa Oeste, conocida por su acrónimo F.C.O., era algo de lo que se escuchaba cada primer día de clases en los pasillos del edificio durante mis años escolares, ésta tenía lugar en la costa de la ciudad durante la mitad de cada verano. La fiesta era tan icónica que todos hablaban de ella hasta casi un mes después.

Cuando el tema salió a flote por primera vez en el año, Paul, quien había acompañado a sus primos menores durante dos años consecutivos, admitió que ese tipo de fiestas eran algo exageradas y no premeditadas que reunían a una buena parte de la población juvenil de la ciudad en un solo sitio donde pudiesen comer hasta vomitar, emborracharse, drogarse y ser irresponsables, todo al mismo tiempo.

Salvatore era amigo de uno de los organizadores y había conseguido pases como cada año, suficientes como para que todos pudiésemos ir, exceptuando a Becca cuya asistencia estaba terminantemente restringida por su edad, y Giuseppe quien rechazó la invitación sin pensarlo dos veces, con la excusa de que no le llamaba la atención y prefería quedarse acompañando a la menor de la manada; mientras que yo, en mi desesperado intento por escapar de las multitudes con tanta facilidad como ellos lo habían hecho, me encontré con los suplicantes y cristalinos ojos de Florencia, pero su mirada no había sido mi rendición ante la petición, sino una conversación que Paul y yo tuvimos días antes.

Sentado en la barra del café cuando aún era muy temprano para que hubiese más de diez sillas ocupadas, Paul me preguntó si había hablado con Florencia recientemente, le dije que no, de hecho, apenas sí le había dirigido un par de palabras a ella tras el regreso del viaje.

—Posiblemente no sea nada, quizás son ideas mías —comentó el mayor de los Basso casi como si hablara consigo mismo—. Es solo que a Florencia le ha afectado tanto todo lo de Matty —un suspiró cerró la mención del innombrable con una sentencia sumamente pesada—. Crecimos juntos los tres, éramos más que primos y conocidos, todos en el vecindario nos decían que éramos hermanos... hermanos que discutían cada dos minutos —recordó él con una sonrisa.

Sin embargo, en ese intento de reflejar nostalgia, la tristeza fue demasiado obvia para poder ocultarse tras los buenos recuerdos.

—De todos modos es bueno que tú estés aquí. La ayudas mucho, como lo hacía Matty... aunque no lo creas, él era un gran apoyo para ella —dijo de pronto.

—Pero no puedo ser su reemplazo.

—Y no lo serás —aseguró—. Es más como si le brindaras un tipo de confort distinto a Florencia. Uno que ella necesita en verdad.

Desde ese momento estuve dándole vueltas a la idea del misterioso confort que Matthew podía ofrecerle a Florencia... ese que era tan distinto al mío, sin llegar a ninguna respuesta verificable porque era imposible plantear una hipótesis cuando desconocía el trasfondo de ambos componentes y sus condiciones.

Luego estaba la otra incógnita: ¿Por qué?

¿Por qué debía preocuparme el pasado de Florencia relacionado con Matty? ¿Por qué me interesaba tanto mejorar su presente y atenuar cada cicatriz? ¿Por qué las palabras de Paul hicieron eco en mi cabeza como un recordatorio urgente? ¿Por qué sentía esta inmensurable necesidad de recibir indicaciones para saber en qué dirección ir de ahora en adelante? Pero las respuestas nunca llegaron, al contrario, las preguntas siguieron acumulándose, variando el objetivo a medida que cedía el control de mí mismo.